Eran llamados las “águilas de la construcción” y se llegó a especular de que tenían una mutación genética que los hacía “inmunes” a las alturas.
El grupo de indios mohawk hizo historia en el mundo luego de llevar a cabo las hazañas más peligrosas de la época: ¡Construir los rascacielos de Manhattan!
Según informa el sitio Playground, este grupo de avezados albañiles eran llamados las “águilas de la construcción” y fueron los responsables del histórico skyline de la ciudad de Manhattan en Estados Unidos. Hicieron historia durante la primera mitad del siglo XX, gracias a su increíble habilidad para sortear las alturas y, aparentemente, sin vértigo que pudiera mermar la misión de construir los edificios más altos de la época.
El particular grupo llamaba la atención por la soltura con la que se desplazaban a una gran cantidad de metros, al punto que se comenzó a especular que tenían una particular mutación genética que los hacía “inmunes” a las alturas.
El mito de su habilidad se remonta a las tierras de Canadá, a fines del siglo XIX. El puente Victoria pasaba sobre el río San Lorenzo. Allí, se ubicaba una reserva Mohawk de la que la constructora obtuvo mano de obra para la construcción. Luego de eso, se dieron cuenta de su gran agilidad para moverse entre estructuras aéreas, sin miedo alguno.
Su gran desplante los llevó rápidamente a otros proyectos de difícil construcción y, junto al auge de la industria inmobiliaria en la ciudad de Nueva York, cientos de Mohawks se mudaron para levantar edificios tan icónicos como el Rockefeller Center, el Chrysler Building y las Torres Gemelas.
A pesar de que gran parte del trabajo realizado en los monumentos más importantes de la Gran Manzana fueron hechos gracias a los Mohawks, la prensa los obvió, solo mencionando a los trabajadores estadounidenses y canadienses.
Y aunque la prensa no los adoraba, para los Mohawks eso no era un problema, pues entraban a las obras con solo 16 años y forjaban un nombre a lo largo de su carrera.
Actualmente, los hombres del linaje continúan en la industria, sin embargo, deben pasar pruebas mucho más duras que hace cien años, debido a la industrialización y a los altos estándares que requieren las obras en la actualidad. Y aunque nadie pudo resolver si efectivamente sufrían de vértigo o no, el periodista y escritor Michel Moutot reveló: “Tenían vértigo, pero también experiencia”