MALDITO ROCK AND ROLL

RESEÑA // Patti Smith en Chile: poesía al servicio de la comunión

La artista logró una conexión única con su público en su primera vez en nuestro país, en el Teatro Caupolicán.

Hector Muñoz |

Patti Smith

La artista logró una conexión única con su público en su primera vez en nuestro país, en el Teatro Caupolicán.

Por Héctor Muñoz Tapia
Fotos: Roberto Vergara

Esto parecía que nunca iba a ocurrir. Acaso Patti Smith iba a tocar alguna vez en Chile? Con una carrera de más de cuatro décadas y una discografía seminal en el mundo del punk y la cantautora con raíces en Nueva York, la artista ha seguido nutriéndose de obras hasta nuestros días, tal como cándidamente lo revela en entrevistas y charlas a las que accede. Una verdadera estrella de rock con muchas cosas que decir y las herramientas para decirla de la manera más elegante e intensa a la vez. Un a verdadera fuerza de la naturaleza que tuvimos la suerte de ver en el Teatro Caupolicán, en una fecha más de la gira de promoción de «Year Of The Monkey», sus memorias.

Con la apropiada apertura de Colombina Parra a la cabeza de un intenso trío, las luces se apagaron a las 21:15 ante un recinto colmado que no sabía qué era lo que se venía. ¿Una liturgia? ¿Un show de rock and roll? ¿Una fiesta? ¿Una sesión de poesía? ¿Un mitin político? Con Patti Smith son todas las anteriores y mucho más. Lo que más destaca de su ingreso al escenario es la amplia sonrisa con la que recibe al público enfervorizado que ha incorporado las lógicas de las manifestaciones que precisamente esa noche de lunes 18 de noviembre cumplen un mes en Chile. Hay banderas negras y lienzos con que hemos visto en las calles cada día desde que el estallido consumió nuestra atención para siempre.

El set arranca con uno de los clásicos de su obra, «Dancing Barefoot», tocada tal como la escuchamos una y otra vez en «Wave» de 1979. En su voz pareciera que no han pasado 40 años, con Lenny Kaye dirigiendo al cuarteto con la misma solidez que en los comienzos. Patti saluda a los rincones y la gente enloquece y se deja envolver desde el primer instante. «Redondo Beach» la dedica a las chicas del lugar y el combo suena como si estuviese surfeando en una playa. Esto ya es una fiesta, una celebración. «Esta es una canción de unidad y oración para la gente. La única vía es la unidad para el cambio», la aplaudida intro de Smith para «Ghost Dance» del clásico «Easter» de 1978 y esto se convierte en un ritual con acústica poderosas y un mantra que la gente asume como propio.

Patti Smith no juega al misterio a la hora de sumar significados a sus canciones. Si «Blakean Year» la dedica a todos los trabajadores y su lucha en el mundo, nos pide salvar el planeta y el agua antes del grandioso cover de «Beds Are Burning» de Midnight Oil, tema inmortal que se lo apropia para siempre en guitarras filosas y la cadencia desafiante con la que escupe cada palabra, generando uno de los grandes momentos de la noche. «El precio a pagar es la libertad. Esta es para los torturados y los que perdieron los ojos», dice Patti Smith antes de darle con todo a la acústica para “Beneath The Southern Cross”, del álbum de 1996 «Gone Again», y pareciera que estamos en medio de una manifestación. Y claro que lo estamos, una en la que cada palabra cobra un nuevo sentido, y que una improvisación en clave de Re pareciera dar todas las respuestas, pero no: es la libertad que la poetiza que tenemos frente grita y clama para todos los presentes, una que es nuestra, y que selló con un «sientan la puta libertad», llevando todo al cielo, y eso que recién llevábamos la mitad del show.

Los contrapuntos se toman el relato con la magnífica «Free Money», del indispensable «Horses» de 1975 donde el acelerador se aprieta fuerte y nos deja con la banda y Kay dirigiendo un homenaje a los Rolling Stones en «I’m Free» y «Walk On The Wild Side» de Lou Reed. «Una canción para la madre naturaleza que está muy enojada en este momento. Tenemos que ser capaces de soñar y respetar a la madre naturaleza», es lo que dedica Patti Smith antes de una preciosa versión de «After The Gold Rush» de Neil Young, tan intima que pareciera que la está cantando en una pequeña habitación, pero los celulares que iluminan el teatro se encargan de demostrarnos lo contrario antes de «Pissing In A River».

Lo más cercano que ha tenido Patti Smith a un éxito de radio es «Because The Night», o escrita por Bruce Springsteen y que la puso en el mapa masivo en 1978 para nunca más dejarlo. «Esta es una de amor» es lo que dice antes de una magnífica interpretación del clásico inmortal y es ver historia viva pasar por nuestros ojos, con las manos en alto y haciendo propias esas palabras mientras sostiene una bandera chilena que ha llegado a sus manos. Pero el delirio total del Caupolicán lleno vino con el piano inconfundible de «Gloria: In Excelsis Dúo» y la recitada de Smith que para los pelos desde que arroja la primera línea, tal como la escuchemos por primera vez en el disco, o como cuando nos topamos con esa presentación en la primera temporada de «Saturday Night Live»; el ritmo va subiendo, el volumen se eleva gradualmente y ahí está Patti Smith, dirigiéndonos hacia el valhalla, de esas que recordamos perfectamente cuando llegaron a nuestras vidas. Y la comunión llega a su momento más alto siendo guiados por esta mujer maravillosa que exorciza todos los demonios para alcanzar alturas inimaginables.

El bis es un regalo que nos da Patti Smith y unas palabras tan de todas como “ustedes son nuestro concierto” para darle partida a la última d día noche, «People Have The Power», que calza perfecto con el cómo están las cosas por estos lados, donde cada pausa los cánticos se toman el lugar y pareciera que se quedaran para siempre. La gente tiene el poder y Patti Smith lo sabe. Nos lo recuerda con cada una de sus palabras, sus letras, su obra y su impronta cautivante sobre el escenario. Pero no es todo. La energía sigue elevada dentro del Teatro Caupolicán y hay otro bis para todos en homenaje a The Who con “My Generation», que no interpretaba hace 3 años en vivo. «Ustedes son la generación que salvará al mundo. El futuro es ahora” nos grita convencida antes de tomar la guitarra y acoplar antes de cortar las cuerdas en un estruendo y un apoyo que será mantra: «Siempre estaremos con ustedes. Sean fuertes».

Quizás este era el momento preciso para haber visto a Patti Smith en Chile. Cada show en vivo ahora es parte del paisaje del país en el que vivimos. Y fuimos afortunados al tenerla acá, con poesía al servicio de la comunión, una que ya queremos experimentar a concho nuevamente.

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