Según lo que una usuaria de Facebook contó, la historia comenzó cuando Eclipse se cansó de esperar a su dueño para ir al parque, por lo que aprendió a hacerlo sola. El primer día que salió en busca de la aventura, el chofer del autobús la identificó y la dejó subir, para más tarde avisarle de la parada en la que se tenía que bajar, el parque.
Luego, su dueño se percató de la situación, y le enseñó el camino de regreso a Eclipse, en el caso de que se volviera a ir sola al parque, acción que se convirtió en algo habitual.
Con el paso del tiempo, los conductores de autobuses han ido conociendo a la perrita, al igual que aquellos pasajeros que se encuentran con ella, aprovechando de sacarse fotos y hacerle cariño.