En el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastre, el organismo mundial, publicó el documento “El costo humano de los desastre 2000-2019”, donde reveló que el aumento de fenómenos climatológicos extremos explican que los desastres importantes se elevaran de 4.212 a 7.348 en las dos últimas décadas.
Estos últimos 20 años el mundo ha experimentado una serie de desastres de origen natural, que según confirma el informe “El costo humano de los desastres 2000-2019”, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastre (UNDRR) y publicado en el contexto del Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastre, tuvo un dramático aumento. Prácticamente se duplicaron.
De acuerdo al documento ONU, entre 2000 y 2019, hubo 7.348 desastres de origen natural importantes, incluidos terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, aluviones, huracanes, entre otros. Esto significó 1,23 millones de personas fallecidas, 4.3 millones afectadas y pérdidas económicas del orden de los 4 trillones de dólares en estas últimas dos décadas. Eso es casi el doble de los 4.212 desastres registrados entre 1980-1999.
Este crecimiento se explica, indica el informe, por un aumento en los desastres relacionados con el clima, incluidos los eventos climáticos extremos: de 3.656 eventos relacionados con el clima (1980-1999) a 6.681 desastres relacionados con el clima en el período 2000-2019. En efecto, dice Rodrigo Cienfuegos, director de CIGIDEN y académico de Ingeniería UC, el cambio climático se hace sentir cada año con mayor fuerza a través del aumento de la temperatura del planeta y una mayor intensidad y frecuencia de sequías, incendios, huracanes, marejadas o aluviones.
Eventos extremos
“En el mejor de los casos, estos efectos perdurarán aún durante décadas” advierte el experto. Según el documento –cuyas cifras fueron elaboradas base de datos de eventos de emergencia (EM-DAT) mantenida por el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED)–, en los últimos 20 años el número de grandes inundaciones ha aumentado a más del doble: 1.389 a 3.254, mientras que la incidencia de tormentas aumentó de 1.457 a 2.034.
También hubo aumento en otras categorías como sequías, incendios forestales y eventos de temperaturas extremas, además de eventos geofísicos, incluidos terremotos y tsunamis, que han matado a más personas que cualquiera de los otros peligros naturales que se analizan en este informe. Solo en Chile, en esta última década, hubo tres terremotos y posterior tsunami sobre 8.0 de magnitud, lo que los ubica dentro de los más fuertes del mundo: Terremoto del Maule y Biobío 2010 (8.8), Terremoto de Iquique (8.2) y Illapel 2015 (8.4).
De acuerdo, al investigador CIGIDEN y académico de Sociología UC, Manuel Tironi, para mitigar los efectos de los eventos extremos cada vez más frecuentes, es clave la “gobernanza del riesgo”, y para esto debemos entender que los desastres son fenómenos cuyas causas y efectos son extremadamente complejos. “Los desastres se deben a fenómenos naturales pero también a estructuras sociales, culturales e institucionales, ocurriendo en varias escalas y temporalidades. Por eso, desde la perspectiva de la gobernanza del riesgo, esta debe ser gestionada entre varios actores gubernamentales, sociales y científicos, pero además, junto y para los territorios y las comunidades”, explica el sociólogo.
Los desastres no son naturales
Los desastres, por lo tanto, agrega el subdirector de CIGIDEN y académico de Geología UCN, Gabriel González, no son naturales: “Las amenazas naturales tales como terremotos, erupciones volcánicas son la expresión de la dinámica de la Tierra, y se convierten en desastres por la acción humana, en consecuencia son una construcción social, ligada a acciones fallidas del ser humano aplicadas en el territorio natural”.
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Por eso la educación y la concientización del riesgo a nivel de las personas y los sistemas de alerta temprana de eventos naturales, cumplen un rol crucial para la Gestión del Riesgo de Desastre, complementa el investigador CIGIDEN y académico de Ingeniería USM, Patricio Catalán. “Cada uno de nosotros tiene que entender, en el caso de los tsunamis por ejemplo, cuando es posible que ocurra un tsunami, pero además, necesitamos sistemas de alerta que estén preparados y técnicamente confiables para entregar una información a la mayor cantidad de gente posible. Ambos son necesarios”, afirma el profesor.
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Finalmente, Rodrigo Cienfuegos plantea, que nuestro Chile, en 2015, firmó un tratado llamado “Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastre”, que va de la mano de otro acuerdos promovidos al alero de Naciones Unidas para enfrentar el cambio climático. Este reconoce que los Estados tienen un rol insustituible para reducir el riesgo de desastres, pero éstos deben generar condiciones para que este objetivo sea compartido transversalmente por la sociedad, incorporando al sector privado, gobiernos locales, y sociedad civil.
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