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Los secretos guardados en los álbumes de Charly García

Artículo publicado originalmente en Noisey.

Equipo Futuro |

Artículo publicado originalmente en Noisey.

Mito viviente del rock en español, el argentino tiene tantas vidas extra como ases bajo su discografía.

La discografía solista del Say No More tiene himnos generacionales comunes a millones y perlas que se encuentran si te pones a bucear. Y si llegaste a bucear por tirarte del balcón de un noveno piso, mejor. Aquí algunas canciones ocultas, ¿cuáles son las tuyas?

«¿No conoces a nadie? ¿Quisieras verlo/a aquí?» El octavo track de Cómo conseguir chicas (1989) te da una mano con los pedazos rotos del espejo interior y la fórmula es parte del ADN García: un motivo de teclados entre clásico y pop, coros con aires a The Byrds y una base con compases bieeen espaciados que busca LA hipnosis rítmica típica del García de los 80.

En el medio, la especialidad de la casa, letras que exteriorizan en palabras claras sensaciones que al interior de tu cabeza enrollada pueden ser imposibles de poner en fila: “¡No conozco a nadie! ¡Quisiera verte aquí!”. Era esa la idea que no podías completar. Hablamos del mismo tipo que gritó ¡sabés que no aprendí a vivir!”. Lucidez emocional. O antena. Como prefieran.

En la tapa de Parte de la Religión tenemos a un García a media luz, en una sala o estudio amplio con varios pianos. Está sentado, manso, frente a unas teclas. Toca o piensa tocar. Cuando el disco coincide con ese ambiente de la imagen, donde los espacios se amplían y los silencios aportan profundidad, el álbum sube y entrega clásicos como “Adela en el Carrousel” o “La Ruta del Tentempié”, una inspiración total y una muestra del handicap de Charly para ecualizar emociones complejas y sonidos sencillos. Clase.

Depende cómo te levantes, la canción brilla o duele. Eso, en definitiva, es la magia del maestro. ¿Cuántas imágenes pasan por tu cabeza al escuchar el arreglito de teclados que recorre la canción? De eso se trata. ¿Estás esperando por algo o alguien que necesitas mucho? Resiste, yo sé que existe…

Ya lo diste todo y no hay más que puedas hacer. Por delante, un impasse como un desierto hasta donde llega la vista. Mientras tanto, Charly y Fabiana Cantilo se deshacen en una de las canciones más emocionantes del repertorio entero de García. La bengala final del barco que se hunde. Dame amor hasta mañana / hasta que te quieras ir. Parece que cantaran antes de dormir o que un viento fuera sacando las voces de plano.

De fondo, teclas y un golpe descorazonado de batería. Si estás entre soltar o insistir no escuches esto, amigo. No, mejor sí, porque si vas a atravesar un momento inolvidable, más vale que te acompañe alguien que sabe qué mood mental activar para cuando quieras prenderte un cigarro en la ventana.

En plena explosión de su etapa como solista el hombre arrasaba en las tiendas de discos y rajaba los escenarios. Con una banda afiladísima que sentó para la posteridad las bases de su sonido primoridal, García se presentó en “Badía y cía.”, un clásico de la TV argentina de los ‘80 donde las figuras más grandes de la época salían a tocar a las seis de la tarde (!). Ahí se registró la mejor versión de un tema que había quedado fuera de los álbumes solistas: de outtake a tremenda rola.

“Chicas Muertas” es una muestra de cómo poner el castellano al servicio de una buena y hasta compleja melodía con métricas que se estiran y coros que de golpe se van a buscar armonías para dejar pedaleando el aire a más de uno, pero no a Say No More. La letra juega a ser vulgar y es una crítica fina al vídeo-kill-the-radio-star que avanzaba y avanza imparable. ¿Y eso de “te daré un surubí”? Bueno, si googlean esa imagen y le dan un poco de imaginación falocéntrica…

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