El territorio fue disputado hasta 1931 entre Francia, México y Estados Unidos.
Las isla Clipperton o Isla de la Pasión como también se le conoce, es un atolón coralino ubicado en el océano Pacífico norte, cuyo punto más cercano a tierra firme es Punta Tejupan, en Michoacán, México. Con poco más de seis kilómetros cuadrados de superficie, el terruño abandonado escondería un tesoro pirata y hasta hace unas décadas era motivo de conflicto entre al menos tres países.
En 1521, Fernando de Magallanes fue el primero en describir la isla. Desde su embarcación divisó la pequeña porción de tierra, la describió y la incluyó en sus cartas de navegación, pero nunca llegó a desembarcar en ella. Por eso, a pesar de ser oficialmente su descubridor, la legitimidad de la isla quedó en un limbo que supo aprovechar en 1705 el pirata inglés John Clipperton, quien estableció el islote como su base de operaciones en el Pacífico norte. Y además le dio nombre al lugar.
Clipperton estuvo durante más de una década escondido en la isla, desde la que atacaba a los navíos españoles que navegaban por las rutas del Pacífico. La leyenda afirma además que en aquella isla perdida se encuentra uno de los mayores botines de oro nunca descubiertos por el ser humano, enterrado en algún punto indefinido, donde Clipperton puso todo lo robado.
Ya hacia 1715, Clipperton abandonó la isla para lanzarse a nuevas aventuras en otros mares, una situación que fue aprovechada por Martin de Chassiron y Michel Dubocage, dos capitanes franceses, para redescubrirla y renombrarla como Isla de la Pasión, reclamándola bajo la soberanía francesa al asegurar que un pirata no tenía derecho sobre ninguna posesión legal, recoge El Confidencial.
En ese momento a la isla se le dio escaso valor económico, lo que hizo que pronto quedara olvidada. En 1821, cuando México se declaró independiente, reclamó la isla como parte de su territorio. Pero años después, llegó un tercer país en disputa: Estados Unidos. La isla era famosa por el guano -sustancia formada por los excrementos de ciertas aves marinas- y la Compañía Minera Estadounidense del Guano la reclamó para su país.
Al término de la I Guerra Mundial, los tres países implicados pelearon por los derechos de la isla, que no se resolvieron hasta 1931. La Santa sede encomendó al Rey Víctor Manuel III que mediara en el conflicto, quien decidió que Francia fuera la heredera de la isla Clipperton. Desde entonces, está en poder galo, pero su valor es prácticamente nulo, más allá de alguna expedición científica en la que incluso participó Jacques Cousteau. Por supuesto, el tesoro de John Clipperton nunca ha sido encontrado.