En los alegres años 90 pasaba de todo en el cine. Cuántas veces hemos visto estas cintas y no hemos reparado en lo delirantes que son.
Por ElPais.com
«Los años noventa no tienen el mejor cine, pero sí tuvieron el mejor público. Los espectadores de aquella época eran entusiastas, ingenuos y receptivos». El que habla es el periodista especializado en cine Juan Sanguino. Acaba de editar el libro Generación Titanic: El libro del cine de los 90, donde desmenuza una década en la que «el cine se vivía como un acontecimiento familiar (a veces, gracias al videoclub o los pases por televisión, era una experiencia literalmente en familia). Su consumo era tan íntimo como colectivo».
Sanguino (Madrid, 1984) es un apasionado del cine comercial facturado en aquellos años. «El Hollywood de los 90 sabía que no nos podía colar malas películas tan fácilmente (como sí sucede hoy) y por eso se esforzaba en desafiarnos, en emocionarnos y en evitar tratarnos con condescendencia». Y cita algunos títulos: Titanic, Cadena perpetua, Eduardo Manostijeras, El silencio de los corderos, Thelma y Louise…
En su libro analiza todo lo bueno de estas películas. Y no pasa por encima de algo que no nos dimos cuenta (y ahora también nos cuesta ver): nos lo pasamos tan bien con algunas películas que no analizamos lo delirante que era la trama. Como estas…
1. Prácticamente magia (1998)
Podríamos argumentar que es la película definitiva de la historia del cine porque recorre todos los géneros posibles. Empieza como un drama romántico con Sandra Bullock enamorándose de un desconocido. Melodrama: Bullock enviuda y se encierra en su cuarto, incapaz siquiera de cuidar de sus dos hijas. Drama social: su hermana (Nicole Kidman) le pide ayuda para huir de un novio narcotraficante que la maltrata. Terror: las hermanas matan al narco. Comedia de enredo: tienen que esconder el cadáver y sacar tiempo para beber margaritas con sus tías en la cocina. El sexto género, el ‘thriller’, sucede con la visita de un policía que investiga la desaparición del narcotraficante. Y falta el género sobrenatural: el fantasma del maltratador se aparece y el policía se enfrenta a él, pistola en mano, en el ático. A estas alturas, el espectador ya no sabe ni qué emoción debe sentir: las ha atravesado todas.
2. Atrapado en el tiempo (1993)
Bill Murray está condenado a repetir el mismo día durante, dependiendo de los cálculos, dos semanas (según los ejecutivos del estudio) y 10.000 años (según el director) en Punxsutawney, Pennsylvania. Murray aprovecha para cumplir todos sus sueños: convertirse en un vaquero llamado Bronco, aprender a tocar el piano, suicidarse y enamorar a Andie McDowell. ‘Atrapado en el tiempo’ maneja la elipsis a través del guion y del montaje asumiendo inteligencia por parte del espectador, y ha pasado a la posteridad como la única comedia romántica que la mayoría de hombres (reconocen en público que) disfrutan. La película convirtió el sarcasmo en una forma de vida, acuñó el concepto de «día de la marmota» para referirse al hastío vital e hizo que jamás escuchásemos ‘I got you babe’, de Sonny y Cher, sin acordarnos de ella. Nada mal para una comedia que pasó completamente desapercibida en su estreno.
3. Mentiroso compulsivo (1997)
Si alguien te pregunta por qué el público amaba a Jim Carrey, ponle esta película. Si alguien te pregunta por qué muchos le odiaban, ponle esta película. ‘Mentiroso compulsivo’ es Carrey desatado (que ya es decir): a causa de un deseo pedido por su hijo, el abogado Fletcher Reede no puede mentir. Esta absurda premisa (solo posible en los alegres años 90) es suficiente para que Carrey se lleve la película hasta la línea de meta. Insulta a todo el que se cruza en su pasillo, alaba los pechos de su vecina durante dos incómodos minutos y confiesa haberse tirado un pedo en el ascensor. «Nada puede detener a La Garra», grita Fletcher y, en 1997, nada podía detener a Jim Carrey.
4. Señora Doubtfire, papá de por vida (1993)
En los 90 nada le hacía más gracia a Hollywood que un señor cuidando niños: ‘Mira quién habla’, ‘Tres solteros y un biberón’, ‘Arizona Baby’, ‘Este chico es un demonio’… Siguiendo esta lógica, ¿puede haber algo más gracioso que Robin Williams vestido de anciana? Sí: Robin Williams vestido de anciana a la que se le prenden fuego los pechos. ‘Señora Doubtfire’ fue la primera comedia familiar en abordar el divorcio. Al protagonista «no le queda más remedio» que travestirse para poder ver a sus hijos, porque su mujer (Sally Field, retratada como una bruja porque no le hace gracia llegar del trabajo y encontrar cabras en su salón) no le concede un régimen de visitas. El suicidio de Williams en 2014 nos privó de verle interpretando personajes de abuelo entrañable, así que ‘Señora Doubtfire’ será lo más cerca que estemos de verle en ese rol.
5. Sister Act, una monja de cuidado (1992)
Deloris Van Cartier es una cabaretera que presencia un asesinato perpetrado por su novio mafioso (Harvey Keitel), así que la policía se ve obligada a internarla en el programa de protección de testigos: la única solución, por lo visto, es que se haga pasar por monja. En el convento, Deloris aprenderá el significado de la amistad y les enseñará a las monjitas que ayudar a la comunidad no está reñido con mover las caderas. Hasta la gruñona madre superiora (una Maggie Smith que ya era vieja en 1992) se dejará conquistar por la energía y el carisma de Deloris. En la vida real, una monja demandó a Disney por plagiar su vida (?) pidiéndoles 100 millones de dólares, Whoopi se negó a promocionarla porque no recibió un sueldo aparte por conceder entrevistas y la adorable monja pelirroja que encontraba su voz al final fue doblada por una cantante profesional. Pero si algo nos enseñó ‘Sister Act’ es que hay mentiras que merece la pena creerse. Y además, ¿cuántas películas terminan con docenas de monjas correteando por un casino de Las Vegas?
6. Un padre en apuros (1996)
Una película para niños que desvela que Santa Claus son los padres. El ‘spoiler’ de la vida. Arnold Schwarzenegger es un padre demasiado ocupado en su trabajo (siempre había un padre ocupado en las películas de los 90) para cuidar de su hijo, que decide comprar los regalos de Navidad el 24 de diciembre por la mañana. El muñeco Turbo Man está agotado, así que Schwarzenegger se lía a mamporros con ancianas para conseguir las últimas existencias y acaba enfundándose en el traje de Turbo Man y volando para enfrentarse al villano. Y lo más alucinante es que, mientras ves la película, ninguno de estos giros de guion te choca en absoluto. Será la magia del cine. Pilas no incluidas.
7. City of angels (1997)
Nicolas Cage interpreta a un ángel que, tras olerle el pelo a Meg Ryan como un acosador del más allá, se vuelve humano para ligársela. Cuando hacen el amor, él lo define como: «caliente, húmedo, doloroso». Pero al final ella decide salir a comprar el desayuno en bici y está tan contenta que suelta el manillar y cierra los ojos. ¿Delirante? No, lo siguiente. ‘Spoiler’: es una mala idea.
8. Ghost, más allá del amor (1990)
El guionista confesó que la escribió durante un viaje de alucinógenos (LSD) y, sinceramente, tiene sentido. Un atractivo banquero (en los 90 trabajar en el capitalismo todavía era ‘cool’) es asesinado en un callejón y, convertido en un fantasma, debe recurrir a la ayuda de una pitonisa negra (Whoopi Goldberg) llamada Oda Mae Brown para que advierta a su novia (Demi Moore) de que su mejor amigo está intentando matarla para robarle una caja de Reebok y agenciarse así una comisión de 8.000 dólares (que menuda miseria, por otra parte). Comedia, romance, acción, amistad interracial, existencialismo, erotismo y ‘thriller’ sobrenatural conviven en esta demencial película que no tenía ningún sentido, pero funcionaba como un reloj y se erigió como la tercera película más taquillera de la historia en su momento. El público de los 90 podía con todo. Y quería más.
9. Super Mario Bros.
La película (1993) ¡Por fin descubrimos la personalidad de Luigi y Mario! Ojalá no haberlo hecho. La película más fea de los 90 convertía el asombroso mundo del videojuego en una cloaca distópica y deprimente atestada de criaturas hostiles, peleas mal rodadas y chistes espantosos. ‘Super Mario Bros’ es tan noventera que hasta la banda sonora la hacía Roxette.
10. Poli de guardería (1990)
Un hombre con la envergadura, la cara y el incomprensible acento austriaco de Arnold Schwarzenegger se infiltra en la guardería de un pequeño pueblo americano y ningún lugareño parece extrañarse. Ni siquiera cuando somete a los niños a un entrenamiento militar. A Arnie le da tiempo a ligarse a otra profesora y a tranquilizar a una madre preocupada porque a su hijo le gusta la ropa de mujer. «Lo que le pasa al niño», aclara el personaje de Schwarzenegger, «es que le gusta mirar las bragas de sus compañeras». La madre se queda mucho más aliviada porque los 90 podían ser bastante turbios. El estreno en Televisión Española de ‘Poli de guardería’ tuvo diez millones de espectadores. Nada más que añadir.
11. Bio-Dome (1996)
Atención, esta es la sinopsis oficial de la película, sin modificar: «Antes del Día del Medio Ambiente de 1996, lo más cerca que Bud y Doyle habían estado de un vertedero ¡era su apartamento! Cuando sus novias ecologistas les piden que dejen de tirarse el rollo y empiecen a tirar la basura, este dúo poco dinámico deja bien claro que prefieren hablar de guarradas que recogerlas. Pero sus vidas sufren un cambio radical cuando se encuentran atrapados en un experimento científico durante un año dentro de un entorno biológico esférico ¡sin comida rápida ni televisión por cable! ¿Podrán Bud y Doyle adaptarse a su nuevo hábitat o provocarán con su mera presencia su propia extinción, junto con el fracaso del proyecto y quizá la destrucción del planeta?». Después de leer esto lo más adecuado es tomarse un Ibuprofeno.
12. Preludio de un beso (1992)
Meg Ryan y Alec Baldwin son una pareja profundamente enamorada, pero durante el día de su boda aparece un anciano y felicita a Meg besándola en los labios. Resulta que ese beso era mágico, y ambos intercambian sus cuerpos. Atrapada en el cuerpo del anciano, Meg Ryan tendrá que convencer a Alec Baldwin de que es ella y de que le ayude a buscar al señor (encantado con su nuevo aspecto de reina de la comedia romántica de los 90) para convencerle de que revierta el hechizo y yo no me puedo creer la frase que acabo de escribir.
13. Nunca hables con extraños (1995)
Rebecca De Mornay es una sensual (siempre lo eran) psiquiatra que empieza a ser acosada por un lunático. El principal sospechoso es Antonio Banderas, por la sencilla razón de que es latino, lo cual no impide a Sarah acostarse con él. En contra: podría ser un asesino. A favor: tiene una valla en medio del salón contra la cual Rebecca puede mordisquearle el trasero. Finalmente descubrimos que el psicópata que acosa a Sarah es… ella misma. Banderas, de hecho, llega a pronunciar la frase «¿no te das cuenta de que te estás intentando matar a ti misma?». Y con esta frase murió el ‘thriller’ erótico para siempre.
14. Cara a cara (1997)
John Travolta se intercambia la cara con Nicolas Cage. Resulta difícil concluir cuál de los dos sale perdiendo con el cambio pero, sin duda, los que ganamos somos los espectadores. Siempre y cuando seamos capaces de sobreponernos a la vergüenza ajena. Cage, creador de un estilo interpretativo que él mismo ha bautizado como «mega-actuación», suelta los caballos del bochorno mediante muchos pucheritos y caras de asco. Así es como Cage ve a Travolta. Para demostrarse amor, los personajes se pasan la mano por la cara (es una metáfora) y, como es una película de John Woo, hay palomas. Docenas de palomas. A cámara lenta.
15 . Un ladrón de cuatro manos (1994)
Una niña se siente desplazada porque sus padres acaban de tener un bebé y, en vez aguantarse y aprender que la vida es dura como hicimos todos, decide hacerse amiga de un mono. Con tan mala suerte (o buena, si te gustan los monitos) que el simio es un ladrón profesional. Juntos vivirán todo tipo de aventuras en los mercadillos del pueblo y, como siempre sucedía en las comedias infantiles de los 90, se enfrentarán a una banda de mafiosos que intentan asesinarles. Menudas risas.
16. Junior
Arnold Schwarzenegger es un científico (!) que se liga a Emma Thompson (!!) y se somete a un experimento en el que se queda embarazado (!!!). Y todo eso sucede durante los primeros 20 minutos. El resto de la película es una sucesión de chistes sobre Arnold llorando y comiendo helado, aunque el público no deja de preguntarse por dónde demonios iban a sacar a ese pobre bebé. Los padres de todo el mundo tuvieron que explicarles el concepto de cesárea a sus hijos, y al final Arnold se viste de señora republicana en un plagio descarado de Señora Doubtfire. La película, por alguna razón, costó 60 millones de dólares (para comparar, es el mismo presupuesto que tuvo Parque jurásico ese mismo año), pero lo más sorprendente es que la distribuidora española dejase escapar la oportunidad de titularla Junior. ¡Vaya papá!
17. Mi padre. ¡Qué ligue! (1994)
Nicole (Katherine Heigl, con 14 años y ya liándola parda) se aburre tanto durante sus vacaciones con su padre (Gerard Depardieu) que, para hacerse la interesante, en vez de hacerse mechas como hacían todas las demás decide contarle al chico que le gusta que su padre y ella son espías y amantes. Los enredos, los malentendidos y las persecuciones están garantizadas y no dan respiro a un espectador que afortunadamente no tiene tiempo de reparar en lo tremendamente perturbador que es el título de la película.
18. Spiceworld, la película (1997)
Las Spice Girls se enfrentan a su primer concierto en directo, pero antes tendrán que superar una discusión, evitar a un cámara obsesionado con rodar un documental sobre ellas, enfrentarse a un supervillano (Roger Moore) que pretende dominar el mundo, asistir al parto de su mejor amiga y firmar autógrafos para unos alienígenas. Y aun así, lo más difícil de esta película fue conseguir que Geri Halliwell no abandonase el grupo durante el rodaje.
19. Sommersby (1993)
Jodie Foster vive tranquila esperando a que su marido regrese de la guerra. Cuando vuelve, parece desconcertado y muy cambiado. De hecho, es otra persona. Pero como su nueva cara es la de Richard Gere, Jodie se hace un poco la encontradiza porque igual tampoco es tan mal plan de vida (su marido original, además, era un hombre atroz). Como en el 80 % de las películas de los 90, hay un juicio al final y como casi siempre el juez era negro, a pesar de que ‘Sommersby’ está ambientada un par de años después de la abolición de la esclavitud. Al fin y al cabo, nadie se sentaba a ver una película de Richard Gere esperando rigor histórico (otro día hablamos de ‘El primer caballero’).
20. Space Jam (1996)
Reunir a todos los bichos de Looney Tunes ya es un evento; ponerles a jugar un partido de baloncesto con Michael Jordan contra unos extraterrestres, los Monstrellas, es una idea que solo podía salir adelante durante los años 90. En 80 minutos, Bugs Bunny besa a Jordan en la boca, la abuela de Piolín hace de animadora, el Coyote pone dinamita ACME en la canasta, Lola Bunny se erige como icono feminista («nunca me llames muñeca»), Sam Bigotes y Elmer Gruñón se visten de Pulp Fiction y un obeso se hincha, sale volando y tiene que desinflarse a pedos. Por ahí también correteaba Bill Murray, que no le dice que no a nada. Y todo esto para impedir que los Looney Tunes se pasen la eternidad esclavizados en un parque de atracciones alienígena llamado Tontolandia. La película tuvo cuatro guionistas.