Muchas veces la mala alimentación deriva de un estado de estrés prolongado. Es que este deviene en ansiedad, que provoca esa sensación de tener que hacer algo pero no saber qué. Y ahí es posible que tus comportamientos alimenticios tengan dos variantes: o comer mucho y muy rápido (sobre todo en los días en los que siempre estás corto de tiempo) o, por el contrario, no tener nada de hambre y sentir el estómago cerrado.
En cualquier caso, si sufres de estrés es posible que no te tengas nada de ganas ni tiempo de ponerte a cocinar, por lo que tendrás más posibilidades de recurrir a alimentos procesados, congelados o bien pedir comida a domicilio. Ninguna de estas opciones es buena, ya que no hay comida más saludable que aquella que se elabora de forma casera, controlando la cantidad de sal que añadimos a los platos.
Por suerte, hay soluciones muy sencillas para comer sano si no quieres perder tiempo, energía o el mismo apetito. En el mundo gastronómico existen atajos que simplifican mucho la preparación de platos nutritivos.
Establece un horario
Para quitarte el estrés de encima y que no influya en tu alimentación, lo mejor será apostar por crear una serie de hábitos que poder seguir. «Los seres humanos se sienten más cómodos si hay una serie de límites», asegura Brigitte Zeitlin, dietista estadounidense, a Business Insider. «Disponer de un horario te ayudará a prevenir el estrés y la ansiedad».
No consultes redes sociales al desayunar
Por lo general, el despertador que usamos para levantarnos cada mañana es el que viene instalado en el teléfono móvil. Entonces, es muy probable que caigas en la trampa de tomar el celular y ya no soltarlo: irás directo a consultar los mensajes sin leer, el correo electrónico o las redes sociales. Al igual que minutos antes de acostarte, quedarte pegado al móvil nada más abrir los ojos puede ser muy perjudicial para tu salud mental. Zeitlin recomienda evitar cualquier tipo de pantalla durante los primeros 30 o 45 minutos después de despertarse. En lugar de eso, céntrate bien en lo que vas a desayunar y aprovecha el tiempo para pensar en qué quieres gastar el día.
Céntrate en los nutrientes
Obsesionarse con el recuento de calorías y los elementos de los alimentos puede aumentar aún más el estrés por comer. Los expertos recomiendan centrarse en los nutrientes en vez de en la cantidad de calorías. Y en este sentido, la experta resume esta costumbre con una regla que ella llama de «las dos P»: de «proteína» y de «producto». Para las primeras, las opciones más aconsejables son los yogures, los huevos, el pollo, el pescado o los frutos secos. Todos estos alimentos ricos en proteínas contienen también un montón de grasas saludables. En el segundo grupo, el de los «productos», Zeitlin engloba a alimentos sanos ricos en fibras como las verduras o frutas, y también de productos congelados frescos, como por ejemplo el pescado. En cambio, propone huir de los fritos a la sartén y otros ya preparados.
Mantente hidratado
Esto no solo te ayudará a no tener síntomas de deshidratación, sino que también vendrá muy bien para el estrés. Muchísimo mejor que si optas por bebidas con alto contenido de azúcar, el café (sobra decir que la cafeína no es recomendable para el estrés) o, directamente, el alcohol, el cual debe evitarse totalmente si pretendes llevar una vida sana.