El DT tomó decisiones. Una de ellas fue evitarse problemas internos. Tenía la posibilidad de elegir a los mejores, dar un golpe de autoridad, evitar murmullos y comentarios.
Por Cristian Arcos, As.com
Partamos por lo obvio. El técnico de la selección está facultado para nominar a los futbolistas que estime conveniente, a los que él considere necesarios para realizar el juego que pretende. La opinión de los que estamos afuera no tiene ninguna relevancia.
Sigamos con lo obvio, solo al final del torneo se podrá evaluar en propiedad si Reinaldo Rueda tenía razón en convocar a los jugadores que eligió para la Copa América. Los de afuera, con el diario del lunes, volveremos a opinar y otra vez nuestra voz no tendrá relevancia alguna, porque lo importante es lo que digan los dirigentes tras el torneo continental.
Tercera obviedad, en la selección no siempre están los mejores, sino los que el técnico escoge. Siempre ha sido así y con Reinaldo Rueda no fue la excepción.
En un país como Chile las convocatorias no generan grandes remezones. El universo de jugadores es estrecho. Siempre hay dos o tres nombres que llaman la atención, ya sea por ausencias o presencias inesperadas. Esta vez la historia corre por la misma vertiente. Kuscevic, Larrondo, Puch, jugadores que podían estar considerados, pero casi no habían jugado en la Roja. Parte del debate, nada más.
El problema surge porque Rueda ha sido coherente en algunas cosas y en otras es difícil de descifrar. El 15 de noviembre del 2018 dijo en conferencia de prensa que «si me tengo que ir por alinear a Fernandes y Sagal, me voy feliz». Ambos están en la convocatoria. Dijo que el recambio era algo inevitable, pero casi la mitad el grupo elegido viene trabajando desde Marcelo Bielsa en adelante. El regreso de Gonzalo Jara, con un amistoso en el cuerpo, grafica este punto.
Como ya era sabido no están en la lista ni Claudio Bravo ni Marcelo Díaz. El entrenador podrá esgrimir razones futbolísticas, físicas, anímicas, mentales, para excluir a los campeones de América. Pero ninguna de esas razones es tan potente como para explicar cómo no entran en una nómina de 23 jugadores. Al menos como parte el grupo. Por primera vez en la historia el campeón argentino cuenta con tres jugadores chilenos en su plantilla: Gabriel Arias, Marcelo Díaz y Eugenio Mena. Dos de los tres no fueron considerados por Rueda. Es su derecho, su facultad, pero no deja de ser al menos curioso. Todos sabemos que en otras circunstancias Claudio Bravo habría sido considerado, aunque viniera recién recuperándose de una lesión y tuviera poco fútbol en el cuerpo. Al menos en la suplencia, pero no fue así. El regreso de Eduardo Vargas es una buena noticia, aunque tampoco ha sido titular cabal. De 33 partidos jugados hasta ahora por Tigres, arrancó de titular en 18, siendo reemplazado en 15 de ellos. Pero Vargas siempre cumple en la Roja. Fue perdonado por el entrenador, pese a que en un momento dijo que su exclusión era «tema cerrado».
Reinaldo Rueda tomó decisiones. Una de ellas fue evitarse problemas internos. Tenía la posibilidad de elegir a los mejores, dar un golpe de autoridad, evitar murmullos y comentarios, pero no se atrevió. Esquivó el bulto. Ojalá la apuesta le resulte, por el bien de todos, incluida su continuidad tras la Copa América.