Tiene unos 350 metros de longitud y está compuesta de granito volcánico. Sin embargo, su aparición sería consecuencia del calentamiento global.
“¡Creo que estoy viendo rocas!”, fue el grito de uno de los oficiales del RV Nathaniel B. Palmer mientras pasaban por la bahía de Pine Island, en la Antártida occidental.
Lo que en ese momento el oficial no sabía era que había hecho un sorprendente descubrimiento: una isla desconocida hasta ahora y que no aparecía en los mapas, según publica Nature.
“Hubo una conmoción cuando todos a bordo se apresuraron a ver el afloramiento rocoso cubierto de hielo”, dice Julia Wellner, geóloga marina de la Universidad de Houston y la encargada de la expedición.
En un principio, el objetivo de la investigación era recolectar muestras de la costa occidental del continente blanco para el estudio de la estabilidad de los mayores glaciares de la zona. Sin embargo, tras el hallazgo los planes cambiaron radicalmente. Ahora el grupo de investigadores tiene como “prioridad absoluta” la inspección de la misteriosa isla.
Lo que han podido observar hasta ahora los exploradores (imposibilitados de acercarse demasiado producto del mal tiempo) es que la isla tiene unos 350 metros de longitud y está compuesta de granito volcánico en la que incluso vive una pequeña colonia de focas.
Que la isla no haya sido identificada anteriormente por los satélites se debe precisamente a que su superficie cubierta de hielo la camufló entre el hielo circundante.
Sin embargo, este descubrimiento también supone que se debe al derretimiento de los hielos producto del calentamiento global, lo que ha generado que los glaciares se vayan retirando de la Antártica occidental.