A propósito del trailer de la nueva película del Joker, “Guasón”, en donde vemos a un siniestro Joaquin Phoenix interpretando al payaso psicópata del universo DC, reaparece la pregunta de siempre, ¿por qué dan miedo?
El miedo a los payasos es más frecuente de lo que pensamos, de hecho esta fobia tiene un nombre: coulrofobia. Pero la respuesta a este curioso miedo que causa alguien que debería divertirte parece estar en la incertidumbre.
Esta teoría fue apoyada por el reconocido psicoanalista, Sigmund Freud en “Lo Inquietante” (Das Unheimliche), de donde se puede concluir que al ver la cara de un payaso, que es similar a una cara normal pero al mismo tiempo distinta, además de que el maquillaje oculta sus verdaderas emociones, nuestro cerebro procesa que algo no está bien, lo cual implica incomodidad.
Los payasos y su expresión facial permanente, fijados entre un estado de risa y llanto, crean una sensación de caos y de histeria en el espectador. «Se visten como un niño con colores brillantes, invitándonos a mirarlos, pero hay una amenaza», explica a la BBC, el Dr. Richard Talbort, profesor titular de la Universidad de Stanford.
«Existe el temor de traicionar tus emociones. Cuando nos estamos riendo, estamos fuera de control, y es una línea muy fina entre reír, llorar y gritar», añade.
Además del rostro, está la forma de su cuerpo y su manera de actuar. Los payasos no siguen las normas sociales ni al vestirse ni al caminar, por lo que su imprevisibilidad es algo que causa tanta desconfianza como los borrachos en el transporte público o las personas que gritan sobre el fin del mundo en la calle, personas que son evitadas e ignoradas porque muchas veces representan una amenaza.
Finalmente y sumado a lo anterior, la cultura pop no parece haber amenizado el rol de los payasos. Diversos libros y películas han mostrado a los payasos como seres diabólicos como Pennywise de «It», Killjoy de la serie de películas «Killjoy», y el Captain Spaulding de «House of 1000 Corpses». Esto sin contar al clásico villano de Ciudad Gótica, el propio Guasón.