Vecinos del sector donde se formó la banda donaron paredes para que el artista plástico Javier Quintana homenajee a Chizzo Nápoli, Tete y Tanque Iglesias.
El pasado domingo 16 a la tarde Tete, el bajista de La Renga, contempla el trabajo que el artista plástico Javier Quintana recién había terminado en el Pabellón 1 del barrio Los Perales de Mataderos: un Tete pintado con acrílico y aerosol de más de 9 metros de alto, con su bajo, rodeado por los tatuajes que lleva en su cuerpo y las siglas LMDS -de «Los mismos de siempre», como se hacen llamar los seguidores de la banda-. El bajista acota mientras no deja de mirar el mural: «Está espectacular».
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Este mural es el último de los cuatro que Quintana ha realizado como homenaje por los 30 años de La Renga, aniversario que se cumple este Año Nuevo.
«Lo dejé a Tete para el final porque creo que representa todo lo que es el grupo. Por algo le decimos el alma», asegura el artista en conversación con Rolling Stone Argentina, que antes pintó a Tanque en las intersecciones de Gordillo y Garzón, a Gustavo «Chizzo» Nápoli en la entrada del barrio Justo Suárez en Alberdi y Lisandro de la Torre, y a los vientos en el Club Cardenas (en Cardenas y Gregorio de Laferrere) con la ayuda de Daniel Orellana, quien facilitó la estructura para trabajar, y los artistas Flor Moggia, Claudio Pampillón, Pol «Supertramp» y Beba Paz. «Como tenía cuatro espacios quise dejar lugar para hacerlos más grandes a cada uno y así reflejar esa grandeza. Más allá de la música, su mensaje se hace carne y lo llevamos a la acción», agrega.
Pintar era solo un hobby para Quintana. Pero desde que se llevó los materiales a Villa Rumipal, Córdoba, y pintó la frase «cuando pase la tormenta nada nos detendrá» de la canción «Corazón Fugitivo» en el ingreso del predio donde tocaba La Renga en 2015, el arte pasó a ocupar cada vez más tiempo en su vida. Mientras cuenta cómo eso se transformó en una demostración de amor para el trío de Mataderos, dice: «Era algo que tenía reprimido y gracias a su música y su hablar de la libertad lo pude expresar. Quería agradecerles porque a mí y a muchos más nos cambiaron la vida.»
Cuando tuvo la idea de la pintada, Quintana salió a recorrer las calles buscando paredes vacías, pero no encontró y tampoco consiguió permisos. Fue ahí cuando decidió contar su propuesta en redes sociales. Tuvo tantos comentarios de vecinos de Mataderos ofreciendo un lugar para que realice su obra que terminó cerrando la publicación. Y cuando anunció que el mural del bajista sería el que cerraría la serie, el mismo Tete confirmó su asistencia.
El músico se sacó fotos con Quintana frente al dibujo, y además aceptó subir a tocar junto al grupo La Bella Época, que realizó un show como parte de la celebración del aniversario. Juntos hicieron «Lo frágil de la locura» y «El final es donde partí» frente a un grupo de vecinos que con su pogo convirtieron a las calles del barrio en una versión reducida del campo de un recital. «Con la carita que puso Tete mirando el mural ya está. Todo lo demás es bonus track», asegura Quintana que ahora necesita conseguir nuevos materiales para seguir pintando a la banda de sus sueños. «Me llamaron para hacer un quinto mural con toda la banda, pero nos quedamos sin nada. Si la gente colabora lo podemos hacer. Es por la pasión. No cobramos plata por esto», explica.