Por ElPais.com
Los niños prodigio de solo parecen tener dos destinos posibles: morir jóvenes o vivir para contar la crueldad de Hollywood. La vida de Corey Feldman (Los Ángeles, 1971) contiene todos los tópicos sórdidos de las estrellas infantiles. Explotado por sus padres, drogadicto a los 15 años, arruinado a los 20. Pero él se resiste a ser solo un cliché y lleva una década luchando para que aquellos que abusaron sexualmente de él y de su mejor amigo, Corey Haim (fallecido en 2010 a los 38 años), paguen por sus delitos. Todos los niños de los ochenta soñaban con las aventuras que vivía Feldman (tenía una mascota alucinante en Gremlins, descubría un tesoro pirata en Los Goonies, se escapaba de casa en Cuenta conmigo, cazaba vampiros en Jóvenes ocultos), pero detrás de las cámaras, como tantas veces ocurre con las estrellas infantiles, su vida era una película de terror.
El primer recuerdo de Corey Feldman es rodar un anuncio de McDonald’s con tres años. Su padre, un músico frustrado que había logrado un éxito en los sesenta, y su madre, una exconejita de Playboy, lo convirtieron en el responsable de mantener a toda la familia y para cuando debutó en el cine a los 12 años (con Viernes 13 Parte IV: Capítulo Final), ya había aparecido en 50 anuncios y 100 episodios de televisión. Su madre le oxigenaba el pelo, le daba pastillas adelgazantes y lo azotaba con una madera cada vez que no conseguía un papel. Él mismo contó que las películas se convirtieron en su único espacio seguro, porque su madre no lo maltrataba durante los rodajes para que no tuviera moratones ante la cámara. El director de Cuenta conmigo, Rob Reiner, le asignó el personaje de Teddy (cuyo padre, un veterano de guerra cruel y alcohólico, le había quemado una oreja) porque ningún otro niño en el casting albergaba tanto dolor y tanta rabia en su mirada. Corey tenía 14 años.
En aquel rodaje probó la marihuana y el alcohol junto a River Phoenix (quien falleció de una sobredosis en 1993, a los 23 años) y se dejó arrastrar por la vida nocturna del Hollywood de los ochenta, una década con tantos niños prodigio y tan poco control que se abrieron varias discotecas infantiles en Los Ángeles. Una de ellas era Soda Pop y su dueño, Alphy Hoffman, abusaba sexualmente de su clientela (Feldman también señaló al padre de Hoffman como uno de sus depredadores). En Soda Pop estrellas infantiles como Alyssa Milano, Christina Applegate o Ricky Schroder compartían juergas con adultos como el agente de niños actores Marty Weiss o el asistente de Feldman, Ron Crissom. Ambos acabarían cumpliendo condenas por abuso de menores. Crissom inició a Corey Feldman en la cocaína y en la heroína y llegó a suministrarle pastillas para abusar sexualmente de él. “Me daba miedo decirle que parara, así que cerraba los ojos y fingía estar dormido”, confesaría Feldman en Los Angeles Times.
A los 15 años, Feldman se emancipó de sus padres y descubrió que del millón de euros que había ganado con su racha de éxitos solo quedaban 40.000. Cada noche, Corey dormía con el revólver de su abuelo bajo la almohada: “Solía apuntarlo contra mi cabeza y pensar ‘Dios, ¿por qué soy tan feo? ¿Por qué estoy tan gordo? Me odiaba a mí mismo y quería matarme”, desveló el actor a la revista People. El actor cuenta que conserva una foto de su 15 cumpleaños en la que Corey Haim y él posaron rodeados de cinco de sus depredadores sexuales.
La popularidad de los apodados “los dos Coreys” les llevaría a rodar 12 películas juntos. Según Feldman, Haim le confesó que había mantenido relaciones sexuales con Charlie Sheen (su compañero de reparto en Lucas) cuando tenía 13 años y Sheen 19. Sheen negó las acusaciones de Feldman en un comunicado. La actriz infantil Alison Arngrim (La casa de la pradera) aseguró en Rolling Stone que “aquel era el cotilleo de los 80, la gente decía ‘todo el mundo se ha tirado a los Coreys, se los van pasando unos a otros”.
Los chavales acudían a fiestas en la mansión Playboy invitados por Hugh Hefner. En una ocasión, el co-fundador de Soda Pop Randy Miller se metió en una limusina con Corey Haim y un jaguar que se puso agresivo y tuvieron que dispararle con un tranquilizador. Para celebrar el fin de rodaje de Una chica de ensueño, los Coreys dieron una fiesta en una suite del Four Seasons a la que asistieron 1.000 personas y a la mañana siguiente el hotel pasó una factura al estudio de 8700 euros: un frigorífico acabó en el jacuzzi, las televisiones volaron por la ventana y una stripper acabó bañada en champán por Haim y Schroder. En el telefilm de 2018 Historia de dos Coreys, Feldman perdía la virginidad con una fan de Los Goonies que exclamaba: “¡No me puedo creer que esté esnifando coca con Mouth!”.
Una noche, Haim quiso mantener relaciones sexuales con Feldman (trató de convencerle explicándole que eso era lo normal en Hollywood) así que para quitárselo de encima Feldman lo envió con Robert Brascia, un actor de 30 años que había mostrado interés por Haim. En aquel momento el mejor amigo de Feldman era el cómico Sam Kinison, de 35 años, y su juego favorito era competir por ver cuál de los dos conseguía esnifar más rayas. Según relata en su autobiografía, Coreyography, en su adolescencia Feldman llegó a consumir dos gramos de cocaína diarios y a gastarse 260 euros al día en drogas. “Me sentía destrozado, asqueado, devastado. Necesitada algo de normalidad en mi vida. Así que llamé a Michael Jackson”.
Feldman asegura que Jackson nunca abusó de él, aunque en una ocasión le enseñó un libro con imágenes de genitales. “El mundo de Michael, por loco que suene, era mi lugar feliz. Él era inflexible contra las drogas y el alcohol, ni siquiera decía palabrotas delante de él. Estar con Michael me devolvió la inocencia, con él sentía que tenía diez años otra vez” explicaba el actor. Steven Spielberg los presentó y mantuvieron su amistad hasta 2001, cuando Feldman se sintió abandonado por el cantante.
Antes de cumplir 20 años, Feldman fue arrestado por posesión de heroína en tres ocasiones. A los 22 estaba vendiendo sus cedés en la calle para conseguir dinero. Durante uno de sus tratamientos de desintoxicación se inyectó heroína por primera vez junto a Dave Navarro (guitarrista de Red Hot Chilly Peppers) y Perry Farrell (cantante de Jane’s Addiction). En su peor época, llegó a gastarse un millón en drogas en un año. Y en 1995, a los 24 años, se desintoxicó definitivamente. Lleva limpio desde entonces.
Corey Feldman era una vieja gloria, un divorciado y un chiste para los humoristas (“Corey Feldman fue apuñalado anoche en su coche”, bromeó el cómico Patrick McLellan respecto a un incidente real. “¡Uno ya no puede estar seguro ni en su propia casa!”) a una edad en la que la mayoría de personas están terminando la universidad. El actor recurrió al cine de serie B (Los albóndigas 4, Manual de serial killer para principiantes) y a la telerrealidad. Se casó con una modelo en un programa de televisión, en una ceremonia oficiada por MC Hammer. En el reality show Los dos Coreys (2008), Haim se instalaba en su casa durante un tratamiento de rehabilitación y en uno de los episodios le echaba en cara no haberle protegido de los depredadores: “Dejaste que me violara un tipo con el que todavía mantienes amistad, yo tenía 14 años. ¿Y tú qué hiciste? Ponerme rayas y joderme la vida”. (Feldman introdujo a Haim en la cocaína y la heroína. Entre 1994 y 1999 compartió casa con Brascia, el actor que había mostrado interés sexual por él cuando era menor).
En 2016 Feldman fundó el proyecto musical Corey’s Angels, en el que cantaba y bailaba con movimientos espasmódicos rodeado de chicas en ropa interior con alas y halos. Las “ángeles” eran conejitas que Feldman rescató de la mansión Playboy para ayudarlas a cumplir sus sueños. “Ninguna tiene que acostarse conmigo” aclaró. Su actuación en el programa estadounidense Today se viralizó en Internet y sufrió todo tipo de burlas, alimentadas por una crónica de Vice sobre las fiestas que entonces suponían la principal fuente de ingresos de Feldman.
Las tarifas eran 220 euros por asistir a un evento en la “Feldmansion”, 440 por pasar una hora con una de las ángeles en el jacuzzi y 2200 por pasar la noche en un reservado. El reportaje de Vice contaba que apenas había asistentes en las fiestas.
Meses después, ocho de las “ángeles” de Feldman lo acusaron en redes sociales de abusos sexuales, malos tratos y explotación. Contaron que no podían comer carne, que eran obligadas a drogarse y a observar las relaciones sexuales del actor con otras chicas (casi siempre descarriadas y ansiosas de triunfar en Hollywood, algunas de ellas menores de edad). Courtney, la tercera esposa de Feldman y antigua conejita y ángel, era quien convencía a las chicas de que no tenían otra opción que someterse a los deseos del líder del grupo. Corey Feldman aseguró que todo se trataba de una campaña contra él perpetrada por Wolfpack, un grupo que según él le ataca desde diferentes redes sociales.
La misión de Wolfpack era hundir su carrera, desprestigiar su imagen e intimidarlo mediante amenazas de muerte para que no desvelase los círculos de pedofilia que operan en las altas esferas de Hollywood. Feldman pidió nueve millones de euros para poder hacer frente a las consecuencias de publicar un documental en el que tiraría de la manta contando por fin todos los detalles, con nombres y apellidos, de aquellos abusos sexuales. Según él, la líder de The Woflpack es la madre del que fue su gran amigo, Corey Haim.
Judy Haim lleva años criticando que Feldman explote la memoria de su hijo para lucrarse económicamente y ha negado que Charlie Sheen abusase de él. Lo ha llamado mentiroso, enfermo y estafador. Judy Haim también se ha defendido de aquellos que la responsabilizan a ella de la inocencia truncada de su hijo: “La industria y los medios siempre culpan a los padres. Pero tú puedes vigilarlos hasta cierto punto. ¿Qué se suponía que debía hacer yo? ¿Ir a todas las fiestas con él? ¿Asistir a cada rodaje? ¿Y qué pasa si un productor quería leer el guion con él en su camerino? Mi hijo salió un día a jugar al billar con sus amigos y le ocurrió todo aquello”.
En marzo de este año el documental (My) Truth: The Rape of Two Coreys (“Mi verdad: la violación de dos Coreys”) vio finalmente la luz a pesar de varios problemas técnicos que Feldman achacó a un hackeo por parte de sus enemigos. En el documental, Susie Sprague (la segunda esposa del actor), Jamison Newlander (co-protagonista de Jóvenes ocultos) y tres personas más que trabajaron con Haim avalan la historia de que Sheen abusó del chaval. Los cinco aseguran que Haim les contó que el protagonista de Hot Shots y Dos hombres y medio le había violado entre dos tráilers usando grasa de Crisco como lubricante. Sheen se limitó a emitir un comunicado en el que explicaba que “estas alegaciones enfermizas, retorcidas y estrambóticas nunca ocurrieron; tengan en cuenta la fuente de ellas y escuchen lo que su madre Judy Haim tiene que decir al respecto”. Sheen también interpuso una demanda contra el tabloide National Enquirer, que acabó retirando.
Feldman asegura que, aparte de aquella agresión en su coche con una jeringuilla, en una ocasión dos camiones intentaron empujar su coche fuera de la autopista. Su paranoia persecutoria y las acusaciones de las “ángeles” lo convierten en una víctima imperfecta (tal y como en el #MeToo han sido Rose McGowan o Asia Argento), pero teniendo en cuenta que se ha descubierto que Harvey Weinstein llegó a contratar agentes del Mossad para destruir la reputación de las mujeres que pretendían denunciar sus abusos, hay que tener en cuenta que a veces las historias más esperpénticas acaban siendo reales.
Tras la emisión del documental, Feldman abandonó Estados Unidos por temor a las represalias. A veces acude a las reuniones con una cámara oculta porque ya no se fía de nadie. “La gente constantemente traiciona mi confianza y la usa contra mí. Es devastador emocionalmente. Yo soy una persona inteligente, pero hay algo en mí muy ingenuo. Todavía hay muchas cosas del mundo que no comprendo, pero estoy aprendiendo”, aseguró en Rolling Stone. Considera que la prensa lo utiliza, que sus amigos lo traicionan y que la industria se ríe de él. Y a sus casi 50 años se sigue sorprendiendo cada vez que ocurre, no como un hombre cínico sino como un niño que ha sido engañado por todos los adultos que lo rodean.
Hace poco preguntaron a Feldman si había visto Stranger Things, un fenómeno de Netflix que apela a la nostalgia de básicamente toda la filmografía de Corey Feldman. Respondió él: “¿Una pandilla de niños de los ochenta que van en bici y tratan de derrotar una conspiración perversa, pero ninguno de los adultos los escuchan ni los creen? Pues sí. Esa fue mi infancia”.