Los presos pasan 23 horas aislados y el único contacto con el mundo exterior es una pequeña ventana de 10 centímetros de ancho.
Joaquín “El Chapo” Guzmán es considerado uno de los narcotraficantes más importantes y peligrosos del último tiempo. El otrora líder del Cartel de Sinaloa ha sido comparado con Pablo Escobar por el poder que tenía dentro y fuera de México, además de las toneladas de dinero que poseía.
Sin embargo, el presente del Chapo es diametralmente distinto a lo que era su vida hace un par de años, ya que este miércoles un tribunal estadounidense lo condenó a cadena perpetua más 30 años adicionales por internar toneladas de cocaína y metanfetaminas a Estados Unidos durante el último cuarto de siglo.
Tras el juicio, que duró tres meses, el jurado declaró a Guzmán, de 65 años, culpable de 10 delitos de narcotráfico, posesión de armas y lavado de dinero, entre otros. Por ello, el juez federal de Brooklyn, Brian Cogan, estuvo obligado a aplicarle la cadena perpetua.
Debido a que ya en dos oportunidades se fugó de cárceles mexicanas, lo más probable es que el “Chapo” cumpla su condena en la prisión de máxima seguridad ADX Florence (cuyo nombre oficial en inglés es United States Penitentiary Administrative Maximum Facility), conocida como la “Alcatraz de las Rocallosas”, ubicada en Florence, Colorado y en la que cumplen condenas miembros de Al Qaeda y de la FARC.
Esta prisión fue inaugurada en 1994 y los presos casi no tienen contacto con el mundo exterior y pasan la mayor parte del día encerrados en sus celdas, ya que tienen 23 horas de aislamiento.
Las celdas miden siete metros cuadrados y están construidas de hormigón. Además tienen duchas automatizadas y están diseñadas para evitar que cualquier ruido salga o ingrese a la habitación. El único contacto con el mundo exterior es una pequeña ventana de 107 cm de alto por 10 de ancho.
Los presos tienen permitido solo 10 horas de ejercicio a la semana y siempre deben estar acompañados por guardias si es que abandonan la celda.