En diálogo con Infobae, la italiana relata cómo es su relación con el alemán y revela que siempre está en contacto con su entorno
«He sido testigo del inicio de un joven piloto, un muchacho, que con el tiempo se transformó en un hombre, en un marido y un padre de familia. Para mí, siempre va a seguir siendo ‘mi Michael’, mi segundo hijo. Él forma parte de mi familia». Rosella es clara y determinante al recordar a Michael Schumacher en una entrevista con Infobae.
Nadie conoce a un hijo más que su madre. La italiana es una de las mujeres más importantes en la vida del piloto alemán, a tal punto que él mismo llegó a considerarla como parte de su familia. Ambos mantienen una fuerte relación desde 1996, año en el que el Kaiser arribó a Ferrari.
Michael puede parecer un tanto frío y distante a primera vista. Demasiado ‘alemán’, pero no es así
Cocinera de oficio y «madre» de corazón, Rosella es la dueña del histórico restaurante Montana, el cual se encuentra justo al lado del circuito de Fiorano, al que Schumacher concurrió todos los días durante los 10 años en los que estuvo en el equipo del Cavallino Rampante. Una década en la que, entre comida y comida, ambos llegaron a conocerse en profundidad.
La historia de Michael Schumacher en la escudería de Maranello comenzó en 1996, después de haber pasado un año en Jordan y cinco en Benetton. «La primera vez que me encontré con Michael me dio la impresión de ver un muchacho un poco tímido, casi como que estaba ‘impresionado’ de haber llegado a Ferrari. Ya había ganado dos campeonatos mundiales de F1, y para él, creo, llegar a Maranello fue coronar un sueño», recuerda Rosella, que desde el día uno comenzó a entablar una gran relación con el piloto, que aún dura hasta hoy.
«Tímido, muy reservado, pero dulce, simple y espontáneo». Así lo definió. «Esa primera vez que nos vimos fue en mi restaurante. Fue el día de la presentación oficial del nuevo monoplaza. Desde entonces nos hicimos amigos y nos vimos en muchísimas oportunidades: en mi restaurante, en la pista de Fiorano, cuando le llevaba el almuerzo que cocinaba para él durante las sesiones de prueba, también nos vimos en ocasiones de algún Gran Premio en Europa, donde, naturalmente, yo alentaba por él y por Ferrari».
Rosella se ganó el corazón de Schumacher a base de íntimas charlas y un delicioso plato que cocinaba cada vez que el alemán llegaba a Montana: «Los tallarines a la bolognesa con una receta secreta que me transmitió mi mamá y de la que… ¡soy muy celosa! Un plato simple pero que inmediatamente le gustó».
Lo extraño mucho. Pienso en él todos los días, como lo hace una madre con su propio hijo.
«Michael puede parecer un tanto frío y distante a primera vista. Demasiado ‘alemán’, pero no es así. Tal vez se transformó con el tiempo. Se hizo muy pasional, expresivo y pudo transmitir las emociones que sentía. Es decir, mucho más ‘italiano'», asegura la cocinera a Infobae y agrega: «Entre nosotros se ha desarrollado un feeling muy particular que nos permitió ser amigos, y hasta se transformó en un segundo hijo para mí».
Así como Schumacher se convirtió en un segundo hijo, ella se volvió una madre para él, a tal punto que el ambiente de la Fórmula 1 la conoce como la gran Mamma Rosella, un apodo que le puso el germano y que adoptaron todos los pilotos que pasaron por Ferrari (incluido Sebastian Vettel).
«Él me puso ese apodo. Fue durante una entrevista con una revista semanal en donde hablaba de su ‘Mamma italiana’ que en muchas ocasiones le cocinaba en Maranello. Al día siguiente nos vimos y me gritó «Mamma» y, desde entonces, todos me llaman Mamma Rosella, la madre italiana de Michael».
Fueron 10 años de cientos de charlas en su cocina: pasiones, familia, la relación con su madre y demás. «A Michael le gusta nuestro modo de vida, simple y basado en las relaciones humanas, sinceras, verdaderas. Él es muy afectuoso con Corinna, su mujer, y con sus hijos», reconoce.
Estoy siempre en contacto con su familia a través de Sabine Kehm
181 carreras, 115 podios, 91 victorias y cinco campeonatos mundiales fueron algunos números de Schumacher en Ferrari hasta su retiro momentáneo en 2006: «¡Nunca nos dijimos adiós! Me sentí bastante triste cuando él dejó la escudería, pero nuestra relación de amistad continuó sin cambiar con el paso del tiempo».
La distancia no los separó y, en su regreso a la Fórmula 1 en 2010, con Mercedes, siguieron viéndose: «Siempre seguimos en contacto con Michael. Cuando podía, venía a encontrarse conmigo a mi restaurante; hemos pasado juntos tardes hermosísimas hablando de todo, ya sea del pasado y de los lindos recuerdos, de nuestras familias, de nuestros amigos en común y de sus futuros proyectos».
Sin embargo, la peor noticia llegó el 29 de diciembre de 2013.
—¿Cómo se enteró del accidente?
—Estábamos con mi marido de vacaciones en el mar. Mi hijo me llamó por teléfono y me contó del accidente, que, en un principio, no parecía particularmente grave. Después, Luca Badoer (amigo de Michael y ex piloto de Ferrari) me informó de la gravedad del accidente y de las condiciones en que estaba Michael.
—¿Pudo hablar con su entorno al enterarse de lo que había sucedido en la estación alpina de Meribel?
—Estoy siempre en contacto con su familia, a través de Sabine Kehm, histórica portavoz y manager de Michael, a quien conozco desde hace muchos años.
—¿Lo extraña?
—Sí, claro. Lo extraño mucho. Pienso en él todos los días, como lo hace una madre con su propio hijo. Es verdaderamente mi segundo hijo. Es difícil explicar lo que es Michael Schumacher para mí. Él es una persona muy especial. Me dio mucho afecto. Hoy, tal vez más que ayer, está siempre presente en mis pensamientos, porque nuestra ligazón afectiva es muy fuerte, así será siempre.
—¿Quién es Michael Schumacher?
—Es difícil explicarlo con palabras. Es alguien especial, que cuando llegó era un joven un tanto introvertido y muy curioso por descubrir una realidad totalmente nueva para él. Diez años después se transformó en un piloto legendario, pero, además, en un padre de familia, muy dulce y dedicado a su mujer y a sus hijos, como también a sus amigos y a su mamma italiana, por supuesto.