“No hay ninguna advertencia y mi oftalmólogo jamás me lo dijo”, señala Nick Humphreys.
Seguramente muchas de las personas que utilizan lentes de contacto no saben del peligro que corren al bañarse en la ducha con ellos. Algo que también ignoraba Nick Humphreys, un británico de 29 años que quedó ciego de un ojo por no sacárselos antes de meterse a la ducha.
Humphreys, futbolista amateur y periodista, desde los cuatro años usó lentes ópticos, pero debido a que le incomodaban cuando hacía deporte, decidió cambiarlos por unos de contacto. “Pensé que eran lo mejor que que se había inventado nunca”, dice a Daily Mail.
No tuvo problemas hasta que un día, tras salir de la ducha, notó que tenía una pequeña herida en el ojo derecho, sin embargo, no le prestó mayor importancia. “Durante unos días usé gotas para los ojos y reduje el brillo del teléfono y la computadora, que parecía funcionar”, dice.
Al ver que la lesión no desaparecía fue al médico y ahí le diagnosticaron una úlcera en el ojo. Tras los exámenes correspondientes supo que tenía queratitis por Acanthamoeba, es decir, tenía dañada la córnea.
“Si hubiera sabido lo peligroso que era usar lentes en la ducha, nunca lo habría hecho. No hay ninguna advertencia y mi oftalmólogo jamás me lo dijo”, señala.
Esto lo afectó emocionalmente lo que le provocó una profunda depresión que le impedía trabajar e incluso dormir, por el miedo a perder la visión por completo.
“He perdido 18 meses de mi vida debido a algo tan simple como ducharme con lentes de contacto. Si recupero mi vista, nunca más volveré a ponerme estos lentes”, dice.
Los médicos le indicaron que la única solución para recuperar la vista de su ojo derecho era someterse a un trasplante de córnea. Hoy Nick trabaja en Fight for sight, una fundación que tiene como objetivo crear conciencia sobre el peligro de usar lentes de contacto en la ducha o natación.