Arqueólogos encontraron en un cementerio chino, rastros de cannabis dentro de las tumbas.
Arqueólogos desenterraron en 2013 un cementerio en Jirzankal, en el occidente de China, situado a más de 3.000 metros de altura en la meseta del Pamir. Se localizaron más de 30 tumbas y su data sitúa los entierros entre hace 2.560 y 2.370 años.
En las tumbas, cubiertas de capas circulares de piedras de ambos colores, se encontraron pequeñas arpas, cuentas de cristal y braseros de madera con piedras quemadas. Dentro de los pequeños braseros parecía no haber nada, pero una revisión de la superficie interior y de los guijarros descubrió restos orgánicos.
Con dos técnicas de análisis químico, cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas y GC-MS, los científicos pudieron estudiar 20 miligramos de polvo de los braseros y varias piedras. En todas las muestras identificaron la presencia de cannabinol (CBN), cannabidiol (CBD) y cannabiciclol (CBL). Los tres son componentes de la marihuana.
«Son las muestras más antiguas de cannabis fumado», explica a El País el investigador de la Universidad de la Academia de Ciencias China y coautor del estudio, Yimin Yang.
Colocaban partes de la planta en el brasero y sobre ellas las piedras calentadas al fuego hasta que subiera el humo. «Podemos decir con un alto grado de certeza que usaban el cannabis en alguna forma de práctica ritual funeraria», comenta el director del laboratorio Robert Spengler.
La idea entre los científicos es que el cáñamo fue domesticado en zonas de Asia para distintos usos hace milenios: como alimento con sus semillas, para obtener aceite y como fibra para tejidos.
En el estudio publicado en Science Advances los investigadores concluyen que el compuesto más presente es el cannabinol. Se trata de un producto de la descomposición por oxidación del componente más psicoactivo de la marihuana, llamado tetrahidrocannabinol (THC).