Se trata del proyecto Teetertotter Wall que busca que niños mexicanos y estadounidenses jueguen y fortalezcan los lazos entre ambas comunidades.
La política migratoria de Donald Trump ha puesto nuevamente los ojos en la frontera que divide Estados Unidos y México, conocida por ser una peligrosa zona de contrabando y narcotráfico, pero también es para muchos migrantes el símbolo del distanciamiento de muchas familias que viven en ambos lados de la frontera.
Y los que más sufren con esta división son los niños, que no entienden (y no tienen obligación de hacerlo) por qué no pueden estar todos reunidos.
Como una forma de hacer más llevadera esta división, un arquitecto instaló tres balancines (o subibaja) en el muro fronterizo que está ubicado en Parque Sunland, entre Nuevo México y Ciudad Juárez.
Se trata del proyecto Teetertotter Wall, liderados por el arquitecto Ronald Rael de la Universidad de California en Berkley, y Virginia San Fratello de la Universidad Estatal de San José.
La idea es que sea un “punto de apoyo para las relaciones México-EEUU”, dice Rael, que tuvo como intención permitir que niños mexicanos y estadounidenses jueguen y fortalezcan los lazos entre ambas comunidades, y así hacer “más pequeño” el muro que los divide.