A las 14:30 del 5 de agosto de 2010 se derrumbó la mina San José en la comuna de Caldera a 30 km al noroeste de la ciudad de Copiapó. 33 mineros quedaban atrapados a 720 metros de profundidad. Ese día se iniciaba la proeza que convirtió una tragedia en milagro.
Luego de 69 días de trabajos de rescate, que incluyó a las autoridades de gobierno, rescatistas, tipógrafos e incluso asesoramiento de la NASA, los 33 mineros eran rescatados con vida y sacados de la profundidad de la tierra mediante la cápsula Fénix.
A una década del milagro, sus protagonistas recuerdan lo que se vivió esos días. Uno de ellos es Mario Sepúlveda, el más histriónico de los rescatados y que luego seguiría por un tiempo ligado al espectáculo y la televisión.
“Estaba trabajando en el nivel 105 cuando fue el derrumbe. Me avisaron que había pasado algo y fue impresionante cuando me di cuenta en la situación que estábamos”, dice en conversación con Infobae.
Aunque ya han pasado 10 años, para Sepúlveda es como si el tiempo no hubiera transcurrido. “Recuerdo todo como si hubiera sido ayer. Muchas cosas, pero especialmente a mis compañeros, lo solidarios que fuimos, el súper equipo que armamos ahí abajo”, dice.
Sin embargo, el minero reconoce que no fue fácil y que mantener la disciplina dentro del refugio no era tarea sencilla. “Había que racionar la comida. Pero también hubo humor, porque de a ratos nos reíamos”.
“Esas pequeñas cosas nos mostraban vivos. Y al mismo tiempo recuerdo a los que te abrazaban porque tenían miedo de no poder volver nunca a ver la luz”, agrega.
Sepúlveda recuerda los sentimientos que le invadían a minutos de salir de la mina. “Ahí me pasó de todo. Tuve pánico, mucho miedo. Fue muy fuerte ese viaje. Había lámparas, así que iba viendo los distintos brillos de la roca”, dice cuando salió cerca de la una de la madrugada.
“Haber salido lo sentí como si hubiera ganado la final de un Mundial contra Argentina, Brasil y Alemania, todos juntos”, cuenta el minero.
Tras el rescate, vinieron entrevistas de todos los medios del mundo, invitaciones a programas de televisión y hasta se hizo una película protagonizada por Antonio Banderas.
Sin embargo, el grupo se dispersó y cada uno siguió su camino. “Cada uno tomó su rumbo. Hay que seguir trabajando. Cada uno tiene sus compromisos”, dice Sepúlveda que reconoce que hasta el día de hoy se sigue contactando con alguno de sus compañeros.
“Con algunos nos llamamos, hay un tema de amistad. Pero nadie tiene la obligación de seguir viéndose. Hay algunos sentimientos encontrados con respecto a ese tema. Obviamente son compartidos por otros compañeros. Somos 33 personas, 33 historias distintas. Y a todos nos afectó”. reconoce.
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