ENTREVISTAS

Marisol García: “Bandos militares prohibían que se interpreten charangos o quenas”

En dictadura “la sonoridad andina era asociada al mundo de la izquierda, lo que habla de cómo con la persecución de músicos a la crueldad se le suma el absurdo”, dice la periodista.

Iván Rimassa |

Marisol García

A propósito de un nuevo aniversario del golpe cívico militar de 1973, hoy en Palabras Sacan Palabras conversamos con Marisol García, periodista y autora del libro “Canción Valiente” (2013), que profundiza en la historia de la canción social chilena entre 1960 y 1989.

Sobre uno de los principales representantes de ese movimiento, cuenta: “Víctor Jara venía del teatro y había destacado como actor y director teatral. Tenía una disposición escénica que le resultó muy útil a Quilapayún, y era alguien formado en esos códigos que en algún momento decide hacer el cruce hacia la colaboración con otros músicos”.

“(Jara) es un retratista magnífico de personajes que mete en sus canciones: Luchín, trabajadores, campesinos… ese disco de la población que es casi una crónica periodística, de ir a una toma de terreno y registrar lo que está pasando a través de canciones. A veces lo que se entiende por canción política es una cosa muy puntual, pero la nueva canción chilena es bueno verla en su diversidad: hay canciones de amor, cantatas, retratos… es un muestrario de lo que estaba pasando en el Chile de ese momento con la gente común y corriente, dejar de cantarle a arquetipos o relaciones idealizadas”, agrega la periodista.

Y con la llegada de la dictadura vino un apagón cultural, tema que explica García: “Los regímenes totalitarios temen a los músicos, y una de las primeras cosas que intentan acallar son los músicos: apresándolos, persiguiéndolos y matándolos. La mayoría de las figuras de la nueva canción chilena tuvieron que partir por largos periodos al exilio, a varios que estaban de gira -Quilapayún o inti Illimani- se les prohibió volver, y surgen bandos militares curiosos donde se prohíbe que se interpreten charangos o quenas. La sonoridad andina era asociada al mundo de la izquierda, lo que habla de cómo con la persecución de músicos a la crueldad se le suma el absurdo”.

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