En entrevista con Ciudadano ADN, el historiador y Premio Nacional entregó su percepción del estallido social en Chile.
Este estallido social «es único en toda la historia de Chile. Una movilización de la sociedad civil, de Arica a Magallanes, tan masiva, no ha habido ninguna antes», expresó en entrevista con Ciudadano ADN Gabriel Salazar, historiador y Premio Nacional de Historia 2006.
Para Salazar, las particularidades de este estallido social son tres: «la casi unanimidad del rechazo al modelo vigente por parte de la ciudadanía; el ser una movilización pluriclasista y no de obreros o empleados como antes; y sin una conducción política, lo que la hace un movimiento absolutamente cívico».
Otro de los puntos que han llamado la atención del historiador es que «por primera vez no hay masacre», revisando que «en el pasado siempre se disolvió rápidamente el movimiento», y agregando que «en relación a la proporción del movimiento, tener 20 muertos o 100 violados es poco. La respuesta normal en movimientos pasados -como el de 1924 o 1957- fue ametrallamiento». Esto implica que «la sociedad civil tiene una oportunidad única en su historia para convertir el movimiento de protesta a propuesta», para lo cual necesita tener la capacidad de «autorrepresentarse soberanamente, porque la clase política ya no la representa». Un desafío que se complica porque «no hay aprendizaje previo, ningún curso de educación cívica le enseña al pueblo a ser soberano».
Según Salazar, la manifestación es en contra de «una clase política que se autorreproduce y se convierte en nuestro enemigo. No yankees go home, ni burguesía: la clase política». Una que «no se da por aludida como enemigo, y está haciendo cualquier cosa para que no se derribe su status de privilegio» como el rápido paquete de medidas sociales, o «el cambio de gabinete, que es un chiste, es más de lo mismo». En tanto, la crisis, para el historiador, fue «absolutamente previsible, desde que detectamos que la gente no quedó contenta con la transición. La alegría vino porque se fue Pinochet, no por el modelo neoliberal».
Salazar también se refirió al rol de los militares en esta crisis, que para él «es un hecho que han sido golpeados por el desprestigio mundial que les significó la tiranía de Pinochet, más lo judicial. El tema de los DDHH para ellos es una derrota, un tabú, y ha inhibido la pachorra con que actuaban antes». Por eso, cree que «esta vez no están en la disposición de masacrar, como peones mecánicos de la Escuela de las Américas. Ya no hay guerra fría, el comunismo es un chiste que flota en un gobierno neoliberal».
Por lo mismo, no le parece improbable la posibilidad que «como en 1924, el Ejército dé un golpe quirúrgico para que se exprese la voluntad popular. Es una salida posible», aunque descarta la posibilidad de un proceso militar prolongado porque «en Chile no tenemos caudillismo» y porque «hoy, sé por distintas fuentes, el grupo pinochetista en el Ejército existe pero es reducido y ridiculizado».
Consultado respecto a si Piñera debe terminar su mandato, Salazar consideró que «depende del pueblo y de los militares. Si (el pueblo) toma conciencia de que es soberano y pasa a asamblea permanente, no interesa lo que pase con Piñera, da lo mismo un ministro u otro o que la oposición acuse a un señor que ya renunció. O si las FFAA son obedientes a la constitución vieja que estamos rechazando o al poder soberano, y los invitamos a deliberar con nosotros en nuestra asamblea».
Por último, Salazar se refirió a los actos de violencia que se han vuelto parte de la crisis, como «el subproducto de las políticas públicas». «Engendramos este pueblo marginado, frustrado, rabioso, el pueblo mestizo del que nadie habla. Un pueblo que vive así desde siglos recibe violencia y devuelve violencia. El pueblo mestizo no fue sujeto de derechos, se le podía matar, violar. Esa memoria está presente en los encapuchados de hoy en día». Los saqueos, entonces, tendrían que ver con una «rabia mestiza la que se expresa» entre quienes «se dieron cuenta que pueden saquear no sé hasta cuándo, y van a seguir. Cuando la ciudadanía pase al otro proceso, no le va a convenir el pueblo vándalo, hay que controlarlo». Además, ante la fuerte presencia de banderas mapuche en las manifestaciones, recordó que ese pueblo mestizo «fue admitido por los mapuches, y aprendió las técnicas mapuches de lucha. Hoy, en la memoria subconsciente del pueblo mestizo, los mapuches son sus hermanos».