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Elton John: «La cocaína me convirtió en un monstruo»

En su nueva autobiografía, el legendario músico británico describe la "confianza y euforia" que le hacía sentir esta droga, que lo llevó en una oportunidad a quedarse tocando en un concierto de The Rolling Stones sin ser invitado.

Hector Muñoz |

Elton John cocaína

En su nueva autobiografía, el legendario músico británico describe la «confianza y euforia» que le hacía sentir esta droga, que lo llevó en una oportunidad a quedarse tocando en un concierto de The Rolling Stones sin ser invitado.

En un nuevo episodio de las memorias de Elton John en su libro autobiográfico «Me: Elton John», que saldrá a la venta el martes 15 de octubre, el legendario músico británico relató como el consumo de cocaína lo convirtió en un monstruo violento.

El cantante recuerda haber empezado a tomar la droga en 1974: «Me gustaba cómo me hacía sentir. Esa sacudida de confianza y euforia, la sensación de que de repente podía abrirme, de que no me sentía tímido o intimidado, de que podía hablar con cualquiera».

Aunque asegura que nunca fue el tipo de drogadicto que no podía salir de la cama sin una línea, o que necesitaba tomarla todos los días, admite que su «apetito por la droga era increíble», a tal punto de atraer comentarios en los círculos en los que se movía: «Dado que yo era una estrella de rock que pasaba mucho tiempo en Los Ángeles de los años 70, esta no era una hazaña insignificante».

Una anécdota que él describe como desafortunada ocurrió en Cannes en junio de 1983, cuando se le despertó con una terrible resaca por su asistente personal en su hotel: «Me sentía peor que después de la fiesta de fin de año de Ringo Starr en 1974, que comenzó a las ocho de la noche y terminó alrededor de las tres y media de la tarde al día siguiente».

Con dolor en todo el cuerpo -especialmente en la mano-, su asistente lo llevó a su propia habitación de hotel, donde encontró «una escena de total devastación. No había ni un solo mueble intacto, excepto la cama».

Luego explica cómo la noche anterior, justo antes de una grabación para «I’m Still Standing», se encontró con Duran Duran en el lobby de su hotel y aceptó tomar unas copas con ellos para relajarse antes de ir al set. Según su relato, Elton John bebió hasta ocho martinis de vodka y tomó «un par de líneas de coca» en sólo una hora. Lo que ocurrió después depende de a quién le preguntes, ya que ni el propio compositor lo recuerda: «Aparentemente, volví al video, exigí que empezaran a rodar las cámaras, me quité toda la ropa y empecé a rodar desnudo por el suelo. Mi entonces manager John Reid estaba allí, actuando como extra en el video, vestido como un payaso. Se quejó conmigo, una intervención que tomé muy mal. Tan mal, de hecho, que le di un puñetazo en la cara, amaneciendo con dolor en la mano».

En otro episodio desafortunado, Elton John recuerda que Keith Richards lo miró fijamente durante un concierto de los Rolling Stones en Colorado en 1975 por quedarse más de lo esperado en el escenario como invitado especial: «Si no hubiera estado falopeado de la cabeza cuando los Rolling Stones aparecieron en Colorado y me pidieron que subiera al escenario con ellos, podría haber interpretado Honky Tonk Women, saludar a la multitud y salir». Pero la cocaína le daba demasiada confianza, como aprendió por las malas: «En vez de irme, decidí que me estaba yendo tan bien que me quedaría y tocaría con el resto del grupo, sin antes tomar la precaución de preguntar a los Stones si querían un tecladista auxiliar. Por un momento, pensé que Keith Richards no dejaba de mirarme porque estaba impresionado por la brillantez de mis improvisadas contribuciones a su obra. Después de un par de canciones, finalmente penetró en mi cerebro que la expresión de su cara no era realmente sugestiva de una profunda apreciación musical. Rápidamente me escabullí, notando que Keith seguía mirándome de una manera que sugería que discutiríamos esto más tarde, y decidí que sería mejor que no me quedara para la fiesta después del show».

Reflexionando sobre estos episodios, Elton John concluye que la razón por la que tomaba cocaína iba más allá del deseo de una sacudida de energía: «Eso era pura mierda, por supuesto. Estaba lleno de energía, era curioso, tenía sentido del humor y sed de conocimiento: no necesitaba una droga para hablar con la gente. Pero había algo más en la cocaína que la forma en que me hacía sentir. La cocaína tenía un cierto prestigio. Estaba de moda y era exclusivo. Hacerlo era como convertirse en miembro de una pequeña élite, que secretamente se entregaba a algo atrevido, peligroso e ilícito. Patéticamente, eso me atrajo mucho».

Al final del relato, Elton John lamenta su incapacidad de ver que estaba inmerso en un grave problema de drogas durante 16 años. Y explica: «Ese era el problema. Porque estaba tomando coca, ya no era un ser humano racional. Te vuelves irracional e irresponsable, obsesionado contigo mismo, una ley para ti mismo. Es una droga horrible».

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