El equipo de Klopp arrolló al Oporto sin despeinarse. El tridente celebró un gol por cabeza. También se apuntó Van Dijk. Será el rival del Barça en semifinales.
Sin hacer su partido más brillante y con la peligrosa sensación de que puede dar mucho, pero que mucho más, pero lo cierto es que el Liverpool se marcha de los cuartos de final contra el Oporto con un 1-6 en el marcador global. Los tantos de Salah, Mané, Firmino y van Dijk sirvieron para doblegar a unos portugueses que salieron con un ímpetu tremendo pero que solo consiguieron ver puerta por medio de Militao cuando la eliminatoria ya estaba más que sentenciada. En semifinales espera el Barcelona, que ayer barrió sin piedad al Manchester United de Paul Pogbá.
Los reds se veían tan sobrados de cara al encuentro que Firmino se quedó en el banquillo por Origi, que desplazó a Mané a la punta de ataque, y Wijnaldum y Milner acompañaron en el centro del campo a Fabinho. Los ingleses solo habían perdido cinco partidos hasta la fecha, solo uno por una diferencia de dos goles, y nada parecía indicar que los portugueses fuesen a completar una machada que se antojaba imposible. Y aun así, a los 15 segundos, Corona ya había enviado un balón que lamió la escuadra de Alisson.
El mexicano se convirtió en el mejor de los suyos y del partido durante los primeros 25 minutos en los que los portugueses pasaron literalmente por encima de los reds, incapaces de hilar una sola jugada, pero la falta de puntería de jugadores como Marega, que le puso más ganas que puntería, terminó costando muy caro a los locales.
A los 26 minutos, en la que era prácticamente la primera aproximación de los de Klopp a los dominios de Casillas, un buen pase de Salah entre líneas terminó con el gol de Mané. El árbitro señaló fuera de juego, pero el VAR, en una nueva constatación de lo importante que es a pesar de las críticas que recibe, demostró que el senegalés estaba en línea a pesar de que ni siquiera él mismo se lo creía.
El tanto mató a los Dragones, que no conseguían entender cómo era posible que a pesar de haber puesto todo el fútbol y toda la intención de la que habían carecido los ingleses fuesen por delante en el marcador. El problema es que los de Klopp, que tenían una ventaja extraordinariamente cómoda en la eliminatoria, tampoco mejoraron demasiado, por lo que el partido entró en una fase de confusión con la que solo podía acabar el descanso.
Pero para lo único para lo que sirvió fue para que el Oporto se diese cuenta de que necesitaba cuatro goles para pasar la eliminatoria, lo que le hizo bajar los brazos a pesar de seguir llevando la iniciativa en el juego. Aun así, una vez más sin ser la consecuencia de un dominio constante, el que volvería a marcar sería el Liverpool gracias a un fenomenal pase entre líneas de Alexander-Arnold que dejó solo a Salah ante Casillas para aumentar aún más la distancia.
El tanto de la honra lo pondría Militao con un cabezazo imperial a la salida de un córner poco después, aunque de poco le serviría a los portugueses. Lo cierto es que el brasileño se desempeñó mucho mejor como lateral derecho que como central izquierdo en Anfield, donde sufrió muchísimo con las acometidas de Salah y el mal partido de Alex Telles en el lateral.
Ya con espacios y con los locales derrotados, los reds aprovecharon para crear un mano a mano, enviado por Mané al limbo con Casillas ya batido y la portería vacía, y un contraataque que terminó con el cabezazo de Firmino que ponía el 1-3 en el marcador. El marcador se volvería más contundente, quizás de forma excesiva teniendo en cuenta lo visto en ambos partidos, con el testarazo de van Dijk, sentenciando los cuartos y mandando un mensaje directo al Fútbol Club Barcelona.