“Creo que serán los últimos en volver”, afirma el especialista en bioética estadounidense Zeke Emanuel, que ve con sorpresa e incredulidad los conciertos y eventos que se aplazan a otoño de este mismo año. ¿Cómo es la situación en España?
Por ElPais.com
“Las reuniones más grandes, conferencias, conciertos, eventos deportivos… Cuando dicen que van a reprogramar una conferencia o evento de graduación para octubre de 2020, no tengo ni idea de cómo creen que es una posibilidad plausible. Creo que esas cosas serán las últimas en regresar. Siendo realistas, estamos hablando del otoño de 2021, como muy pronto”, dijo Zeke Emanuel, especialista en bioética y políticas de salud en un panel organizado por el periódico The New York Times sobre la vuelta a la normalidad en Estados Unidos después del coronavirus.
En la actualidad los festivales alrededor del mundo, que se celebran habitualmente entre inicios de mayo y finales de julio, han tomado dos posturas diferentes. Algunos, como el británico Glastonbury y el danés Roskilde han optado por suspender definitivamente sus ediciones de 2020. Pero otros, como el estadounidense Coachella, o los españoles Primavera Sound, Viña Rock y Tomavistas han movido sus fechas para el otoño.
En España hay muchos que ni siquiera han cambiado aún las fechas. Es el caso del barcelonés Sónar, previsto para el 18 de junio. Aunque Joan Subirats, teniente alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, dijo en marzo que se estaba trabajando para poder encontrar una nueva fecha en 2020 para los grandes festivales de la ciudad. Además, los festivales catalanes cuentan con el respaldo de un decreto ley de la Generalitat según el cual podrán acogerse a los supuestos de causa mayor en caso de suspensión o aplazamiento. En el texto se consideran supuestos de fuerza mayor: “los casos de suspensión o aplazamiento de los eventos culturales que, por su relevancia, envergadura y naturaleza internacional, requieren una preparación especial y dependen en gran medida de la movilidad de los asistentes, incluso después del levantamiento del estado de alarma”.
El más claro sobre los motivos de mantener aún las citas previstas ha sido Alfonso Santiago, director de Last Tour, promotora del Azkena Rock de Vitoria y del Bilbao BBK Live. “Sólo nos planteamos la cancelación si hay una orden del gobierno», dijo en Radio Euskadi. “Tenemos que aguantar para que el sector no se hunda. El 90 % de los festivales de junio, julio y agosto siguen en pie».
Santiago explicaba que los festivales españoles no tienen seguro de suspensión por pandemia, aunque en algunos casos se había intentado negociar. No solo fue imposible, hay quien asegura que algunas aseguradoras incluyeron explícitamente una claúsula que excluía el coronavirus como causa de suspensión, lo que deja a los certámenes en una situación más que precaria.
Eso es lo que les obliga a mantener las fechas, o en todo caso posponer, en vez de suspender directamente. Porque el cambio de fechas no obliga a los promotores a devolver el dinero de las entradas, un dinero ya gastado en la mayor parte de los casos y del que, por lo tanto, ya no disponen. El South by southwest de Austin, Texas, el primero de los grandes festivales en suspender a principios de marzo, pocos días antes de la apertura, ya anunció que en ningún caso reembolsaría porque su seguro no cubría las pandemias, pero en su caso la letra pequeña de las entradas les protegía. “Todos estos aplazamientos son por el cash flow. Si cancelan y devuelven se arruinan”, dice el responsable de una discográfica española. “Pero van a tener que cancelar al final. Va a ser una pena, pero decir que tienen el cartel reconfirmado al 90% para octubre es lo más insensato que he escuchado en mucho tiempo”, concluye. Y para dar validez a sus palabras se remite a un mensaje enviado por uno de los grandes agentes de contratación británico: “No creo que veamos shows en directo hasta 2021. Si algún promotor sigue existiendo entonces”.