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COLUMNA // A nadie le importan las formas

El abrupto final del campeonato fue la excusa perfecta que necesitaban algunos clubes para limpiar sus planteles, sacar a jugadores o entrenadores.

Hector Muñoz |

ANFP

El abrupto final del campeonato fue la excusa perfecta que necesitaban algunos clubes para limpiar sus planteles, sacar a jugadores o entrenadores.

Por Cristian Arcos, As.com

Quizás sea muy romántico, casi ingenuo, pero uno extraña el respeto por la formas. En los tiempos que corren, donde solo vale el nivel de producción, la cantidad más que la calidad, algunos extrañamos el respeto por las personas. Tal vez a muchos se les olvide, pero toda empresa se construye con personas. Y el fútbol, guste o no, se mueve bajo criterios empresariales, con los bueno y malo que eso conlleva.

Los dirigentes de clubes fueron advertidos, en pleno desarrollo del Consejo de Presidentes, que era un error eliminar los ascensos en todas las divisiones. La mesa central de la ANFP les comunicó que tal determinación significaría una avalancha de críticas por parte de los medios, de los hinchas y, sobre todo, de los clubes dañados por esa votación. No se dieron por aludidos. Votaron y decidieron por inmensa mayoría (34-14), que no subiera nadie, que no bajara nadie, repartir la torta económica entre ellos, esconder la pelota y decir que nadie más juega. Abuso permitido y fomentado. Recién ahora, con amenazas de los afectados de ir a tribunales deportivos internacionales, los clubes parecen entrar en razón y es casi un hecho que el torneo 2020 se jugará con 18 equipos.

El abrupto final del campeonato fue la excusa perfecta que necesitaban algunos clubes para limpiar sus planteles, sacar a jugadores o entrenadores de los que se querían deshacer hace un buen rato. Jaime Valdés abandonó Colo Colo. Es probable que el volante intuyera esa decisión por parte de Mario Salas. Jugó poco en el último tiempo, aunque siempre marcó diferencias cuando entró en cancha. Sus primeros años en el Cacique fueron de alto nivel, de lo mejor que vimos en categoría individual en los últimos años

La salida de Johnny Herrera de la Universidad de Chile era inminente. La relación con la dirigencia no era buena, con dardos cruzados de alto calibre hace largo rato. Para Herrera se dio la tormenta perfecta para no continuar: bajó su rendimiento en relación a años anteriores, el desempeño colectivo fue muy malo en esta trunca temporada, sobre todo en lo defensivo. Perdió el puesto, pero volvió a jugar tras las dudas de Fernando De Paul en el clásico contra Colo Colo. En un plantel de escasos liderazgos, el portero asumía esa condición. Pero la relación estaba trizada hace rato. Como varios ídolos del club, salió por la puerta de atrás y las culpas para eso son compartidas.

A nadie le importan las formas. Marco Antonio Figueroa se fue de O’Higgins tras una digna campaña, potenciando a muchos juveniles. Y el insólito caso de Hugo Vilches en Curicó, quien alcanzó a dirigir un partido y lo perdió. Este martes llegó a Santa Cristina, el centro de entrenamiento del club y se enteró que no seguía, pese a planificar la pretemporada y los refuerzos. Dos horas después el club ya tenía definido a su sucesor, Nicolás Larcamón, un técnico con virtudes probadas y una identidad de juego atractiva. O es la negociación más rápida de todos los tiempos o todo estaba resuelto de antemano.

Los clubes tienen todo el derecho de contratar y despedir a sus entrenadores o jugadores. No cometen ninguna ilegalidad. Pero el respeto por las formas, por las personas, parece extraviarse en medio del camino y lo peor es que le importa cada vez a menos gente. Total, todos lo hacen, como si esa frecuencia fuera sinónimo de corrección. Pero la ética es individual y acá no tratamos de convencer a nadie. Todos tienen derecho de aceptar una oferta de trabajo mejor, pero algunos creemos que se cruza una línea ética cuando tu antecesor sigue en el cargo mientras negocias. Algunos creemos que los jugadores referentes no deberían irse por la puesta de atrás. Los mayores responsables, en todo caso, son los encargados de los clubes. La soberbia de algunos incluso los lleva a terminar sus vínculos por teléfono, por las redes sociales o por la prensa. Son los tiempos que corren. A nadie le importan mucho las formas. Nos estamos quedando solos.

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