Esta no es la primera vez que lo hace, y cuando la policía le preguntó por qué, respondió que estaba aburrido.
El pasado domingo 4 de noviembre, un niño de 11 años le robó el auto a la madre porque ella le había quitado su PlayStation y, al ser sorprendido por la policía, se dio a la fuga, desatando una persecución de hasta 144 kilómetros por hora en plena ciudad. Y por si fuera poco, es la segunda vez que esto ocurre en la familia en casi un año.
El chico fue arrestado después de chocar el vehículo, un Dodge Durango 2013, contra un camión estacionado en la calle de West Chaaf. Interrogado por la policía, dijo que había chocado porque en ese momento no estaba prestando atención al volante, no por la velocidad a la que conducía. Con el impacto, el Dodge se volcó, pero el niño logró salir y se desplomó en la calle. Lo llevaron al hospital MetroHealth y no tuvo mayores complicaciones.
El hecho ocurrió en el barrio de Brooklyn en Cleveland, Ohio. Después que discutieron porque la madre le había quitado la consola, ella se fue a dormir y creyó que él había hecho lo mismo. Más tarde, cuando recibió una llamada del padre del menor, se dio cuenta de que le faltaban las llaves del Dodge.
El padre le dijo que acababa de verlo pasar conduciendo el vehículo por la esquina de la calle 117 y la Avenida Memphis. Comenzó a perseguirlo, y fue entonces cuando el chico lo despistó ocultándose en el estacionamiento de un cuartel de bomberos.
Un auto patrullero que acababa de doblar en la esquina inmediata lo vio entrar allí, y fue a su encuentro pensando que se trataba de alguien en busca de ayuda. Se detuvieron detrás del Dodge, que en seguida dio una vuelta, salió a la Avenida Memphis y huyó a toda velocidad en sentido contrario al tráfico. «Está huyendo de mí», dijo la agente en el auto patrullero, que al momento inicia la persecución.
El reporte posterior de las autoridades establece que lo persiguieron a velocidades de entre 70 y 90 millas por hora, y que la carrera incluyó pasar en rojo varios semáforos.
Para no poner en peligro a otros automovilistas, los policías aminoraron la velocidad después de avanzar alrededor de cuatro millas y se comunicaron con los demás patrulleros en servicio. Indicaron el rumbo por donde iba, y en una esquina otro patrullero retomó la persecución.
«!No pasen por esa intersección! Ahí viene un carro», se les oye decir después que una camioneta cruza la calle con la luz verde. De inmediato, el Dodge Durango conducido por el niño pasa a toda velocidad.
Más de una vez el niño apagó las luces del Dodge para escapar de la policía. Pasaron 25 minutos desde que dejaron de perseguirlo hasta el momento en que chocó contra el camión estacionado.
La primera persecución ocurrió el 26 de octubre del año pasado. Fue temprano en la mañana, mientras el niño esperaba que la hermana mayor lo llevara al colegio. En vez de esperar tranquilamente, se sentó al volante y salió de la casa. La madre hizo lo mismo en su auto y empezó a seguirlo, hasta que avisó a la policía y los patrulleros la reemplazaron en el seguimiento. Esa vez subió a una autopista y cuando un policía se le acercó y le hizo señas para que se detuviera, negó con la cabeza y aceleró. Fue llevado ante una corte juvenil, pero el juez lo consideró incompetente para enfrentar juicio y anuló el caso.
Dos semanas antes había robado el auto de la madre y lo condujo en una autopista hasta que se le reventaron tres neumáticos. Cuando los policías le preguntaron por qué lo había hecho, dijo que estaba aburrido.
Y en ninguno de los casos hubo lesionados.
De acuerdo con reportes policiales, el niño sufre trastornos de conducta, es bipolar y desafiante y padece de falta de atención. Ahora está en el Centro de Detención Juvenil del Condado de Cuyahoga y aún no se han presentado cargos contra él.