El ex boxeador confirmó el rumor que comenzó a circular en 2019. “Intentaron demandarme, hasta que se descubrió que ella había saltado la valla”, señaló.
Miker Tyaon es conocido, además de su furia arriba del ring, por ser un hombre que ha estado envuelto en polémicas y dueño de una excéntrica personalidad.
Dentro de esas excentricidades estaba ‘Kenia’, su tigre de bengala que adquirió en 1992 y que incluso apareció en la película de 2009, “The Hangover” del director Todd Phillips.
En el año 2019 comenzó a circular el rumor de que el felino había atacado a una mujer al punto de arrancarle un brazo. Para esclarecer el asunto y confirmar si la historia era real o no, el rapero Fat Joe le consultó sobre este hecho al ex boxeador de 53 años.
“Una mujer saltó la cerca donde estaba el tigre y se puso a jugar con él. El tigre no conocía a la dama, así que se produjo un accidente grave”, dijo Tyson aclarando que el error e imprudencia fue de la mujer al creer que podía jugar con el tigre sin sufrir ninguna consecuencia.
El ex pugilista señaló que intentaron culparlo del hecho, sin embargo, luego se esclareció de que la culpa había sido de la mujer.
“Intentaron demandarme, hasta que se descubrió que ella había saltado la valla y entró sin autorización en el recinto del tigre. Pero cuando vi lo que el tigre le había hecho en la mano le di 250.000 dólares… lo que sea porque estaba jodidamente loca”, señaló.
Tyson se mostró sorprendido por la fuerza de estos enormes y peligrosos animales salvajes. “No te puedes creer lo que un tigre puede hacerle a la carne humana… no tienes ni idea”, indicó.
El ex campeón mundial de pesos pesados reconoció que fue un error tener este tipo de animales e intentar domesticarlos. “En aquel momento fue estúpido. No hay manera de que puedas domesticar a estos felinos al 100%. Te matan por accidente, ni siquiera quieren matarte, lo hacen por accidente. Son demasiado fuertes”, señaló.
Tyson reveló que debió deshacerse de “Kenia” luego que tras 16 años se hiciera demasiado viejo y sus ojos y cabeza comenzaron a fallar. “Nunca debí tenerlos en mi casa. Nunca debí domesticarlos. Creía que estaban domesticados, pero estaba equivocado”, admitió.