Hoy en Palabras Sacan Palabras conversamos con Iván Jaksic, recientemente ganador del Premio Nacional de Historia 2020, académico de la Universidad de Stanford y de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Para el doctor en Historia, “la exclusividad o privilegio no es lo único que se requiere para que haya un intelectual, pero sí es una condición fundamental tener una educación de calidad. Por ejemplo, la mística de ser del Instituto Nacional fue una gran mística, y hasta la fecha leemos columnas de egresados que recuerdan eso. O la que tenía la Universidad de Chile, que también se conserva. Pero se ha perdido mucho eso de, al menos en mi generación, que al entrar a la Universidad de Chile uno sentía una conexión y deber con el país. Esa parte la echo bastante de menos”.
De cara a los enfrentamientos que se han dado entre las decisiones del congreso y la voluntad del presidente, dice que “la historia de Chile ha estado marcada por una pugna entre el presidencialismo, con la constitución del 1833, y los crecientes poderes del Congreso. Esa ha sido la dinámica de Chile, cómo (el legislativo) fue adquiriendo más y más poderes hasta que eso explotó en la revolución del 1891”.
Pero pese a lo anterior, “el presidencialismo no va a desaparecer”, dice Jaksic.
“Siempre el ejecutivo va a tener una parte muy importante que jugar en el sistema político, pero ahora está muy cuestionado. Así como también el Congreso. El equilibrio entre la legislatura y el ejecutivo tiene que ver con recuperar la legitimidad del poder político. Estamos enfrentando una situación compleja, no sé si imposible de resolver, pero que tiene muchos ecos con la tradición política de pugna entre esos dos poderes, sumado al desprestigio de las instituciones que es algo más nuevo”, agrega el Premio Nacional de Historia 2020.
Y entre estas instituciones desprestigiadas están los partidos políticos. Respecto de aquello, asegura: “No se conoce una democracia sin partidos políticos, sino estamos hablando de otro ente. Quizá el ente que viene a la memoria es el llamado populismo, (…) pero eso no es democracia. Es fundamental tener partidos políticos legítimos”.
“Tuvimos un reencuentro con la democracia a raíz de la dictadura, se valoró la reconstrucción del tejido social, pero a veces hemos sido víctimas de nuestro propio éxito porque nos olvidamos de la importancia de la democracia para la protección de los derechos humanos. Ese debilitamiento es preocupante”, remató.