Los hermanos regresaron con show temático de la elogiada era de la banda brasileña en un Teatro Cariola totalmente vendido
Por: Diego Puebla
Fotos: Víctor Galvez
Gentileza: AgendaMusical
Los hermanos regresaron con show temático de la elogiada era de la banda brasileña en un Teatro Cariola totalmente vendido
Sepultura es la pieza clave. Formada en el 84 por los hermanos Max e Igor Cavalera, en Belo Horizonte, importante ciudad de Brasil y parte del Estado de Minas Gerais pensada para ser capital política y administrativa del Estado, representa la quinta ciudad con el PIB más alto del país. En el contexto histórico, enfrentaban en aquellos años una dictadura militar que sirvió como envión artístico para reflejar en música la represión que vivía sus compatriotas.
Ante esto, pasaron los años y el nivel en composición se incrementó al igual que el éxito. Tras el paso de “Morbid Visions” (1986) y “Schizophrenia” (1987) cortes vinculados al death/thrash metal, la agrupación tomó ribetes más complejos en lo sonoro y los hermanos Cavalera sumados a Andreas Kisser y Paulo Jr. marcaron la historia del género con “Beneath the Remains” (1989) y “Arise” (1991), siendo conocidos a nivel mundial. Después vendría “Chaos A.D.” y “Roots” el coqueteo con el nu-metal y la creación de Soulfly que es harina de otro costal. Pero si es importante, que luego del lanzamiento de los dos últimos discos mencionados, sale abruptamente del conjunto el mayor de los Cavalera en 1996. Diez años después, abandona Iggor para reagruparse y formar Cavalera Conspiracy. Proyecto que los trae nuevamente a Chile, con un nuevo show temático de la era más veloz de la banda sudamericana más grande del metal. Anteriormente lo hicieron con “Return to Roots”, ahora con “Arise – Beneath The Remains).
El Teatro Cariola estaba dispuesto para la llegada en masa de la fanaticada chilena, pero una difícil entrada al lugar se vivió en la previa del espectáculo. Debido a los angostos ingresos del local, además de la poca ayuda de los asistentes que se agolpaban forcejeando entre ellos para lograr saltarse la fila fueron los momentos más álgidos que no pasó afortunadamente a mayores.
A las 21:00 horas puntual apareció el cuarteto con una bandera chilena a la derecha y la de Brasil a la izquierda. La entrada de “Beneath The Remains” demostró de inmediato como sería la noche. Un tremendo mosh en la planta baja acompañaba el sonido de Marc Rizzo y los Cavalera, donde “Inner Self”, “Stronger Than Hate” o “Mass Hypnosis” servían para rememorar a los cientos de asistentes que sobrepasaban la barrera de los treinta y cinco años el momento de apogeo de los cariocas. Luego de “Primitive Future” el segundo disco a recordar, “Arise” salía a la palestra con “Desperate Cry”, “Altered State” o “Infected Voice”. Además de los covers “Orgasmatron” y “I Believe in Miracles” de Ramones.
Una hora veinte de la ejecución al gusto del consumidor, rápido, directo y sin adornos hizo casi rebalsar el clásico lugar de San Diego en una muestra de la mejor versión de los hermanos ejecutando a su ex banda. Con un óptimo sonido, que es lo máximo que puede entregar el lugar de San Diego, logró el cometido de volver por unos momentos a una época dorada de los sonidos extremos del lado sur de planeta. ¡Sepultura! ¡Sepultura! gritaban los chilenos después de “Dead Embryonic Cells”, a lo que la voz de la agrupación agregó: “¡Verdadero! ¡Sepultura!”, generando alaridos y venias de los asistentes en una diferencia que aún no termina y se ha trasladado a los fans. Los que mantienen el nombre y los formadores seguirán disputando una guerra ideológica, por mantener el nombre de Sepultura en alto. Aquel 13 de noviembre en Santiago, Max e Igor ganaron una batalla en la mejor presentación basada en sus orígenes que se ha visto últimamente.