Se trata de un polémico sistema chino que promete mejorar el rendimiento de lectura de los más jóvenes.
Como si la lectura fuese un deporte, en el que es necesario mejorar los tiempos en que se realiza, en China ofrecen un polémico método para tener un mayor rendimiento al momento de sentarse a leer un libro.
Se trata de un sistema denominado «lectura cuántica», el que permitiría hacer una lectura en diagonal de un libro para conseguir extraer la esencia de lo escrito y tener una comprensión completa del mismo, algo que los expertos aseguran que es absolutamente imposible. A pesar de ello, desde China se asevera que el método que defiende es completamente válido y que se obtienen los resultados que se promete, algo que resulta cuanto menos increíble.
El método es obra y gracia del profesor japonés Yumiko Tobitani, quien en 2006 público este sistema de lectura en un libro, y, desde entonces, son muchos los defensores y detractores que tiene. El creador asegura que la manera de llevarlo a cabo es muy sencilla: solo hay que saber en qué parte de la página leer, cómo hacerlo y, con ello, hacemos que el cerebro se haga una imagen mental del contenido que han observado sus ojos. Al acabar la lectura, un resumen «visual» da a nuestro cerebro las claves de lo leído, con lo que se podrían leer 20.000 palabras por minuto.
Los expertos defienden que un adulto con estudios es capaz de leer a una velocidad de unas 200-400 palabras por minuto (PPM) para tener una perfecta comprensión de la lectura que se ha realizado. Evidentemente, se puede leer más rápido, pero a costa de no comprender todo el mensaje: de hecho, los estudios confirman que leer a 600 PPM solo te permite alcanzar un 70% de comprensión, mientras que a 1.000 PPM baja al 50%.
Otro punto de crítica es el precio del curso, que se ofrece en ciudades como Pekín, Cantón o Hangzhou, y que oscila entre los 3.800 y los 8.000 euros. Por supuesto, un valor que no todos pueden pagar, consigna El Confidencial.
En China, es muy importante el nivel formativo de los más jóvenes, pues es el que marcará a qué universidades entrarán, qué formación tendrán y, por tanto, el estatus social en el que se moverán. Por esa razón, muchos padres no dudan en apuntar a sus hijos a estos cursos, soñando con convertirlos en exitosos estudiantes, aunque a riesgo de ser engañados.