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Estas tramas de ‘Star Wars’ fueron bastante más disparatadas que ‘El ascenso de Skywalker’

Muchos seguidores de la saga galáctica pusieron el grito en el cielo con las decisiones argumentales tomadas en la última entrega de la franquicia. Sin embargo, en los márgenes de la historia principal han ocurrido sucesos mucho más demenciales.

Hector Muñoz |

Muchos seguidores de la saga galáctica pusieron el grito en el cielo con las decisiones argumentales tomadas en la última entrega de la franquicia. Sin embargo, en los márgenes de la historia principal han ocurrido sucesos mucho más demenciales.

Por ElPais.com

Cuesta recordar una saga de ficción que haya tenido tantas polémicas con sus propios seguidores como Star Wars. Con la trilogía de precuelas, que sustituía el espíritu de aventuras de las películas clásicas por el tono más denso y político de las intrigas palaciegas, muchos decidieron renegar del creador, George Lucas. Cuando este vendió su productora LucasFilm a Disney, la imagen de lord Sith adquirida por el cineasta para un sector importante de su público no hizo más que consolidarse. Los más integristas han recibido como una traición personal cada entrega de la nueva trilogía desarrollada por la factoría; en particular, el octavo episodio, Los últimos Jedi, pura gasolina para los grupúsculos más misóginos y ultraderechistas del cosmos friki, que han llegado a considerarla propaganda socialista y a elaborar montajes eliminando a los personajes femeninos.

La entrega final, El ascenso de Skywalker, tenía la difícil misión de sellar al fin la paz en la galaxia tanto dentro como fuera de la pantalla, pero el efecto ha sido el contrario: la película dirigida por J.J. Abrams ha logrado molestar tanto a los defensores del Episodio VIII (cuyas principales decisiones argumentales son ignoradas, cuando no anuladas) como a los detractores de esta actual etapa, que no han terminado de digerir, entre otros acontecimientos, el regreso de un villano claramente fallecido tiempo atrás, el Emperador Palpatine.

Con todo, pese a esa concepción que parece existir de las películas originales como textos bíblicos sagrados e inalterables, la serie de sucesos imprevisibles que tienen lugar en El ascenso de Skywalker está lejos de constituir la mayor herejía jamás ocurrida en el seno de la saga. Casi desde el mismo estreno de la primera película en 1977, bajo la marca Star Wars se han producido historias que ampliaban el argumento de manera, digamos, bastante heterodoxa. Estas tramas, conocidas como el Universo Expandido de Star Wars, fueron consideradas oficiales por LucasFilm hasta la compra de Disney, que decidió omitirlas del canon por los problemas y limitaciones que le generaban a la hora de desarrollar nuevas películas. No obstante, algunas sí están vigentes: son las novelizaciones de los episodios, que en algunos casos (como, sin ir más lejos, en el último largometraje) han matizado detalles sustanciales hasta el punto de alterar notablemente la historia que creíamos haber visto. A continuación repasamos algunas líneas argumentales muy impactantes que no causaron tanto revuelo… porque casi nadie se enteró.

Palpatine es un clon

¿Cómo es posible que el Emperador Palpatine, arrojado al vacío por Darth Vader al final de El retorno del Jedi, reaparezca vivo y coleando en el Episodio IX? Hay una explicación: el Palpatine que vemos en El ascenso de Skywalker no es el mismo que hemos estado viendo en las dos trilogías anteriores, sino un clon. El espectador que no se enterara de este importante detalle en el cine no sufre déficit de atención ni tiene la culpa de nada: es algo que se ha conocido meses después del estreno, a través de su adaptación literaria. Ya lo advirtió Ian McDiarmid, el actor que interpreta al personaje, en algunas de las entrevistas que concedió para promocionar la película: George Lucas, años atrás, le había dicho que Palpatine estaba “muerto del todo”. La película, gracias a un añadido extracinematográfico, oficialmente ya no desdice tanto al creador de la saga.

Chewbacca murió aplastado por una luna

Así terminaban las aventuras de uno de los personajes más icónicos y queridos de la saga, el inseparable amigo de Han Solo, en el libro La Nueva Orden Jedi: Vector Prime (1999). La muerte del wookie es heroica: Chewbacca consigue rescatar al hijo de Solo (de nombre Anakin, en homenaje a su abuelo por parte de madre) y subirle a la nave, el Halcón Milenario, antes del impacto de la luna de Dobido en el planeta Sernpidal. Él, en cambio, no se salva. Los droides C-3PO y R2D2 preparan su funeral con varios testimonios holográficos de personas a las que Chewbacca cambió la vida. Gracias a que Disney, a la manera de Yoda prendiendo fuego a los textos sagrados en Los últimos Jedi, eliminó del canon la serie de libros, el personaje pudo regresar en la nueva trilogía.

La novia fantasma de Luke

Según el Código Jedi, los caballeros y maestros de la Orden no pueden casarse ni tener relaciones. Algo que, como recordarán los espectadores de las precuelas, Anakin Skywalker (previa conversión al Lado Oscuro) no respetó: se casó clandestinamente con Padmé Amidala en El ataque de los clones y la pareja tuvo dos hijos, Luke y Leia. De tal palo, tal astilla. Tanto en libros como en tebeos, el maestro Jedi Luke Skywalker también tuvo varias novias y descendencia.

Entre todas ellas, sin duda cabe destacar su idilio en el libro Los hijos de los Jedi (1995) con la también Jedi Callista Ming, una rebelde que, durante la guerra contra el Imperio, inyectó su fuerza vital en el acorazado El Ojo de Palpatine. Tiempo después, Luke acaba dentro del buque espacial, descubre su espíritu dentro de los bancos de datos de la nave y se enamora de ella, que toma forma corpórea mediante la posesión del cadáver de su joven aprendiz, Cray Mingla (que se había suicidado para estar con su también fallecido amante). Esta esotérica relación de película de terror no duró mucho: Callista dejó a Luke después de empezar a sentirse cercana al Lado Oscuro, un hecho que vinculó a su romance prohibido. Aunque según LucasFilm esto también fue parte de la continuidad oficial, ni siquiera el propio George Lucas lo vio muy claro: en una entrevista en 2008, se declaró completamente desentendido de estos acontecimientos. Para él, Luke jamás se casa, Darth Vader nunca revive y Palpatine nunca es clonado. Esa última apreciación, 11 años después, también fue sacada por Disney del canon.

El hutt Jedi que cayó en desgracia

Es difícil formarse una imagen simpática y bondadosa de una criatura con el aspecto de Jabba, el mórbido mafioso alienígena que puso precio a la cabeza de Han Solo en las películas originales hasta obtener, finalmente, su cuerpo congelado en carbonita. Sin embargo, nunca hay que partir de prejuicios racistas, tampoco en la galaxia lejana: Beldorium, criatura hutt (la misma especie de Jabba), llegó a ser Caballero Jedi, el único de su raza en toda la historia. Aunque la cosa no acabó nada bien: el hutt sucumbió al Lado Oscuro y se convirtió en un terrible dictador, que atendía a nombres del calibre de Beldorium el Espléndido o del apodo posiblemente más cursi que haya tenido jamás un tirano, Beldorium el de los Ojos Rubíes.

De nuevo siguiendo el camino criminal de Jabba en El retorno del Jedi, Beldorium también cometió el error de secuestrar a Leia y también murió ajusticiado por la princesa. Sucede en el libro Planeta de Penumbra (1997).

Hartos de la Fuerza

Hay quien sostiene que es lo mismo un fascista que un antifascista porque los extremos se tocan. Este nivel de argumentación también funciona en Star Wars y le es suficiente al Emperador Palpatine para atraer a Anakin Skywalker al Lado Oscuro en el tercer episodio, La venganza de los Sith: si puedes convencer a alguien de que, al margen de dos o tres detalles superficiales, los Jedi y los Sith son lo mismo, por supuesto que le vas a poder convencer de que mate a un puñado de niños, porque su cabeza razonará que eso es lo mismo que no matarlos.

Pero 3.600 años antes de los acontecimientos de las películas, una facción protolibertaria ya trató de evitar todos estos complejos dilemas cargándose a unos y a otros. En una de las tramas del juego Star Wars: The Old Republic (2011), la de la historia del agente imperial, se descubre una conspiración galáctica a gran escala para destruir República e Imperio, dirigida por una sociedad secreta que está harta de toda esa gente mágica que usa la Fuerza y contra la que no hay manera de combatir en condiciones normales.

El aprendiz secreto de Darth Vader

A diferencia de otros acontecimientos aquí recogidos, lo que sucede en el videojuego Star Wars: El poder de la Fuerza (2008) no puede ser canónico, sino alternativo. La historia tiene lugar entre las dos primeras trilogías, cuando Anakin acaba de convertirse en Darth Vader. El lord Sith entrena secretamente a un joven pupilo, Galen Marek, a quien envía a investigar el paradero de los supervivientes Jedi durante la Gran Purga que está ejecutando el Imperio.

En el juego uno elige entre unirse al Lado Luminoso o al Oscuro. En esta segunda opción, Marek puede llegar a matar a Darth Vader y reemplazarle junto a Palpatine, algo que impediría que esta aventura coexistiera narrativamente con las películas… salvo que decidamos considerar la posibilidad de que durante Una nueva esperanzaEl Imperio contraataca y El retorno del Jedi no hemos estado viendo al padre de Luke, sino a un impostor.

Lo de la Navidad

Hubo fans talibanes de Star Wars que, por alguna razón, consideraron humillante ver a Luke Skywalker desenvolverse por esa isla de Los últimos Jedi bebiendo leche verde y conviviendo con una extraña hermandad de monjas alien. Si los casos enumerados arriba no son suficientes para reevaluar qué consideramos y qué dejamos de considerar dislates argumentales, siempre se puede regresar a Star Wars Holiday Special, el telefilme navideño con guion del mismísimo George Lucas estrenado en 1978, solo un año después de la primera entrega.

Esta película de hora y media de duración contó con todo el reparto original. En ella podemos ver, entre otras cosas, largas escenas de wookies berreándose en su idioma sin subtítulos, rarísimas actuaciones musicales interdimensionales o a Leia interpretando una canción encima de la melodía de Star Wars, al lado del Árbol de la Vida (lo que Dios quiera que sea eso) y junto a la familia de Chewbacca, que permanece a la escucha ataviada con unas perturbadoras túnicas rojas estilo Eyes wide shut. Ante semejante material, a nadie le puede parecer que Jar Jar Binks, los midiclorianos, el romance sevillano de Anakin y Padmé o las aportaciones de Disney sean tampoco para llevarse las manos a la cabeza.

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