MALDITO ROCK AND ROLL

RESEÑA // Accept en Chile: una maquinaria que se renueva

La banda alemana volvió al Teatro Caupolicán para mostrar que a pesar de los cambios internos no bajan el estándar.

Jorge Lagas |

Por Jorge I. Lagás

Foto: Roberto Vergara

Cuarta visita en cuatro años para Accept y un nuevo capítulo en esta relación con Chile que se ha hecho tan firme como las raíces del heavy metal clásico que profesan. Esta vez volvieron al Teatro Caupolicán, el mismo recinto donde en 2013 hicieron un registro en vivo.

La gira sigue siendo la del último disco “The rise of chaos”, tal como en sus visitas anteriores, pero esta vez con una novedad importante: el estreno de su nueva formación con tres guitarristas, sumando al recién llegado Philip Shouse, que había trabajado con ellos como invitado en los shows sinfónicos que dieron hace un tiempo y decidieron dejarlo como permanente, integrándose así al selecto grupo de bandas que se atrevieron con tres guitarristas, como Iron Maiden y Helloween (sólo por nombrar a las más similares a ellos). Además, por primera vez los vimos sin su bajista histórico Peter Baltes, entrando en su lugar Martin Motnik.

La velada fue abierta por los nacionales Parasyche, con un heavy/thrash bastante dinámico que pronto tendrá afuera un nuevo disco, anticipado por el single “Te importa una mierda”. En su compacta actuación se les vio con aplomo y ganas de comerse todo lo que venga por delante, a esperar sus próximas novedades.

El plato fuerte de la noche, Accept, abrió con “Die by the sword” y “Stalingrad”, dos muestras potentes de su presente etapa, la que iniciaron hace casi una década al reagruparse después de varios años congelados y poniendo al frente al vocalista Mike Tornillo. Desde entonces ya han sacado varios discos y las giras han sido incesantes, lo que no solamente ha renovado el gusto de los viejos fans, sino que han atraído a una nueva generación de fanáticos del heavy, gracias a impecables producciones.

A propósito de viejos fans, el turno de los clásicos llegó antes de la mitad del set con las machacantes “Restless and wild”, “London leatherboys” y “Breaker”, para terminar de sentirnos completamente inmersos en un concierto de Accept como se debe. Lo de los tres guitarristas todavía está en rodaje y seguramente en el futuro le sacarán más partido, por ahora básicamente fue darle más potencia a la parte de guitarras, que sigue siendo comandada por Wolf Hoffmann. El desplante y energía en el escenario del compañero nuevo, Philip Shouse, se sintió como un aire revitalizador, en cierto sentido parecido a lo que pasó con Richie Faulkner en Judas Priest. Y Mike Tornillo, que ya no es ningún “nuevo”, demostró una vez más por qué su elección fue la más acertada para ocupar el puesto.

Siguieron más canciones de la última década, matizadas con otros clásicos como “Midnight mover” y “Princess of the dawn” y ya para el cierre uno de los momentos más esperados de cada concierto de Accept: “Fast as a shark”, una de las canciones más impresionantes de la historia del metal, adelantada a su tiempo y convertida en una referencia en la creación del speed metal y el thrash metal. Fue el mosh más intenso de la noche y para el bis se reservaron “Metal heart”, “Teutonic terror” y la infaltable “Balls to the wall”, coreada hasta por los guardias.

Entre el público que se lo cantó todo, también estaban los músicos de Behemoth, que 24 horas después (es decir, esta noche de miércoles 4 de diciembre) tendrían su propio concierto en el Teatro Coliseo. Gozaron como niños y se acordaron de sus raíces, tal como cuando Tom Angelripper de Sodom llegó a verlos al mismo Teatro Caupolicán en 2013. Pueden revisar las experiencias de Nergal en sus redes sociales.

Accept sigue siendo una máquina, su sonido en vivo no tiene puntos flojos (felicitaciones al personal que hizo que sonaran tan bien) y son capaces de armar un set que mantiene el ánimo arriba durante todo el tiempo, combinando material antiguo y reciente como a muchas bandas les gustaría hacer, pero sin el mismo resultado. Si hay que poner a la balanza algo en contra, igual da un poco de pena que el único miembro original sea Wolf Hoffmann. Por supuesto a uno le gustaría que la mayoría de la formación sea con la gente que hizo esos maravillosos clásicos de los 80, pero la vida es así, los grupos están compuestos de seres humanos y por alguna razón los caminos se separan y la vida tiene que seguir. Lo bueno es que los nuevos elementos mantienen el estándar y Accept continúa sonando perfecto, más allá de los nombres.

Si van a seguir dando estos firmes pasos, los esperamos las veces que quieran.

Revisa la galería de fotos del concierto.

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