Editorial de Freddy Stock, jueves 18 de octubre.
Bolsonaro… la política latinoamericana está de cabeza con la llegada inminente del ultraderechista Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil. Un sujeto de ideas oscuras ya sabidas y difundidas por diarios del mundo entero que se han escandalizado con sus frases en favor de la tortura, de la dictadura de su país, en contra de mujeres, descendientes afro y homosexuales. Pero Bolsonaro promete orden y progreso, los dos atributos esculpidos como lema de su país. Orden para acabar con la corrupción, dice, y progreso para terminar con la pobreza y el desempleo. En la derecha chilena surgen más voces que las esperables para aplaudirlo por este último acápite, el económico, partiendo por el propio Presidente que ha dicho que no está de acuerdo en sus dichos pero que sí con sus propuestas de progreso, que incluyen rebaja de impuestos y privatizaciones de empresas estatales.
Y en el borde más duro de la derecha, José Antonio Kast y la presidenta de la UDI aparecen como a los codazos para ser recibidos por el candidato y fotografiarse sonrientes como calcetineros ideológicos.
Bolsonaro es ya una realidad temida y palpable en el más grande país del continente. Y lo podría ser para cualquier pueblo que desesperado o desencantado por la democracia y sus atributos, busque en estos personajes de odio la respuesta que no da la institucionalidad representada por una justicia igual para todos y en líderes responsables con la misión de combatir por ideales y no por intereses económicos que salpiquen a todos con la corrupción… Bolsonaro es un llamado de alerta, un fruto que brota en árboles sociales ya podridos, esperamos que los demócratas de derecha a izquierda entiendan a tiempo este mensaje que llega desde Brasil…