Hoy en Palabras Sacan Palabras conversamos con Pedro Peirano, periodista y creador de 31 Minutos. En el encierro dice que empezó a esculpir. “Eso me quita la ansiedad”, dice.
“El año pasado estaba viendo tutoriales de YouTube, y vi que unos usaban un material que se cuece en el horno casero. Entonces eso lo podía hacer en la cocina altiro, increíble. Vi tutoriales como por seis meses para aprender y después cuando me compré los materiales ya era experto. Con el cuarto mono ya parecía que llevara años haciéndolo”, cuenta sobre obras que ahora sube a su cuenta de Instagram.
Y Peirano también produjo la serie “Niño Santo”. En relación a esto, cuenta una anécdota para el recuerdo: “Me metí a la oficina de Spielberg. Todos nos decían que a él le gustaba ‘Niño Santo’, pero yo típico chileno pensaba que era ‘Steven Soto’, el weón que ve las producciones pobres”.
“Entonces nos llamaron de DreamWorks porque querían hacer una versión gringa de ‘Niño Santo’… ‘porque a Steven le fascinaba’ y blablá… pero nunca apareció, yo no creía nada. Pero de repente en DreamWorks empecé a ver unos cuadros de Norman Rockwell, y había uno que estaba muy metido al fondo, pero era el más rico, entonces me metí a no sé qué cosa y ahí vi que era la oficina de Spielberg”.
“El weón estaba ahí, poniéndose su chaqueta para irse, y me quedó mirando como ‘¿quién es este weón?’. Cuando me fui caminando me di cuenta de que Spielberg venía caminando detrás de mí, que después se subió a un carrito de golf. Pablo Cruz, que era el productor de ‘Niño Santo’ y tiene más patas que yo, va donde Spielberg y se presenta. Ahí él mismo dijo ‘no, no me cuenten nada, porque voy en el capítulo 5, you have me in the edge of my seat’. Ahí quedamos totalmente engalanados, se sabía hasta los nombres de los personajes”, remata.
Lamentablemente la historia tiene un final triste: “Al final hicimos el piloto con HBO pero no fructificó. Así siempre pasa”.
Otro de sus icónicos proyectos fue Plan Z, en el canal Rock & Pop. Pero confiesa que “hacer Plan Z ahora me daría lata, porque lo hacíamos muy a la rápida. Ese tipo de humor necesita un filo de gente más joven y menos canceladora que la de ahora. La energía que se necesita para eso ahora no la tengo. Me sentiría un poco estafador estar riéndome de la gente que se vende, si todo el mundo tiene que vivir de algo”.
“Para mí 31 Minutos me completa mucho más que hacer un humor sarcástico. Hacer una weá querible es lo que a mí me gusta, que emocione de otras maneras. No solamente riéndome de la gente, que me encanta, pero 31 Minutos es una evolución, ahí se fue Plan Z”, agregó.