Desde hoy viernes, los bares y restaurantes de Cataluña, España, cerrarán durante 15 días, lo mismo que hizo Holanda el pasado martes y París y Bruselas la semana pasada. Otras autoridades han sido menos tajantes y han limitado horario y aforo, como en Madrid y Berlín. Reino Unido ha impuesto cierres en algunas ciudades de Escocia y estudia nuevas medidas para las próximas semanas.
El debate, que mezcla intereses sanitarios y económicos, incluso ha llegado hasta las páginas del influyente diario Financial Times, que recoge el reconocimiento de diferentes autoridades sanitarias de que entre las personas contagiadas, muchas comparten el nexo de frecuentar bares y restaurantes.
Pero lo cierto es que no existe hasta ahora confirmación científica directa sobre la transmisión del coronavirusen bares y restaurantes, por lo que los riesgos que se barajan están basados en variables como el tiempo y el espacio. Así, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos recoge en su página que cuanto más cerca se interactúe con los demás, más larga sea la interacción y más corta la distancia, más probabilidad de infectarse hay.
Cuando se va a un bar, generalmente se permanece allí más de 15 minutos y, además, lo habitual es estar con amigos o familiares, que pueden ser portadores asintomáticos, una de las principales fuentes de contagio, como se ha constatado en esta segunda ola de la pandemia. Estas dos circunstancias entran de lleno en los riesgos apuntados por el CDC, por lo tanto, resulta razonable restringir el acceso a estos locales, es decir, en los bares se hace muy difícil cumplir la regla de las tres C, que consiste en evitar los lugares cerrados, concurridos y el contacto estrecho, y a la que apela la OMS para que los países controlen la transmisión del coronavirus.
El profesor de inmunología Roger Shapiro, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Harvard, especialista en enfermedades infecciosas y una autoridad mundial en VIH, defendió que los bares permanezcan cerrados ante el aumento de contagios que se está produciendo en Estados Unidos, una situación extrapolable a muchos países europeos: “Hay pruebas bastante sólidas de que los espacios interiores están transmitiendo este virus y, en particular, los bares se encuentran probablemente entre los interiores más peligrosos por varias razones: la gente se mezcla entre grupos sociales, habla en voz alta y no usa mascarilla”.
En una rueda de prensa, el especialista reconoció que hay que hacer todo lo posible para ayudar a que los establecimientos de restauración permanezcan abiertos, y su propuesta es mantener el servicio al aire libre. Pero insistió: “Hay que tener mucho cuidado al abrir espacios interiores, especialmente bares”, según consigna Alimente.
Normalmente, las decisiones que afectan a los bares se hacen extensivas a los restaurantes. Shapiro admite que es muy difícil separarlos, aunque opina: “Hay factores en los bares que los hacen más peligrosos, como una mayor interacción entre diferentes grupos de personas y hablando más alto, lo que facilita la propagación del virus”.
Los restaurantes tampoco se libran de la consideración de espacios poco seguros: “Sí sabemos que las comidas en interiores se han asociado con riesgos. No hay duda de eso”, dice el inmunólogo, pero “mi sensación es que los bares son más peligrosos”. Y matiza: “Por supuesto, depende de variables como la ventilación del local y de la afluencia”. Aun así, “es difícil hacer aseveraciones absolutas, pero tal vez haya formas para convertir los bares en espacios más seguros, como restaurantes”.