La falta en apoyo a la gestión del Comité de Agua Potable Rural de La Tirana, los tiene enfrentando dificultades que repercuten en la calidad de vida de sus habitantes.
Diversos problemas enfrenta el Sistema de Agua Potable Rural (APR ) de La Tirana, el más grande de la zona norte, entre ellos la falta de apoyo del Estado, la intermitencia en el servicio o en el mejor de los casos, un débil hilo de agua que no alcanza para cubrir las necesidades básicas de los habitantes, a lo que se suma la frecuente imposibilidad de pagar la factura mensual que bordea los $8 millones.
El candidato a Gobernador Regional de Tarapacá, José Miguel Carvajal contextualiza: “El APR de La Tirana es el más grande de la zona norte, y uno de los pilotos de cómo los vecinos administran una de las necesidades básicas más importantes, pero enfrentan estos problemas por falta de presupuesto y apoyo técnico, que veo que es posible entregar”. “Por otro lado, esta localidad es el centro de la festividad religiosa-cultural más grande del país, que reúne a más de 250 mil personas cada año, entonces, es urgente que esto se solucione prontamente”.
Hoy en La Tirana, muchos hogares no están pagando las cuentas de agua. “Sin el pago total de cada consumo por hogar, no hay cómo reunir el monto de la cuenta de cada mes. Porque, claro, el servicio tampoco es constante y muchas veces tenemos un hilo de agua por pocas horas. Si funcionara bien, no vecinos pagarían siempre”, dice Yolanda Ossandón, administradora del Comité del APR. Paralelamente, el comité ha detectado irregularidades que van desde pasar agua a los hogares colindantes con una manguera. Otros tantos se han conectado directamente a la extensa red. A lo anterior se suma lo extenso del territorio y el crecimiento hacia los montes, que complejiza aún más una adecuada fiscalización. “Así, hay permanentes problemas entre el comité -que son dos personas, el operador y la administradora- y algunos vecinos”, agrega Carvajal.
La construcción de una APR es financiada íntegramente con inversión fiscal o con Fondos de Desarrollo Nacional Regional, y son los Comités de Agua Potable Rural, los encargados de la operación, administración y mantenimiento de los servicios de agua potable rural, que se financia con el cobro de una tarifa fija -que en La Tirana es de $4 mil- más el consumo que se divide entre todos los beneficiarios, por no contar con medidores ni tecnología para realizar la lectura mensual de cada casa.
La administradora Yolanda Ossandón dice: “No tenemos acceso a medir el consumo de los hogares, abultando la cuenta de vecinos que hacen un correcto uso del APR. Y eso acarrea tremendos problemas como la gran deuda de agua que usualmente tenemos con Aguas del Altiplano”.
Durante este año, la deuda llegó a $78 millones. En septiembre lograron bajarla a $48 y en octubre pudieron pagar la totalidad del monto, luego de apremiar a los vecinos con una investigación de la policía. Así las cosas, se mantiene el temor de volver a no poder pagar.
La infraestructura consta de 10 kilómetros de matriz y dos copas almacenadoras, instalada desde el 2014. “Tener agua en un desierto así de inmenso ha hecho que nuestro pueblo experimente un gran crecimiento, y muchas más familias se hayan instalado a vivir en este sector, donde ya somos más de 3500 habitantes. Y queremos beneficiar a 1500 más”, dice la administradora.
“No sólo es importante invertir en infraestructura, si no que es necesario fortalecer la labor de cada comité de APR de los pueblos del Tamarugal y las caletas de Iquique, por medio de un Programa de Apoyo a la Gestión –que es parte de mi programa- así como entregar recursos para una correcta fiscalización que perfeccione el modelo para que cada habitante cuente con agua potable, un derecho fundamental”, dice Carvajal.
La segunda dificultad que vive La Tirana es técnica e involucra directamente a Aguas del Altiplano. La génesis está en que existe el sistema de agua que abastece al casco antiguo, y por otro flujo al APRR con 2.3 litros por segundo que no alcanzan a llenar las copas.
El problema radica en que se generan flujos de aire en el horario de baja de consumo en el casco antiguo, que no permite el ingreso de agua a las copas que debieran llenarse en 12 horas. Hoy lo hacen en 3 días y deja a los hogares con un hilo de agua, o derechamente sin agua durante varias horas del día. “Los usuarios pagarían si tuvieran agua las 24 horas y no un hilo cada 6 horas. La solución está en manos de Aguas del Altiplano, pueden tener un operador permanente en la planta o bien invertir en tecnología” añade José Miguel Carvajal.
Carvajal dice que el comité debe tener el apoyo del Gobierno. “No tienen automóvil, ni una máquina para detectar flujos de agua irregulares, tampoco una impresora y hacen las boletas a mano, para luego recorrer a pie todo el territorio. También sería de gran utilidad tener una ”chimba” para poder extraer agua y llenar un camión que venderle a la Municipalidad que entrega gratuitamente a familias en riesgo social, y que hoy le compran a Aguas del Altiplano”.