Editorial de Freddy Stock, viernes 24 de agosto.
El “Chernobyl chileno”… así catalogó Greenpeace a la nube tóxica que se desparramó desde el martes por la zona de Puchuncaví y Quintero. Como le señaló al sitio El Mostrador el director nacional de la entidad medioambiental, Matías Asún, la situación es de gravedad: “Basta de eufemismos: la población de la zona que está ingresando a los hospitales lo está haciendo por envenenamiento. La situación no da para más. ¿O acaso el Estado cree que hay chilenos que pueden seguir viviendo de esa manera?”, preguntó el representante en Chile de Greenpeace.
Con justa razón, los habitantes de las comunas afectadas están indignados por negligencia que el Estado, dicen, ha demostrado atávicamente frente a ellos. El Gobierno se apuró en culpar a la estatal Enap, quienes descartaron todo tipo de responsabilidad ante la nube tóxica, al igual que Codelco, en este emergencia ambiental y de salud definida por los habitantes del lugar como, “la más grave en la historia de los 54 años de esta zona de sacrificio, debido a nubes tóxicas emanadas por alguna de las 17 empresas contaminantes del cordón industrial de la zona».
Lo concreto es que en un balance entregado por los vecinos, la situación dejó un saldo de 182 estudiantes intoxicados de varios establecimientos educacionales que fueron atendidos en el Hospital Adriana Cousiño de Quintero, siendo los más graves derivados al Hospital Gustavo Fricke de Viña del mar.
Quintero y Puchuncaví siguen siendo el peor ejemplo de la desidia del Estado ante los embates del denominado progreso, un fruto de esa mirada anquilosada de creer que el crecimiento y la producción deben estar por sobre el bienestar de las personas y no bajo la tutela del desarrollo humano…