La cinta se estrenó el 15 de diciembre de 1939, en Atlanta, Georgia, esperada adaptación del bestseller, premio Pulitzer de Margaret Mitchell.
La sociedad de Atlanta, capital del viejo Sur estadounidense, se vistió de gala aquel viernes 15 de diciembre de 1939 para asistir a la premiere de la esperada cinta «Lo que el viento se llevó», adaptación del bestseller, premio Pulitzer de Margaret Mitchell.
La película se convirtió rápidamente en un éxito, siendo bien recibida por el público (se volvió la cinta más rentable hasta ese momento), los críticos y la Academia, que la galardonó con un total de 10 premios Oscar (estaba nominada a 13), 8 competitivos y 2 honoríficos, incluidos los de mejor película, mejor director (Victor Fleming), mejor guion adaptado (otorgado póstumamente a Sidney Howard, fallecido seis meses antes de la ceremonia), mejor actriz (Vivien Leigh) y mejor actriz de reparto (Hattie McDaniel).
Pero la película también recibió críticas. En su estreno, algunos la encontraron carente de dramatismo y de duración excesiva, aunque los juicios más duros se han centrado en su revisionismo histórico alabando la esclavitud. Pero a la vez se le ha atribuido el haber provocado cambios en la forma en que los personajes de raza negra se representan en el cine.
Pero lo más polémico es lo que sucedió fuera de la pantalla. En la premiere no faltó la autora de la novela, ganadora del Pulitzer en 1936, que fue la más aclamada, ni el actor protagonista Clark Gable con su esposa, la también célebre actriz Carole Lombard, ni Vivien Leigh junto a Laurence Olivier. Pero en el elenco se notaron dos significativas ausencias: las actrices afroamericanas Hattie McDaniel y Butterfly McQueen. Dos intérpretes que dieron vida a las sirvientas de la familia O’Hara: Mammy y Prissy . Nadie osó mencionar la causa, pero todos la conocían: las leyes que imponían la segregación racial en lugares públicos.
Meses más tarde, McDaniel se llevaría el Oscar como mejor actriz de reparto, todo un hito al ser la primera mujer negra en recibir el galardón, aunque en la entrega la obligaron a sentarse en una mesa aparte. Cuando anunciaron su nombre, subió al escenario desde una sala adyacente, y para expresar su gratitud prometió ser «ejemplo para su raza», antes de estallar en lágrimas, recoge La Vanguardia.
En ese momento, Hattie Recibió el aplauso de sus compañeros, pero a los minutos tuvo que volver a la estancia separada del resto de representantes de la industria cinematográfica. De esta forma, la primera afroestadounidense en ganar la estatuilla apenas pudo esquivar las rigurosas leyes y costumbres segregacionistas vigentes en la época.