De acuerdo a los expertos, el temblor que afectó a un sector costero del norte del país, a las 12:09 de la madrugada, no activa la brecha sísmica completa silente desde 1922 cuando ocurrió un terremoto y tsunami con magnitud 8.5 en la zona.
El norte de Chile pasó la madrugada del martes 1 de septiembre con más de 40 réplicas, luego de un fuerte sismo de magnitud 6.9, cuyo hipocentro se ubicó a 43 kilómetros de profundidad en un sector costero entre la desembocadura del Río Huasco hasta Vallenar. De acuerdo al doctor en geología Gabriel González, subdirector de CIGIDEN y académico de la Universidad Católica del Norte, se trata de un típico sismo de subducción.
Es decir ocurre en la parte más profunda de la zona de acoplamiento del contacto entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana. Dada la magnitud de 6.9, se espera que las réplicas en la zona continúen en los próximos días. “Este sismo ocurre en una de las tres brechas sísmicas más importantes que existen en el país, sin embargo, advierte el geólogo de la UCN, no activa la brecha sísmica completa”.
Esto porque la magnitud (6.9) del sismo ocurrido en la madrugada, agrega Gabriel González, es insuficiente para deslizar todo el contacto interplaca contenido en la brecha. En efecto, indica Rafael Aránguiz, investigador CIGIDEN y académico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, el evento de anoche generó una deformación del fondo marino, pero solo un tsunami instrumental en Caldera y Coquimbo, es decir, que fue medido por instrumentos pero no significó daños ni fue observado visualmente”.
Brecha sísmica
“La última vez que se activó completamente esta brecha sísmica fue en 1922 con un terremoto MW 8.5, asociado a un tsunami. Hay reportes de la época que indican que se generaron daños producto del tsunami en Caldera, Chañaral, Taltal y Antofagasta”, dice el geólogo de la UCN. El terremoto tsunamigénico de Vallenar, ocurrido hace 98 años, tuvo un hipocentro ubicado a 25 kilómetros de profundidad y una zona de ruptura estimada en 390 km, afectando una gran zona de la costa norte entre Copiapó y Coquimbo. Éste generó un tsunami importante, que alcanzó alturas de nueve metros en Chañaral, seis a siete metros en Caldera y unos siete metros en Coquimbo.
De acuerdo a Rafael Aránguiz, autor del paper «Desarrollo y aplicación de una curva de fragilidad frente a tsunami para el evento de Coquimbo de 2015» –donde también aborda el terremoto de 1922– este tsunami es el más grande jamás registrado en la zona. “Llegó a Coquimbo dos horas después del terremoto, observándose tres grandes olas, la tercera fue la más grande con una altura máxima de inundación de 7 metros, y una penetración tierra adentro de dos kilómetros. La parte de la ciudad ubicada en la costa sur de la bahía de Coquimbo fue totalmente destruida tanto por el agua como por los escombros del tsunami. Este tsunami, además, se observó en Japón, con amplitudes máximas que oscilan entre 60 y 70 centímetros”, dice Aránguiz.
Por lo tanto, lo ocurrido en 1922, tuvo efectos mayores a los observados en 2015 en Coquimbo, por lo que se espera, aseguran los expertos en el paper, que las medidas de mitigación del tsunami y el plan de reconstrucción consideren el daño potencial de un tsunami destructivo debido a un futuro terremoto en la zona.
“Se recomienda que se implementen nuevas políticas de uso del suelo para regular los tipos de estructuras que se están construyendo en el área de inundación. Además, con base en la experiencia previa en Japón y Chile, las nuevas medidas de mitigación de tsunamis deben considerar una combinación de estrategias tanto estructurales como no estructurales para disminuir efectivamente el riesgo de desastre por tsunami en esta zona del país”, advierte Rafael Aránguiz.