«Todo el propósito de beber en exceso es que puedes comportarte terriblemente y no ser responsable de eso», comentan profesionales.
Las acusaciones de agresión sexual contra el juez Brett Kavanaugh tienen un elemento común: el consumo excesivo de alcohol y los poderosos efectos que esa sustancia puede tener en los adolescentes y sus cerebros en desarrollo. El alcohol no solo cambia el comportamiento, a veces con consecuencias desastrosas, sino que también puede interferir en la formación de la memoria, creando vacíos mentales que los expertos denominan «apagones».
«En este momento, la persona puede estar funcionando con normalidad, sin signos de que va a haber un deterioro de la memoria. Pero debido a que esos recuerdos nunca se consolidan ni se almacenan, es como si nunca hubieran ocurrido, por lo que no puedes recordarlos más adelante», señaló Kate Carey, psicóloga clínica en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown. «Lo que no significa que no haya ocurrido».
El consumo excesivo de alcohol y la imperfección de la memoria fueron discutidos durante la audiencia ante el Comité Judicial del Senado. Christine Blasey Ford indicó que el candidato del Tribunal Supremo se convirtió en un «borracho tambaleante» y la atacó en una fiesta en la escuela secundaria. Kavanaugh ha negado tal acusación. También dijo en una entrevista televisiva que nunca había tenido un «apagón» por culpa del alcohol.
El consumo excesivo de alcohol entre los estudiantes de secundaria de Estados Unidos alcanzó su punto máximo a principios de la década de los ochenta, cuando Kavanaugh era estudiante en la Escuela Preparatoria Georgetown. El consumo excesivo de alcohol en la escuela secundaria ha disminuido en las últimas décadas, en parte, porque docenas de estados, así como DC, elevaron la edad legal mínima para consumir alcohol a los 21, según comenta Katherine Reyes, epidemióloga de la Universidad de Columbia y experta en el consumo de alcohol.
Los investigadores advierten que el alcohol perjudica la formación de la memoria, pero no de una manera simple o fácilmente anticipada. No hay un punto de corte claro en el que se suprima la memoria. David Nutt, psiquiatra y experto en alcohol en el Imperial College London, indicó que el alcohol bloquea el neurotransmisor glutamato, que es esencial para la formación de la memoria. Eso suele suceder cuando la gente está «muy, muy borracha».
Los adolescentes corren el riesgo de emborracharse mucho, en parte porque son menos sensibles a los efectos sedantes, como la somnolencia, según narra Marisa Silveri, directora del Laboratorio de Neurodesarrollo sobre Adicciones y Salud Mental en el Hospital McLean.
Al mismo tiempo, son más vulnerables a los efectos del alcohol en la memoria. Los estudios sugieren que el alcohol tiene un efecto negativo más pronunciado en la formación de la memoria en el cerebro inmaduro. Y el tipo de adolescentes que suele beber y que participan en las fiestas de fin de semana son un factor de riesgo particular para la pérdida de memoria.
«Cantidades elevadas en períodos cortos de tiempo: ese es exactamente el tipo de bebida que probablemente elevará la concentración de alcohol en la sangre a niveles altos y la elevará rápidamente. Y un aumento rápido es predictivo de tener problemas de memoria», apuntó Silveri.
Pero incluso antes, el alcohol puede conducir a un comportamiento impulsivo, incluida la desinhibición sexual. Los adolescentes ya tienen menos control de los impulsos que los adultos porque la corteza prefrontal de su cerebro, la región responsable del autocontrol, aún no está madura. El alcohol puede amortiguar aún más las inhibiciones. Afecta los sistemas cerebrales que regulan el comportamiento y el control de los impulsos.
«Los lóbulos frontales nos hacen decir la verdad, nos hacen llegar a tiempo, nos hacen ser amables con las personas incluso si no queremos», comenta Nutt. «El alcohol desconecta los lóbulos frontales o los amortigua, por lo que es menos capaz de controlar estos impulsos más profundos».
Esta es una característica y no un error para muchos jóvenes, señala Marion Nestle, profesora emérita de nutrición y estudios de alimentos en NYU.
«Todo el propósito de beber en exceso es que puedes comportarte terriblemente y no ser responsable de eso», comenta.
Una persona puede tener un apagón parcial o un apagón completo después de beber intensamente y ni siquiera darse cuenta.
«A veces las personas no recuerdan que se han desmayado. Alguien tiene que decir: ‘¿Recuerdas cuando hiciste eso anoche?’ y te dicen: ‘No'», subraya Keyes.
Una segunda acusadora, Deborah Ramírez, dijo que ella y Kavanaugh participaron en un juego de bebida en un dormitorio durante su primer año en Yale. Ella reconoce las lagunas en su memoria debido a la intoxicación, pero alega que Kavanaugh se desnudó y le puso su pene frente a su cara antes de empujarla. Kavanaugh ha negado la historia.
Es probable que surjan otras preguntas sobre la naturaleza de los recuerdos en estos días. Los senadores que apoyan a Kavanaugh pueden preguntarse por qué algunos detalles son vívidos para Ford, mientras que otros, como dónde y cuándo se celebró la fiesta, no lo son. Los investigadores dicen que los eventos traumáticos pueden volverse indelebles de manera irregular, donde los detalles estresantes pueden atormentar a las personas durante toda la vida, pero otros pueden desvanecerse.
«Si hay una emoción fuerte asociada con un evento, ese evento está inscrito en negrita en la maquinaria de la memoria, a diferencia de otros recuerdos que no tienen un componente emocional para ellos, que están inscritos básicamente en una fuente más liviana», explicó Daniel Weinberger, director del Instituto Lieber para el Desarrollo del Cerebro afiliado a la Escuela de Medicina Johns Hopkins.
Los investigadores apuntaron que las acusaciones en contra de Kavanaugh ponen un problema crítico de salud pública en un centro de atención nacional.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), en 2015, 37 millones de adultos estadounidenses participaron en borracheras una vez a la semana, consumiendo siete tragos por sesión de media. Eso fue según los bebedores. Se sabe que las personas subestiman la cantidad de alcohol que consumen.
Aunque el consumo de alcohol entre los estudiantes de secundaria ha disminuido en las últimas décadas, aproximadamente un tercio de los estudiantes informaron haber consumido alcohol en el último mes, y la mitad de los bebedores dijeron haber estado borrachos, según Robert Brewer, jefe del programa de alcoholismo de los CDC.
«Todavía hay un gran número de adolescentes y niños de secundaria que participan en fiestas de borrachera y eso es realmente peligroso», dijo Susan Tapert, psicóloga de la Universidad de California en San Diego. «Incluso si saliste ileso de la noche, estás haciendo daño a tu cuerpo, y definitivamente estás haciendo daño a tu cerebro».