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Sí, el pene se puede romper: así sucede (y así se trata) la lesión más temida por cualquier hombre

El órgano sexual masculino puede fracturarse y casi siempre ocurre mientras mantenemos relaciones sexuales. Algunos especialistas analizan sus causas y consecuencias y recuerdan algunos de los casos más llamativos que atendieron.

El órgano sexual masculino puede fracturarse y casi siempre ocurre mientras mantenemos relaciones sexuales. Algunos especialistas analizan sus causas y consecuencias y recuerdan algunos de los casos más llamativos que atendieron.

Por ElPais.com

«El portero de un edificio en cuyo portal se estaban haciendo reformas decidió masturbarse en la portería, donde guardaban todo el material de la obra. Se le cayó una caja de baldosas encima. Cuando llegó a urgencias con el pene fracturado, solo nos contó lo de la caja de baldosas y no entendíamos nada. Preguntando, preguntando, acabó contando todos los detalles». La que recuerda esta historia es Lucía Osorio, urólogo en Urología Hospitalaria en HM Hospitales en Galicia. El pene se puede romper, sí, como si fuera un hueso, y aunque es una circunstancia poco frecuente (su incidencia es de 1,36 por cada 100.000 habitantes cada año), como aclara Osorio, «vienen asociadas a situaciones anecdóticas que siempre recuerdas y que dan pie a comentar con compañeros de la profesión».

Cuando en junio de 1993 los medios informaron de que una mujer estadounidense llamada Lorena Bobbit había cortado el miembro de su marido, todos los hombres del mundo se llevaron instintivamente la mano a la entrepierna. Aquella noticia tenía muchísimas lecturas (la machista, la racial, la sensacionalista…), pero hubo algo llamativo e inédito en la forma en que los hombres de todo el mundo se enfrentaron a ella: con un dolor casi físico, comprobando instintivamente si su entrepierna seguía en su sitio. Resulta que el pene, centro de un universo falocéntrico y por el que muchas generaciones de hombres han medido (y siguen midiendo) su valía, es tan frágil como cualquier otro de nuestros órganos. Y resulta que, en estado de erección, se puede romper. ¿Pero cómo?

«El pene se compone de tres estructuras tubulares», explica Osorio. «Por un lado el cuerpo esponjoso que acaba formando el glande y a través del cual discurre la uretra. Y a cada lado de este, dos cuerpos cavernosos que son fundamentalmente los encargados de la erección. Estos cuerpos cavernosos están formados por un tejido que podría parecerse a una esponja por donde circula la sangre y recubiertos por la albugínea (una capa elástica y resistente). Y los tres, tanto los cavernosos como el esponjoso, están recubiertos a su vez por otra capa de tejido elástico y resistente que se llama la fascia de Buck. Cuando se produce una erección, tanto los cuerpos cavernosos como el esponjoso se llenan de sangre. Si por el motivo que sea se produce un traumatismo, la albugínea y a veces también la fascia de Buck se rompen, permitiendo la salida de la sangre que estaba retenida en el cuerpo cavernoso. Por lo tanto, se pierde la erección y se forma un hematoma importante».

Según la uróloga, los penes se rompen, en un 76%, manteniendo relaciones sexuales. De ese 76, según el estudio publicado por R. Barros en el International Journal of Impotence Research, «el 25 por ciento con el hombre encima, el 41 por ciento con la posición del perrito y el 10 por ciento con las mujeres encima». El otro 24% restante se producen con el órgano en estado de erección, pero sin estar manteniendo relaciones, ya sea por accidentes como el del hombre al que se le cayeron las baldosas encima o por ocurrencias como esta que recuerda la sexóloga Elena Requena: “Recuerdo algún caso cuando trabajaba en las urgencias de un hospital de Madrid que vino un hombre que había colocado un anillo en el pene y no podía quitárselo. Las fracturas de esa zona que he visto han sido generalmente por traumatismos, y créeme, son bastante espectaculares”.

¿Cómo es el momento de la fractura? «Se escucha un chasquido», explica Lucía Osorio, «se siente dolor y se forma un hematoma importante. Al cabo de un rato se empieza a inflamar a expensas del hematoma que se está formando y llega a producirse lo que está descrito clínicamente como ‘pene en berenjena’, por la deformación que se produce en el miembro a raíz del hematoma».

¿Más ejemplos? En Forocoches, la salvaguarda de la masculinidad española a la antigua usanza, hay varios hilos donde se discute este tema. En uno de ellos, con el ilustrativo título «Me han partido el nabo», uno de los miembros describe fielmente la escena que ha descrito la especialista. «Me ocurre siempre cuando ella se pone encima mirando para el otro lado, pero esta vez algo ha crujido. […] Nunca había crujido como ayer. Tengo miedo de empalmarme ahora». A esta consulta siguen las chanzas habituales de los miembros del foro y algunos comentarios de hombres horrorizados («estoy flipando de dolor solo al imaginármelo»), hasta que alguien lo aconseja bien: «Se han roto los cuerpos cavernosos del pene. Tienes que ir al médico».

Buen consejo: es altamente recomendable ir a urgencias dentro de las 48 horas siguientes al traumatismo. «La cirugía consiste fundamentalmente en evacuar el hematoma y suturar la albugínea rota», explica Osorio. «En el postoperatorio es fundamental el reposo sexual durante unas semanas». Para este reposo sexual algunos médicos recetan un medicamento para bloquear la testosterona y así evitar las erecciones durante la recuperación, aunque no es una práctica estandarizada.

Esta es la parte física, ¿pero qué hay de la psicológica? Para Requena, la fractura deja en los hombres una sensación de “miedo a volver a tener una relación sexual, mucho más si es una que desencadenó este incidente”. Además, está el silencio y la vergüenza: “Este tipo de fractura es algo de lo que no se suele hablar y da lugar a situación de mucha incertidumbre y desconocimiento cuando una persona la experimenta. Los hombres que tienen cualquier alteración genital suelen experimentar cierto pudor con esta zona de su cuerpo. No solo cuando se da traumatismo, también cuando hay que extirpar un testículo o con las cicatrices en operaciones de fimosis”.

“Por otro lado”, prosigue la sexóloga, “tras una fractura puede haber secuelas a nivel estético que hacen que el paciente no se sienta cómodo con el nuevo aspecto que tiene su miembro, o que le genere rechazo y desemboque un deterioro de su autoestima, dificultad en las relaciones sexuales o miedo a ellas”. Sin embargo, Osorio da un mensaje más tranquilizador a este respecto: «Habitualmente la recuperación es buena tanto a nivel funcional como a nivel estético y no deja secuelas, aunque a veces, por la cicatrización de la zona suturada, se puede producir cierta incurvación del pene con la erección, aunque suele ser mínima y no afecta a la calidad de la erección ni relación del paciente».

Final feliz, sí, para una fractura que casi no le sucede a nadie. Pero cuidado con confiarse mientras se mantienen relaciones sexuales. Los 630 españoles que, según arroja la media, se presentaron en urgencias con el pene roto solo el año pasado, seguramente pensaron eso mismo: «Esto no me puede pasar a mí».


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