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La historia de los dos jóvenes franceses que pasan la cuarentena en un velero

Los amigos se graduaron y decidieron tomarse unos meses sabáticos antes de comenzar a trabajar: la pandemia los pilló en medio del océano.

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Los amigos se graduaron y decidieron tomarse unos meses sabáticos antes de comenzar a trabajar: la pandemia los pilló en medio del océano.

Mikaël y Antoine, de 24 y 25 años respectivamente, son dos amigos franceses que en septiembre pasado se graduaron en una escuela de ingeniería. Fueron seis años de duro estudio, además de un trabajo de medio tiempo en una empresa, lo que les permitía ahorrar dinero. Por eso, al terminar la carrera, ninguno quiso incorporarse al mercado laboral de inmediato, y decidieron tomarse unos meses sabáticos.

Después de pensarlo bien, compraron un velero y se lanzaron a navegar sin rumbo fijo. Lo prepararon todo durante varias semanas y a finales de enero zarparon. En medio del viaje, el coronavirus comenzó a extenderse por todo el mundo. Al principio, podían atracar en los puertos y descender a los pueblos por los que pasaban para aprovisionarse de agua y comida, pero poco a poco las limitaciones fueron aumentando.

Estuvieron en Arradon, en Francia, donde hicieron la primera parada, luego en Gijón, Vigo y últimamente en Canarias, estas últimas tres paradas en España. Los amigos quisieron entrar en la localidad de Corralejo para comprar comida, pero el gobierno español ya había cerrado las fronteras y ellos son ciudadanos franceses, por lo que no podían acceder al país.

«Llamamos a la Guardia Civil para que nos autorizara a comprar comida fresca, pero nos malinterpretaron, aún nos quedaban víveres, lo único que queríamos era ir a adquirir más», explicaron a El Confidencial a través de WhatsApp los dos jóvenes. Fue entonces cuando agentes del Servicio Marítimo del instituto armado se enteraron de que los dos jóvenes estaban ahí anclados y pensaron que necesitaban su ayuda. Decidieron hacerles la compra, como informó la propia corporación.

«Nos trajeron comida del supermercado: verduras, pasta, arroz, salsa, agua y algunas cervezas», recordaron los franceses, que a juzgar parecen tranquilos por la situación. Para empezar, no han contraído el coronavirus: «No nos hemos hecho la prueba, pero llevamos solos desde hace 14 días y no tenemos ningún síntoma, no creemos que lo tengamos», dijeron desde su velero.

«Dormimos hasta tarde, leemos libros de Sherlock Holmes, chateamos con amigos y vemos videos de YouTube cuando la conexión es suficientemente buena», detallaron los jóvenes sobre sus actividades. «Hay dos barcos que están también en la zona, son alemanes y hablamos con ellos a través de la radio, también son más o menos de nuestra misma edad», revelaron Antoine y Mikaël, que cargan sus teléfonos y consiguen electricidad gracias a un panel solar que tiene el barco incorporado.

Los recién egresados dicen que podrían volver a sus hogares, aunque tardarían alrededor de dos semanas en hacerlo.  «Nuestro país nos ha dicho que si queremos podemos coger un vuelo de vuelta, pero no podemos dejar el barco aquí y por eso decidimos quedarnos», explicaron. «Podemos ir a la mayoría de países europeos, pero decidimos quedarnos aquí, porque la situación es bastante buena para vivir en un barco; además, si el cierre dura más de lo esperado y nos faltan alimentos o agua, sabemos que la Guardia Civil puede ayudarnos», dijeron confiados.

El barco de Antoine y Mikaël se encuentra amarrado a una boya cerca de las otras dos embarcaciones mencionadas, apenas a 50 metros de la costa de la isla de Lobos y a cuatro kilómetros de Fuerteventura, la segunda isla más grande de las Islas Canarias. Esto facilita cualquier rescate en caso de que sea necesario por causas climatológicas o de otra índole, aunque ellos esperan que no sea necesario.

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