Esto es, pues, una lista que contiene buena música, independientemente del estilo. El heavy nació probablemente con el primero trabajo de Black Sabbath. Eso fue en 1970, hace casi 50 años. Estamos hablando de un estilo clásico que no solo gusta a los heavies. Hay que asistir a un concierto de Metallica, de AC/DC o de Iron Maiden para comprobar que el público es de lo más heterogéneo. Por eso, esta es una lista para amantes de la música, sin etiquetas.
La hemos elaborado por orden cronológico.
– AC/DC: ‘Highway to Hell’ (1979)
De qué estamos hablando. ¿Es necesario presentar a AC/DC? No es un grupo de heavy metal: es un referente cultural que no para de crecer. Quizá (por poner dos ejemplos de leyenda) los Rolling Stones o Steven Spielberg estén un poco por encima. Un poco.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque los hermanos Young (Angus y Malcolm) se encuentran en estado de gracia. Porque aquí está el mejor cantante de la historia del grupo, Bon Scott. Y porque contiene clásicos que levantan a un cadáver, como Highway to Hell, Shot Down in Flames o If You Want Blood (You’ve Got It).
Qué hay detrás. Siete meses después de la publicación de este disco, el cantante Bon Scott fallecía después de una monumental borrachera. Su estilo crudo, salvaje y portentoso alcanzó su momento más alto en las sesiones de grabación de este disco.
– Motörhead: ‘Ace of Spades’ (1980)
De qué estamos hablando. Del gran Lemmy Kilmister, las verrugas más célebres del rock; el hombre que no tocaba el bajo, lo azotaba; una voz acerada con Jack Daniels en el infierno. Hablamos de un trío que siempre se presentó como «grupo de rock and roll«, pero que influyó como pocos en el metal. Sin Motörhead muchos de los discos de esta lista no habrían visto la luz.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. A ver, con Motörhead un poco espíritu heavy sí que conviene tener, porque esto va de velocidad y bronca. Este disco no está hecho para personalidades delicadas. Todos los tópicos del rock están aquí concentrados: se canta a la carretera (The Road Crew), a la juerga (Dance), al juego (Ace of Spades) y, cómo no, al sexo (Love Me Like a Reptile).
Qué hay detrás. Ace of Spades es el cuarto disco de los 22 (¡nada menos!) que sacó la banda. Lemmy publicó un álbum el mismo año de su muerte (2015). Él mismo admitía que no sabía hacer otra cosa salvo música. Ni falta que hacía. Cuando formó Motörhead, a finales de los setenta, quería crear «la banda más sucia de rock and roll del mundo». Y lo consiguió, sí señor.
– Ozzy Osbourne: ‘Blizzard of Ozz’ (1980)
De qué estamos hablando. De un tipo por el que nadie apostaba ni una caña. Ozzy Osbourne, drogadicto, feo, inmaduro, sin un pasado como gran compositor, expulsado de Black Sabbath… Pero cerró la boca a todo el mundo con su primer disco en solitario.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Este disco avanza lo que será en los ochenta el rock duro melódico (o hair metal), un lucrativísimo movimiento que hizo millonarios a Bon Jovi, Mötley Crüe, Poison, etcétera. Ozzy hace heavy con melodía pop (es que su grupo favorito de toda la vida son los Beatles), incluso incluyendo baladas tan brillantes como Goodbye to Romance. Una cosa más: este álbum lanzó al estrellato a uno de los grandes guitarrista heavies de siempre, Randy Rhoads.
Qué hay detrás. Algo bastante desagradable. En 1984, un chico de 19 años llamado John McCollum se pegó un tiro supuestamente inspirándose en una canción de este disco, Suicide Solution. Los padres de McCollum demandaron a Osbourne por incitar a su hijo al suicidio. La demanda fue finalmente desestimada. Ozzy confesó que la canción estaba inspirada en Bon Scott, el cantante de AC/DC, fallecido en 1980 por una ingesta de alcohol.
– Saxon: ‘Wheels of Steel’ (1980)
De qué estamos hablando. De uno de los grupos punteros de la New Wave of British Heavy Metal (la nueva ola del heavy metal británico), Saxon.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Hay una canción en este disco, de las que más éxito tuvo, que es casi pop (y hablamos en sentido positivo), 747 (Strangers in the Night), con lo cual puede llegar a gente no exclusivamente heavy. El resto del álbum es duro, veloz… más heavy que el viento.
Qué hay detrás. Saxon grabó este álbum en unas cuantas horas. El mismo año (dos discos en 12 meses, algo nada usual) publicó Strong Arm of the Law, otro álbum notable. Saxon tienen una de las carreras más honestas del heavy. Siempre con el cantante Biff Byford al frente, siguen ofreciendo conciertos ardientes y editan discos regularmente, siempre con alguna canción destacable.
– Michael Schenker Group: ‘One Night at Budokan’ (1982)
De qué estamos hablando. Del mejor guitarrista alemán de rock duro. Un prodigio que con solo 15 años ya estaba en bandas importantes como Scorpions. Luego pasó a UFO, retornó a Scorpions… y se hartó de hacer lo que le decían los mayores. No había cumplido los 25 cuando se lanzó en solitario. Ojo, hablamos de un líder que no canta. Personalidad la tenía de sobra este Michael.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque hay muy pocos guitarristas heavies con la capacidad de extraer chispas de su guitarra a la vez que crea melodías accesibles. Michael Schenker lo hace de maravilla. Este disco recoge los mejores temas de sus primeros discos y en el tramo final deja una emocionante versión de Doctor, Doctor, el clásico de UFO.
Qué hay detrás. Budokan, en Tokio, es un recinto que forma parte de la historia del rock. Aquí se han grabado discos en directo de Bob Dylan, Cheap Trick, Eric Clapton, Bryan Adams, Ian Gillan, etcétera. ¿La razón? Una acústica privilegiada y una entrega sin muchas exigencias del público japonés. Así cualquiera…
– Scorpions: ‘Blackout’ (1982)
De qué estamos hablando. De la banda alemana más grande de todos los tiempos.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Hay una canción en este disco, No One Like You, que sonó hasta en las radiofómulas españolas. Este dato da una idea de las cotas que alcanzó Scorpions con este trabajo. Hay heavy acelerado en este álbum también, pero todo con un envoltorio de sofisticación que hasta entonces no se había visto mucho en el género.
Qué hay detrás. Blackout estuvo a punto de no existir y también pudo ser el final de Scorpions. Nada más iniciarse la grabación, su cantante, Klaus Mein, se quedó sin voz. Primero fueron unos nódulos, luego unos pólipos… Hasta tres operaciones. Los médicos le llegaron a decir que no iba a poder cantar en su vida. Mein se deprimió y dijo a sus compañeros que buscaran a otro cantante. El guitarrista, Rudolf Scenker, hizo de psicólogo: se lo llevó a relajarse a Japón. La llegada de un nuevo médico obró el milagro. A los ocho meses de iniciar la grabación, Mein recuperó la voz y cantó con una rabia y una emoción como nunca lo ha hecho desde entonces.
– Iron Maiden: ‘The Number of the Beast’ (1982)
De qué estamos hablando. ¿Cuando piensas en heavy metal qué te sale? Respuesta: The Number of the Beast. ¿Cuando miras en tu armario, qué ves? Alguna camiseta con el logo de Iron Maiden.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Este disco demuestra que el heavy metal ya no es heavy metal: es cultura popular para todo el mundo. El paso del tiempo le ha venido fenomenal a The Number of the Beast: un disco que solo era para heavies se ha convertido en un clásico del rock como lo es (por ejemplo) Let it Be, de los Beatles.
Qué hay detrás. ¿Quién es el loco que se atreve a largar al vocalista del grupo cuando las cosas empiezan a marchar bien comercialmente? Pues Steve Harris, de los pocos bajistas no cantantes líderes de un grupo. Iron Maiden acababan de lanzar su segundo disco, Killers, que les impulsó para ser bastante famosos en su país, Reino Unido. Pero su cantante, Paul Di’Anno, llevaba una vida nocturna incompatible con las casi militares normas de Harris. ¡A la calle! Y fue un acierto, porque llegó Bruce Dickinson, del grupo Samson, con un torrente de voz y una profesionalidad del gusto de Harris. A la máquina musical liderada por Harris se unía un cantante portentoso.
– Gary Moore: ‘Corridors of Power’ (1982)
De qué estamos hablando. De uno de los mejores guitarristas del género. Pero Gary Moore no solo practicaba estilos duros. El blues no tenía secretos para él. Hablamos en pasado porque desgraciadamente el excelente músico irlandés nos dejó en 2011 con solo 58 años. Su corazón se paró mientras estaba de vacaciones con su pareja en Estepona, Málaga.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque es música absolutamente accesible, rock fuerte con estribillos adherentes, además de temas relajados (hasta tres de los nueve que completan el disco) que han ganado con el tiempo. El disco se abre con un medio tiempo titulado Don’t Take Me for a Loser que es una absoluta maravilla.
Qué hay detrás. Este disco se editó en 1982, un año glorioso para el heavy metal. Busca ese año en esta lista y lo comprobarás. Más cosas. Dos estrellas ponen su talento en las canciones de Corridors of Power: el batería de (nada menos) Deep Purple Ian Paice, que toca en todo el álbum, y el bajista de Cream (entre otros), Jack Bruce, que hace voces en alguna pieza.
– Barón Rojo: ‘Volumen brutal’ (1982)
De qué estamos hablando. De la banda de rock duro en español más grande de todos los tiempos. Así de claro.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Para comprobar que teníamos algo muy bueno en España, a la altura de Iron Maiden o Scorpions. Barón Rojo tocó artísticamente el cielo con este disco que hoy suena sorprendentemente actual. Sus letras de denuncia están, 37 años después, incluso más vigentes, algo que no dice nada bueno de este mundo en el que vivimos.
Qué hay detrás. Volumen brutal fue grabado en Londres, en los estudios de Ian Gillan, la voz de Deep Purple. Un lujo para aquellos tiempos. Bruce Dickinson, que justo por esa época había fichado por Iron Maiden, se pasó por el estudio y ayudó en las adaptaciones al inglés, ya que hubo una edición para el mercado británico. Y lo mejor de todo es esta declaración de Armando de Castro, guitarrista de Barón Rojo: «Cuando acabé Volumen brutal creía que era el peor disco que había grabado en mi vida». Un visionario, vamos.
– Judas Priest: ‘Screaming for Vengance’ (1982)
De qué estamos hablando. De la banda que marcó el camino que debía seguir el heavy en los ochenta. De la voz prodigiosa de Rob Halford y el virtuoso dueto de guitarras que forman Glen Tipton y KK Downing. Hablamos de la banda que popularizó el cuero y las tachuelas como seña de identidad de este género.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Por un comienzo más épico que las batallas de El señor de los anillos. Porque nos trajo clásicos inmortales como You’ve Got Another Thing Coming o Electric Eye. Porque uno no sabe lo que es un agudo bien hecho hasta que escucha cantar a Halford. Sirva como ejemplo la canción Devil’s Child.
Qué hay detrás. Este es el disco más vendido de la banda británica (más de dos millones de ejemplares solo en Estados Unidos). Por aquellos años, Judas Priest editaba discos como churros. Solo en esa década sacaron seis. De hecho, la grabación de este disco se vio interrumpida por varios conciertos de la gira del anterior. Y solo unos días después de acabar la gira del Screaming for Vengance, en 1984, sacaban su siguiente álbum, el también notable Defenders of the Faith.
– Mötley Crüe: ‘Shout at the Devil’ (1983)
De qué estamos hablando. De una panda de depravados de Los Ángeles que llevaron al extremo lo de sexo, drogas y rock and roll. Tanto, que es un milagro que hoy estén los cuatro vivos. Si dudas de su vida extrema, lee su autobiografía, Los trapos sucios.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque más que heavy es rock and roll. Lo que ocurre es que por la época en la que salieron y por sus vestimentas metaleras se les integra dentro del heavy metal. Es un disco perfecto para ponerte justo antes de salir a quemar tu ciudad.
Qué hay detrás. Mejor que hable Nikki Sixx sobre en qué condiciones se grabó Shout at the Devil. Lo hace en Los trapos sucios: “Tommy [Lee, el batería] conocía a unos turbios personajes de Simi Valley que solían pasarse por el estudio donde estábamos grabando Shout at the Devil cargados de onzas de cocaína. Solíamos pasarnos tres días seguidos tocando y ni siquiera pensábamos que estábamos trabajando duro”.
– Dio: ‘Holy Diver’ (1983)
De qué estamos hablando. De una de las mejores y más célebres voces de la historia del heavy metal. Del hombre que popularizó el gesto más heavy de todos, la mano cornuta. Hablamos de Ronnie James Dio y del grupo que lleva su apellido. Por cierto, segunda vez que aparece Dio en esta lista: también pone voz a Long Live Rock and Roll, de Rainbow.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque la voz de Dio es portentosa, llena de potencia y sentimiento, capaz de llegar a todo el mundo independientemente del estilo musical que te guste. Porque arranca a toda velocidad, con una invitación a romper con todo, Stand Up and Shout. Por cómo trata la fantasía con un justo equilibrio entre épica y agresividad. Ahora que triunfa Juego de tronos, estas letras serían una gran banda sonora.
Qué hay detrás. Ronnie James Dio llegó a este disco después de estar a la sombra de dos grandes guitarristas con dos gigantes egos: Ritchie Blackmore en Deep Purple y Tony Iommi en Black Sabbath. «Estaba cansado de peleas de egos. En Holy Diver saco toda la rabia que llevaba acumulada», dijo.
– Van Halen: ‘1984’ (1984)
De qué estamos hablando. De los hermanos prodigio Eddie y Alex Van Halen, guitarra y batería, respectivamente, y del grupo con su propio apellido. De la banda que enamoró por igual a los amantes del pop, a la crítica musical especializada y los heavy más malotes. De los responsables de hacer sexy el heavy metal.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque es virtuoso y al mismo tiempo pegadizo. Porque se mueve en registros aptos para todos los oídos, desde el pop ochentero (la archifamosa Jump), al heavy peleón (House of Pain). Por el espectacular solo de batería que abre Hot for Teacher. O, simplemente, por los dedos prodigiosos de Eddie, uno de los padrinos del shred (tocar unas 12 notas por segundo en la guitarra). Todo eso, en solo media hora de música.
Qué hay detrás. Contra todo pronóstico, el título del disco no tiene nada que ver con la novela distópica de George Orwell. Este álbum fue el más exitoso de la banda y llegó a estar segundo en las listas de EE UU. La razón de que no llegara al número uno se llama Thriller, de Michael Jackson, la obra cumbre del pop donde, curiosamente, también sonó la guitarra de Eddie van Halen (en la canción Beat it).
– Twisted Sister: ‘Stay Hungry’ (1984)
De qué estamos hablando. De una gamberrada convertida en banda de heavy metal. De pelos cardados, pintalabios y mallas multicolor para un despliegue de rabia adolescente.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque es un canto de rebeldía que ha traspasado generaciones. Porque es heavy directo y pegadizo, perfecto para amenizar cualquier fiesta. Y porque dio lugar a la traducción popular más chapucera -y mítica- de un estribillo: de We’re not Gonna Take it Anymore a Huevos con aceite y jamón. Olé.
Qué hay detrás. Los comienzos de Twisted Sister fueron complicados. El público todavía no estaba acostumbrado a ver a cuatro maromos en mallas de colores y pintados como puertas, pese a que Kiss llevaba una década tocando. Tan inexplicable como cierto. En el documental Behind the Music, el cantante, Dee Snider, cuenta cómo durante un festival les tiraron de todo, incluida una caca. Sí, un truño, y presumiblemente humano.
– Metallica: ‘Master of Puppets’ (1986)
De qué estamos hablando. De la banda que llevó el metal a otra dimensión, con mayor crudeza y velocidad, pero sin dejar de ser un espectáculo de masas. Hablamos de los reyes del thrash metal y de su tercer (y probablemente mejor) disco.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque es tan clásico como Back in Black, de AC/DC, porque detrás de toda esa velocidad hay melodía y letras profundas con denuncia social. Y porque es el último disco que grabó uno de los grandes bajistas de la historia: Cliff Burton, que murió en 1986. Contiene su propio réquiem: la instrumental Orion.
Qué hay detrás. El odio de James Hetfield (cantante y guitarra rítmica) a la religión es palpable en toda la carrera de Metallica, incluida esta portada. Si la echas un vistazo, arriba podrás ver dos todopoderosas manos que manejan los hilos atados a tumbas cristianas.
– Whitesnake: ‘Whitesnake’ (1987)
De qué estamos hablando. De una banda errante que se movió en muchos registros dentro del rock y que, pese a ello, dejó su impronta en el heavy metal. Hablamos de la potente voz de David Coverdale, que fundó este grupo tras cantar en tres discos de Deep Purple.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque es una de las obras clave del glam metal (o hair metal), lejos de los primeros trabajos de la banda, con sonidos cercanos al blues y el soul. Porque contiene baladas inmortales como Is this Love o Here I Go again. Porque derrocha carácter ochentero por todas partes y, admitámoslo, eso mola.
Qué hay detrás. Hemos dicho que Whitesnake ha sido una banda errante. La razón: por sus filas han pasado nada menos que… ¡39 miembros! Entre estos hay músicos de la talla de Steve Vai, Ian Paice o Cozy Powell. El único miembro permanente en la trayectoria del grupo es Coverdale. Pese a estos vaivenes, la banda tiene 13 discos de estudio repartidos en cuatro décadas. ¡Y aquí siguen! Su decimocuarto trabajo se espera para mayo de este año.
– Def Leppard: ‘Hysteria’ (1987)
De qué estamos hablando. De una banda que quiso huir del término heavy metal, y lo consiguió, porque llegó a mucha más gente. Y por el camino no perdió el respeto de los heavies. Hablamos de Def Leppard, de Sheffield, Reino Unido.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque esto es tan pop como heavy. Estamos ante un disco de rock duro tan atípico como colosal. Sonido sofisticado, baterías electrónicas, capas y capas de coros… Pero todo ese atrezo no estorba cuando se tienen tan buenas canciones.
Qué hay detrás. Es un milagro que este disco se grabara. Peleas con los productores; accidente de tráfico del batería, Rick Allen, que perdió un brazo (se le instaló una batería especial para que pudiera sustituir la función de uno de los brazos con las piernas); otro accidente del productor; guerras entre los músicos… Pero finalmente se hizo y arrasó. Otra prueba más de que el arte no llega a ser brillante si no hay conflictos en el proceso creativo.
– Sepultura: ‘Beneath the Remains’ (1989)
De qué estamos hablando. De la banda que situó a Brasil en el mapa del metal. Del talento de los hermanos Cavalera, que traspasaron las fronteras del país de la samba y el carnaval para codearse con la élite del metal anglosajón.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Porque rompió todos los tópicos de la música latinoamericana, a fuerza de rapidísimos ritmos y acordes de guitarra complejos aunque muy pegadizos. Y porque te hará temblar, de miedo o de placer.
Qué hay detrás. Beneath the Remains se grabó en nueve noches en un estudio de Río de Janeiro, porque durante el día el alquiler del espacio era más caro. El disco fue distribuido por la mítica discográfica Roadrunner Records, vendió más de medio millón de ejemplares y llevó a Sepultura a su primera gira mundial.
– Megadeth: ‘Rustin Peace’ (1990)
De qué estamos hablando. Pues hablamos del grupo que Dave Mustaine fundó para vengarse de la patada que le dio Metallica en 1983. Según muchos, incluso en alguna ocasión Megadeth ha superado a Metallica.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Por una alineación de lujo, con el maestro Marty Friedman a la guitarra y la espectacular batería de Nick Menza, que debutaban en el grupo con este disco. Por los 11 solos de guitarra de Hangar 18, a cada cual mejor. O por la energía aplastante de Poison Was the Cure… Es que, sencillamente, no tiene una sola canción floja.
Qué hay detrás. La canción Holy Wars (gran himno antibelicista) está inspirada en el conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte. «Brother will kill brother» (el hermano matará al hermano) es la primera frase del álbum. Durante la gira de este disco, en un concierto en Irlanda, Dave Mustaine dedicó ese tema «a la causa”, sin saber que “la causa” era el IRA. Y, claro, se lió parda.
– Pantera: ‘Cowboys from Hell’ (1990)
De qué estamos hablando. De la banda que salvó el metal en plena era del grunge. De un cuarteto de música prodigioso, con una historia corta y un final trágico, el asesinato de su guitarrista, Dimebag Darrel, cuando ya estaba en otra banda, Damageplan.
Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas ‘heavy’. Por la fuerza arrolladora que despliega desde el primer minuto. Aunque es metal conserva pinceladas de la música sureña de Texas (de donde era la banda, claro). Y porque contiene una de las mejores baladas que ha conocido el heavy, la inmortal Cemetery Gates.
Qué hay detrás. Este no es realmente el primer disco de Pantera. Es el primero desde su reconversión. Antes, habían grabado cuatro álbumes de glam metal nada desdeñables, pero que no les brindaron ningún éxito. Tuvo que llegar la desgarradora voz de Phil Anselmo (un redneck, en el peor sentido de la palabra) para que Pantera traspasara fronteras. Al año siguiente de sacar Cowboys from Hell tocaron en Moscú (en plena perestroika) junto a AC/DC y Metallica, y frente a medio millón de personas.