Hace cinco décadas se lanzó el álbum homónimo de los padres del metal. Un trabajo que sentó las bases de una verdadera revolución en la historia del rock.
El viernes 13 de febrero de 1970, el mundo cambió para siempre. Y si no fue de golpe, al menos ese día se puso la primera piedra de una verdadera revolución. Ese fue el día en que se lanzó el disco debut homónimo de Black Sabbath, una de las piezas fundamentales de la historia del rock y el álbum que le dio partida al heavy metal tal como lo conocemos.
Si hasta el minuto la sicodelia y la revolución de las flores era lo que primaba, lo que Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward presentaron al mundo traía energías nunca antes vistas. Desde la clase obrera de una ciudad industrializada como Birminham, la Inglaterra que el cuarteto conocía no era la del glamour de Londres. En esos surcos había oscuridad, un sentido del humor negro y ganas de convertir la frustración alrededor en el sonido más crudo y pesado que se haya escuchado hasta el momento.
Desde la lluvia, las campanas y los truenos que dan un tono lúgubre antes del riff de «Black Sabbath» ya estábamos ante algo que nunca habíamos escuchado antes. La vibra endiablada de «The Wizard» nos lo confirmaba, la presencia del diablo en «N.I.B.«, la onda de «Evil Woman», la atmósfera cristalina de «Sleeping Village», el arrastre de «Warning» y el cierre perfecto de «Wicked World» hacen de estos 38 minutos de música una experiencia que te puede cambiar la vida.
En Futuro celebramos durante todo el día los 50 años del debut homónimo de Black Sabbath.