Repasamos la historia de la banda chilena, haciendo especial énfasis en su más reciente disco, “Violenta Fortuna”, que fue grabado por el legendario productor argentino Mario Breuer.
Por: Javier Sandoval Gutiérrez
Se me ocurren distintas maneras para comenzar este relato. Una forma puede ser un racconto, un viaje de poco más de diez años hacia el pasado y mencionar como dos compañeros de curso en un colegio de Temuco planeaban profesionalizar una banda originalmente llamada “Operación Alectrofobia”. Otra sería comentar como esos mismos sujetos, pero en 2016 tras el lanzamiento de su segundo álbum, meditaban si poner fin o no al conjunto debido a la salida de uno de sus integrantes y como esa decisión pasó al olvido con la llegada de su actual baterista, uno de los músicos más increíbles que de seguro conoceré en la vida.
Podría escribir otras, sin embargo, de todas las posibles variantes para iniciar este texto, me quedo con esta: Alectrofobia lanza “Violenta Fortuna” (2018), su más reciente disco que promete marcar fuerte en esta generación que, para muchos, “carece de rock”. Ya sea por su análisis lírico, su sonido radial, su impresionante mejora en cuanto a calidad o por la divina producción del célebre Mario Breuer, “Violenta Fortuna” es uno de los estrenos más interesantes de este año y a continuación lo repasaremos, al igual que parte de la historia llena de males, sueños, caídas y victorias de la agrupación originaria de La Araucanía.
Conocí a Gerardo Elgueta (29), vocalista y bajista de Alectrofobia, en 2016 durante la previa del concierto de 25 años de BBS Paranoicos en el Teatro Caupolicán. Desde ese entonces nos mantuvimos en contacto para así recibir todas las novedades sobre su banda, siendo una en particular la que me dejó con la boca abierta: El próximo disco del grupo iba a ser grabado y producido por Mario Breuer, el icónico sonidista argentino que en sus más de 40 décadas profesionales ha moldeado el sonido de artistas de la talla de Charly García, Soda Stereo, Los Fabulosos Cadillacs, Sumo, Los Tres, entre un largo etcétera de emblemas latinos.
Aquella oportunidad surgió de un antiguo anhelo compartido con Rudy San Martín (29), guitarrista de Alectrofobia y amigo desde la época escolar de Elgueta. “Nosotros siempre quisimos hacer algo junto al productor de todas esas bandas que nos formaron. Hay una lectura de la música latinoamericana que rescata sonidos de raíz y que también acierta tanto en lo musical como en el discurso”, dice San Martín.
Rudy y Gerardo querían iniciar los trámites de negociación con el trasandino después del lanzamiento de su disco “Imbécil” a mediados de 2016, pero las intenciones tuvieron que pausarse debido a la salida de Roberto “Flaco” Ugarte, su baterista en ese entonces, quien pasó a ser parte de Weichafe. Este hecho pegó hondo en lo anímico. No sólo truncó indefinidamente la contratación Breuer, sino que se sumó al traumático proceso durante la grabación de dicho LP. “En ‘Imbécil’ la pasamos realmente mal, fue nuestra peor época, tal vez no en la recepción de la gente, pero sí en su composición y producción”, recuerda con molestias Elgueta.
Eran momentos complicados que llegaron justo cuando comenzaban a tomar un vuelo que no pudieron aprovechar, tanto que analizaron la posibilidad de disolverse a menos que algo reavivara su fuego interno, lo que finalmente llegó de la mano de Alonso Cabello (18), su nuevo y actual baterista. Tenía 16 años en ese entonces. Sólo 16, pero un talento tan brutal y pasional que logró revivir, rejuvenecer y motivar a los músicos en cosa de días para continuar con sus metas. Los obligó, a base de pura garra, a hacer bien las cosas, a lanzar un nuevo disco y a apostar para llegar lo más alto posible.
Mil volteretas mientras recorren un mundo nuevo
Era 24 de junio de 2017 y Mario Breuer llegaba a los estudios de AudioCustom en Santiago para grabar el primer nuevo single de los nacionales titulado “Rutinas”. El trasandino estaba confiado en encontrar buena materia musical que moldear, ya que una de las razones por las que aceptó esta colaboración fue porque le gustaron varias canciones de Alectrofobia, especialmente «500 litros» (2012).
Una vez que el conjunto se encerró en la sala para grabar, se dieron cuenta de la calidad de persona con que trabajarían. “Teníamos expectativas de que íbamos a pasarla bien, pero Mario nos masacró… en el buen sentido”, recuerda risueño Elgueta. “El trote que nos sacó fue durísimo y creo que sólo lo asimilamos cuando nos escuchamos posteriormente”, añade Cabello.
El trabajo de Breuer fue intenso, al igual que los consejos brindados hacia los músicos. A Alonso Cabello le dijo que pusiera mucha atención en sus fills (redobles), para que no se adelantara en el tempo de los temas; a Elgueta que se enfocara en el bajo y que no compusiera en virtud de tocar y cantar a la vez; y a San Martín que comenzara a cantar más. Esto se debe a que el trasandino los preparó para grabar su próximo disco en vivo (todos los instrumentos a la vez, salvo la voz) y para eso debían potenciar su base rítmica, que es lo que define el buen rock.
En septiembre de 2017, el power trío viajó rumbo a los estudios MCL Records de Buenos Aires para grabar su nuevo álbum. Si el sonidista laburó increíble durante su visita en Santiago, jugando de local sencillamente la rompió. “Nunca en mi vida vi un productor musical trabajar con tal nivel de profesionalismo”, comenta Gerardo Elgueta, quien añade que “es por lejos de los mejores de Latinoamérica, no hay duda. En el rock, a nivel nacional, puedo destacar a Pepe Lastarria, Andrés Godoy y Sebastián Puente, pero con Breuer nos encontramos en el momento justo”.
La reacción de Elgueta se debe a la claridad con que trabajó el argentino. Era preciso en cambiar detalles minúsculos que terminaban modificando totalmente una canción para mejor. Conocía a perfección la historia tanto de la banda como de sus integrantes, incluso sabía dónde se tenía que parar cada músico en la sala para comunicarse mejor cuando grabaran el disco. “Tomó todo el tiempo posible para escuchar, estudiar y darle su mística a los temas. No nos trató como un negociante donde él nos daba un servicio de producción y mezcla a cambio de plata; fue algo inclusive espiritual”, comenta Rudy San Martín.
La pasión que embriaga
“Violenta Fortuna” me llamó la atención desde el primer minuto que lo escuché por su tremendo sonido en comparación con los anteriores LPs del grupo. Contiene detalles y cambios de ritmos precisos que dejan claro el ojo musical de Breuer. Además, quisiera destacar los riff de guitarra de Rudy San Martín, quien se luce en esta placa con pasajes sonoros demasiado amenos que bordean entre lo invernal (melancolía) y veraniego (energía). Por otra parte, aplaudir a Alonso Cabello quien evolucionó la forma de componer y ejecutar desde la batería en Alectrofobia, y a Gerardo Elgueta quien nunca lo había escuchado cantar con tanto frenesí.
El concepto de violencia que Alectrofobia plantea en su álbum es bastante interesante y queda expuesto desde la portada dibujada por César Katny. Si bien la base sonora es amena y radial, sus letras son las que nos hacen transitar por distintos exabruptos conocidos: “Lo peor” (violencia de género); “Invierno” (pobreza impuesta y hereditaria); “Rutinas” (falta de oportunidades laborales); “Cómo no me va a doler” (exilio político); “Violencia estatal” (represión al pueblo Mapuche); “Hijos de la segregación” (desigualdad social) y “Te grito que perdí la fe” (poder de la iglesia).
Los dos últimos temas de la placa, “No hay nada más importante” y “Luz del cielo”, son un caso aparte al resto, ya que fueron escritos por Elgueta pensando en el amor que siente por sus hijos y familia. Es decir, el power trío nos violentó durante todo el álbum salvo en los instantes finales, lo que puede ser analizado y comparado con el viaje de cualquier persona hacia su trabajo donde es pasada a llevar en el transporte, en la oficina, bombardeada por noticias desagradables, vulnerada por segunda vez de regreso en el metro/micro, para finalmente llegar a casa y sentir ese afecto honesto y duradero de sus seres queridos.
Si bien mis temas favoritos de «Violenta Fortuna» son las enérgicas y pasionales «Rutinas» y «Cómo no me va a doler», además de la oscura «Invierno», quisiera destacar “No te alejes de mí (año nuevo fatal)”, un desgarrador blues peculiar a todo lo hecho anteriormente por el grupo que nos recuerda a momentos a los Ángeles Negros, pero con pinceladas de raíz que fueron propuestas originalmente por Alonso Cabello. El trompetista del tema fue Richard Nant, músico de sesión de conjuntos desde Deep Purple hasta Soda Stereo, quien fue invitado por el mismo Mario Breuer y que en sólo media hora grabó ocho tomas, cada una mejor que la anterior.
El futuro de este conjunto resulta más que prometedor. Aparte de grabar con un verdadero genio como Mario Breuer, acaban de firmar con el sello discográfico Plaza Independencia y el mánager Óscar Sayavedra (quien antes representó a Gustavo Cerati, Fito Páez entre muchos otros), además de ya preparar su internalización. Durante más de media hora escuchamos un disco lleno de violencias que hemos sufrido, presenciado y conocido, razón por la que resulta difícil no sentirse identificado con las canciones de este álbum que debe ser uno de los más sinceros que he oído en el último tiempo, dado que (en opinión compartida con el Dr. Rock and Roll de esta misma casa radial) con «Violenta Fortuna» Alectrofobia ya no le debe nada al rock chileno.