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La injustamente apodada “gripe española de 1918”

Los investigadores sitúan el origen de la pandemia en Estados Unidos. La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial es la responsable del nombre.

Hector Muñoz |

gripe española

Los investigadores sitúan el origen de la pandemia en Estados Unidos. La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial es la responsable del nombre.

Por ElPais.com

La letal pandemia que entre 1918 y 1920 provocó la muerte de más de 50 millones de personas en todo el mundo ha pasado a la historia con el sobrenombre de “gripe española”. Los científicos no han podido determinar con total precisión el foco de su origen. Sin embargo, las investigaciones coinciden en que la hipótesis más plausible es que el virus se originara en Estados Unidos, en el remoto condado de Haskell (Kansas). Ninguna de las conjeturas que manejan los expertos alude a un origen español de la devastadora epidemia. Sin embargo, aún hoy en día, al buscar paralelismos en el pasado con la nueva pandemia de coronavirus que ha confinado a un tercio de la humanidad, la mal llamada “gripe española de 1918” sigue siendo uno de los ejemplos más recurrentes. La neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial es la responsable de este inmerecido bautizo.

“La evidencia epidemiológica sugiere que un nuevo virus de gripe se originó en el condado de Haskell, a principios de 1918 y que viajó hacia (…) una enorme base del ejército, y de allí a Europa”, explica John M. Barry en La gran gripe: la épica historia de la plaga más mortal de la historia (Penguin Group, 2004). Según Barry, autor del que sea posiblemente el estudio histórico reciente más completo sobre el devastador virus de 1918, reeditado en 2018 por el centenario de la pandemia, la enfermedad se expandió “a través de América del Norte hacia Europa, América del Sur, Asia y África”.

Hay una prueba clave que sitúa en Haskell el origen de la pandemia de 1918. La alusión al brote del virus en este recóndito condado estadounidense es la única mención sobre una gripe que aparece en el diario semanal publicado por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, el Public Health Report, durante los primeros seis meses de 1918, el 5 de abril de aquel año, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU. La publicación tenía la misión de registrar cualquier brote de cualquier enfermedad contagiosa, no solo en territorio norteamericano sino en cualquier parte del mundo, para alertar a los funcionarios de salud estadounidenses.

Fue el doctor Loring Miner, médico del condado de Haskell en el primer tercio del siglo XX, quien dio con poco éxito el aviso a las autoridades sanitarias cuando entre finales de enero y principios de febrero de 1918 comenzó a tratar a pacientes “con síntomas que parecían comunes, pero de una intensidad inusual: dolor de cabeza violento, dolores corporales, fiebre alta y tos no productiva”, relata Barry. Miner diagnóstico la enfermedad como “gripe”, pero nunca había visto otra tan agresiva. Y añade el historiador: “Docenas de sus pacientes, las personas más fuertes, sanas y robustas del condado fueron abatidas tan repentinamente como si hubieran recibido un disparo”.

El periódico local de Haskell, el Santa Fe Monitor, dejó constancia en aquellas fechas en sus páginas interiores —nunca en portada para no minar la moral de la población en plena guerra mundial— del estado de salud de sus ciudadanos: “La señora Eva Van Alstine está enferma de neumonía”, “Ralph Lindeman todavía continúa enfermo”. Y así, uno tras otro, el diario relató los casos de decenas de vecinos de la región que se contagiaron del nuevo virus.

Y del condado de Haskell saltó al campamento militar de Funston, también en Kansas, a través de los soldados que se alistaban en el ejército para luchar en la Primera Guerra Mundial. El motivo es que la enfermedad atacó especialmente a los jóvenes, relata Beatriz Echeverri Dávila en el artículo En el centenario de la gripe española: un estado de la cuestión, publicado en 2018 en la Revista de Demografía Histórica. Según la socióloga, que ha investigado el impacto de aquel virus en España, en marzo de 1918, los médicos militares del campamento militar de Funston registraron la aparición repentina de miles de casos de gripe entre los soldados. Desde Funston, “la epidemia se fue extendiendo de campamento en campamento hasta llegar a la costa este [de EE UU] donde se embarcaban miles de jóvenes con destino a Francia”. Aunque un gran número de soldados se infectaron, las autoridades prosiguieron con el “envío masivo de tropas, difundiendo así el virus primero a las bases militares y a los campos de batalla de Europa, y posteriormente, a la población civil”. El tráfico marítimo de la guerra, muy intenso por la contienda, “aceleró el arribo de la epidemia al hemisferio sur, con lo cual, en junio ya había afectado a Sudáfrica y la India”, sostiene Dávila.

Además de Haskell, existen otras hipótesis sobre el origen de la pandemia, aunque ninguna de ellas sitúa el primer brote en España. “Algunos historiadores y epidemiólogos han planteado que la pandemia de 1918 comenzó en China”, recuerda John M. Barry. Pero esta teoría no responde a criterios científicos sino a que “muchas pandemias cuyo origen es conocido comenzaron en Asia o Rusia” por el gran número de personas que vive en contacto con cerdos y pájaros, lo que aumenta “las oportunidades” de que un virus salte de un animal a un humano. El doctor Edwin Jordan publicó en 1927 un estudio sobre la pandemia, financiado por la Asociación Médica de Estados Unidos, en el que también contempla la posibilidad de que surgiera en Francia o India. Sin embargo, rechazó estas hipótesis y sentenció que la evidencia más fuerte es la que considera que el origen de aquella gripe se encuentra en Estados Unidos.

¿Por qué entonces aquella virulenta pandemia ha pasado a la historia como “gripe española”? Con un gran número de soldados contagiados de gripe, la epidemia trastornó las estrategias militares de los países inmersos en la Primera Guerra Mundial. “Alteraciones que era importante esconder al enemigo, razón por la cual los países beligerantes censuraron las noticias de la epidemia”, explica Echeverri Dávila. En cambio, los historiadores coinciden en que la neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial permitió que la prensa del país informara libremente sobre la gripe que afectaba a la población, cuyos primeros casos comenzaron a aparecer en mayo de 1918. “Razón por la cual”, concluye la socióloga, “la enfermedad fue bautizada inmerecidamente como gripe española”, un nombre que, pese a las evidencias, la historia no solo no ha borrado sino que lo ha vuelto a resucitar.

 

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