Ambas bandas europeas están cosechando lo que sembraron. Sin deslumbrar debido al paso de los años, mantienen un espectáculo basado en su impecable bloque instrumental y grandes éxitos.
Por Diego Puebla
Fotos Roberto Vergara
No es necesario reiterar algo que debiera ser cultura general para los amantes de la música ligados el rock. La historia de ambas agrupaciones europeas demuestra la importancia del sonido instaurado por ambos, siendo además, dueños de himnos que marcaron a fuego aquel continente y el mundo entero… incluido nuestro país.
Desde Alemania, Scorpions que data de 1965 cultivó un estilo convirtiéndola en la agrupación más exitosa de su nación dentro del género antes mencionado. En un constante choque entre el hard rock y el heavy metal, se posicionaron en la escena siendo claves en la irrupción de la música pesada alemana llegando a los 100 millones de discos vendidos en todo el mundo, además de incontables premios de todo tipo y múltiples giras mundiales.
Su acompañante, Whitesnake. Luego de la salida del cantante David Coverdale de Deep Purple, creó su propia banda en 1978. Comenzó vinculada al blues y al soul, con el armazón necesario de rock hasta que encontraron un espacio propio. Con un hard rock más comercial, letras vinculadas al amor y canciones que marcaron a fuego la década de los ochenta, los disparó hacia la cima en Estados Unidos específicamente y en el natal Reino Unido del querido Coverdale.
Esta unión de pesos pesados se desarrolló en Movistar Arena, aprovechando la vuelta por Sudamérica al ser parte del enorme Rock in Rio. Con un setlist prácticamente calcado, ambas bandas cosechan lo que siembran hace algunos años atrás y esta vez no fue la excepción.
Whitesnake salió a escena cuando el reloj marcaba las 20:15 horas y el público llegaba a la mitad del aforo en una noche totalmente vendida. En una presentación de una hora “Bad Boys” y la canción que da nombre a su disco más exitoso en lo comercial, “Slide It In”, fue el comienza a una nueva muestra de Coverdable y su excelente compañía por nuestro país.
Con una voz sacudida por sus bien mantenidos años, Coverdale intenta no exagerar en sus intentos, mantiene su postura intacta más sus gestos característicos como apretarse el pelo en su costado derecho o levantar el atril de micrófono entre sus piernas, además de realizar la clásica estrategia del público como su apoyo en la mayoría de los temas. Con una banda extraordinaria compuesta por la eminencia de la percusión Tommy Aldridge y guitarras con Joel Hoekstra y el carismático “Reb” Beach, muestran parte de su catálogo en un correctísimo espectáculo que finalizó con el infaltable “Burn”.
22:00 en punto y un telón con el nombre Scorpions caía para dar paso a una pantalla LED enorme en el fondo del escenario, además de una segunda parte en la segunda plataforma que ayuda bastante a entregar el componente de espectacularidad. “Going Out With a Bang” fue el puntapié inicial con diversos errores de sonido y la absurda caída de un atril en la batería del ex Motorhead, Mikkey Dee.
Pasaron solo cinco minutos para que todo se arreglara. La dupleta de “Make It Real” y “The Zoo” mitigaron rápidamente las dudas con el sonido que el espectáculo merece. Al igual que Coverdale de 68 años, Klaus Meine de 71 presenta notorias dificultades vocales que durante los últimos años, ha obligado al vocalista a cancelar espectáculos. Al igual que el británico, brindó un espectáculo correcto sin brillar pero con los elementos de la experiencia para manejar audiencias a su antojo.
Momentos de postal fueron “Send Me An Angel” con la agrupación completa de manera acústica o “Wind of Change”, el himno noventero que los volvió a ubicar en las superventas. Con una hora y veinte sobre el escenario, cerrando la noche que convocó en su mayoría a mayores de 40 años, apeló al llamado popularmente rock clásico en una noche óptima y llena de nostalgia. Hace rato que esta denominación debe cambiar a lo que merecen ambas agrupaciones, pasar de clásicos a leyendas luego de lo presentado en Movistar Arena es una obligación, en la pasada noche de lunes repleta de canciones fundamentales en la historia del rock y la música popular.