El país oceánico ha sido un ejemplo a seguir por otras naciones tras su exitosa lucha contra la pandemia del coronavirus.
Hace una semana la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, aseguraba que habían “ganado la batalla” contra el coronavirus tras no haberse registrado contagios locales.
El país oceánico se ha convertido en un ejemplo a seguir en el combate contra la pandemia del COVID-19, registrando hasta la fecha solo 1.487 contagiados y 20 fallecidos.
Ahora las autoridades neozelandesas quieren implementar las “burbujas sociales”, estrategia en la que se autoriza a la población a ampliar su círculo de contactos, como una forma de salir de la cuarentena pero siempre manteniendo el control de los infectados.
“La gente debe continuar dentro de la burbuja de su hogar pero puede expandirla para reconectarse con su familia extendida, o para traer cuidadores, o para ayudar a personas aisladas”, dicen desde el gobierno.
Estas “burbujas sociales” son medidas que se pueden adoptar “siempre y cuando todos vivan en el mismo pueblo o ciudad”, según ha señalado el gobierno a través de su sitio web.
Según los expertos, este acercamiento social minimiza el riesgo de contagiarse, ya que la infección “se queda dentro de la burbuja y no puede transmitirse a otras”, dice a la BBC Stefan Flasche profesor asociado de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Viendo el éxito que ha tenido Nueva Zelanda en la lucha por combatir el COVID-19, la medida de las “burbujas sociales” está siendo considerada por otros países, como Canadá, Reino unido, Escocia y Bélgica.