“Siempre se las arregló para sacar el máximo provecho de las personas que lo rodeaban”, dijo Mark Blundell, quien coincidió con el brasileño en McLaren.
Ayrton Senna es considerado uno de los más grandes pilotos de Fórmula 1 de todos los tiempos. Además, su trágica muerte el 1 de mayo de 1994 en el Gran Premio de San Marino en Imola, elevó su imagen a casi un mito del deporte tuerca y es hoy en día un referente en Brasil, su país natal.
Quienes lo conocieron, al igual como su familia y amigos, lo recuerdan como una persona que, además de ser un piloto extraordinario, tenía un gran corazón y siempre estaba preocupado de los demás.
Una muestra de ello es el día que le salvó la vida a Erik Comas, en agosto de 1992 durante la calificación en el circuito de Spa-Francorchamps, Bélgica. Al llegar a una curva, el piloto francés perdió el control del auto e impactó contra la barrera de contención. El mismo Comas reconoció después que Senna le salvó la vida.
Sin embargo, otro que tuvo la oportunidad de conocer a Senna es el ex piloto británico Mark Blundell, quien dijo que el piloto brasileño era “increíblemente egoísta”, en conversación con “Beyond the Grid”, el podcast oficial de la Fórmula 1.
Blundell coincidió con Senna en 1992 en McLaren, cuando el brasileño era uno de los mejores del circuito y él era piloto de pruebas de la escudería británica.
“Recuerdo una prueba en Imola. Estaba sentado en el auto con la suspensión activa y mi tiempo de vuelta fue un poco más rápido que el tiempo de Senna, quien rodó sin este aditamento. No podía creer que un piloto de pruebas fuera más rápido que él. Así que estudió los datos y analizó lo que estaba sucediendo allí”, relató Blundell.
“Se suponía que debía ir al aeropuerto entonces y Josef Leberer, el fisio, me llevaría allí. Estábamos sentados en la junta y luego dije: ‘Bien, muchachos, tengo que ir al aeropuerto de Bolonia ahora. Josef, ¿me puedes llevar?’. Entonces, Senna levantó la cabeza y solo dijo: ‘No. Él se queda aquí’. Había todo tipo de personas en esa reunión, nadie dijo una palabra. Solo tartamudeé: ‘Pero, entonces cómo llego al aeropuerto. Josef debería llevarme, todo estaba planeado’. Senna levantó la vista nuevamente y dijo: ‘No, se queda aquí’”, recuerda.
Para Blundell, el fallecido piloto brasileño manipulaba situaciones para que la gente a su alrededor finalmente hiciera lo que él quería. “Fue un juego psicológico en el que me hacía comprender que solo era el piloto de pruebas, el sustituto. Y era increíblemente egoísta. Se aseguró de siempre obtener lo que necesitaba para tener éxito”, señaló.
“Así fue cómo trabajaba, lo entendí más tarde. Siempre se las arregló para sacar el máximo provecho de las personas que lo rodeaban. Tenía el don de hablar sobre algo y presionar un sistema sin que la gente a su alrededor se diera cuenta de cuán grande era esta presión”, agregó.