Un mesero japonés tiene una colección de 15.000 piezas y las guarda como un tesoro.
En Japón no es costumbre dejar monedas a los camareros como propina, y quizá, eso llevó a que los comensales comenzaran a dejar otro tipo de objetos tras ser atendidos en los restaurantes.
Así lo cree Yuki Tatsumi, quien era camarero en una taberna japonesa de Kioto. Un día se vio sorprendido por el objeto que un cliente dejó en la mesa, un sobre de papel para los palillos plegado de forma abstracta, lo que inició una colección de 15.000 piezas de origami.
Todas fueron creadas por clientes de restaurantes con el trozo de papel en el que se sirven los palillos de usar y tirar. «Esta primera pieza bien hubiera podido acabar en la basura», recordó el joven de 27 años. Pero le hizo reflexionar. «¿Y si era un mensaje que me enviaban los clientes? De repente, despejar las mesas se convirtió en algo divertido», reveló.
Tatsumi acabó por pensar que estas pequeñas obras de papel eran algo así como una propina «a la japonesa» y empezó a aguardar que llegaran más y más, recoge La Prensa.
No tardó en constatar que existía una inmensa variedad de estas miniobras de arte dejadas por los clientes. Nada sorprendente en un país en el que al arte del origami es un pasatiempo muy popular que incluso se enseña en el colegio.
«Descubrí que muchos de ellos tenían formas que en Japón traen buena suerte, como un abanico, una grulla o una tortuga. Incluso vi una mesa transformada en acuario, con papeles plegados en forma de peces y de algas», contó.
Encantado con estos hallazgos, decidió indagar en otras partes y le pidió a otros restaurantes que le dieran esos pequeños regalos dejados por los clientes.
185 negocios respondieron a su petición y así consiguió su colección, la que mantiene guardada en una caja como si fuera un tesoro.
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